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Duermo mientras lo espero, pero no regresa y Morfeo me reclama al mundo de los sueños. Una vez me levanto a la mañana siguiente encuentro a Phoenix a mi lado mientras me llena la cara de baba.

Me incorporó para darle un gran beso en sus rosadas mejillas a mi hija, una vez tomo las sabanas entre mis manos camino con ella hasta dejarla en su cuna cuidada por una esclava que Amun-Ra trajo del mas haya para que cuide a nuestra hija.

Camino buscándolo, pero no lo encuentro y por ello decido ir a ducharme, lo encuentro en el baño contra la regadera dándome la espalda y dejando a mi vista las grandes marcas que le deje más otras más recientes como si alguien le hubiera apuñalado a traición. Me acercó hasta tocarlas y el reacciona chocándome de la pared.

- Me duele –murmuro cuando el agarra más fuertes mis muñecas.

- ¡Ah lo lamento! –susurra alejándome de él.

- ¿Qué te sucede? – pregunto tratando de abrazarlo y este me rechaza –dime te volverás indiferente esto será como antes, dímelo y me largo junto a tu hija – agrego saliendo de la ducha.

Veo como el camino detrás de mi hasta caer en la cama, se sube encima de mi hasta besar mis labios.

- Ni trates de escapar Bastet –murmura besando mi cuello.

- Estamos atados, pero me puedo largar por algunos años –le recuerdo, pero este sigue su camino ignorando mi reclama.

Me reclama como suya otra vez, lo cual me fascinó hasta que nuestra hija comenzó a llorar en el otro lado, tuvimos que parar para que me diera una ducha rápida mientras él se encargaba de tranquilizarla.

Una vez vestida voy en búsqueda de mi hija, cuando siento como algo se posa delante de mí una pequeña sombra que me arroja la daga con la cual le arranque el corazón la primera vez a Abimael.

Me giro molesta y agarro a esa sombra hasta pegarla en la pared y acabar con su vida, veo como se vuelve en Ethan el muchacho que me había ayudado esa vez cuando perdí mi memoria. Tiro un grito de frustración cuando veo que el ya no respira, vienen los chacales y se llevan el cuerpo.

- Entrégaselo a su familia, no debió vivir esta dicha de conocerme –susurro después de acariciar su rostro –lo lamento –murmure cerca de su oído.

- ¿Qué sucedió? –pregunta llegando a mi lado y oculto la daga entre mis huesos de mi espalda para que no sienta su presencia.

- Me asusté y terminé estrangulándole – susurro caminando hasta el para abrazarle.

- Todo saldrá bien, no tiene importancia –dice cargándome en brazos hasta llegar a la habitación y depositarme en la cama –trata de descansar cuando despiertes estaré aquí, contigo –agrega besando mis labios mientras acaricia mi cabeza.

Trato de cerrar los ojos, pero esa imagen se repite en mi cabeza a cada rato, hasta que caigo en la primera parte, donde yo le arrancaba el corazón a Amun-Ra algo tan doloroso ahora, un simple recuerdo tan doloroso. Esta espina sigue en mi corazón.

Sueño con que mato a mis hijos y trato de huir de eso, me levanto gritando maldiciendo todo a mi paso, Abimael me agarra el cabello y trata de que deje de llorar.

Él me envió mi propia muerte de nuevo, si lo mato hasta mi hija me odiara, pero no tengo razones para matarle, en si nunca la tuve, ame más a mi hermano aquella vez, pero ya no lo amo y eso me destruyo la primera vez, pero no la segunda, porque ahora solo lo quiero a él.

- ¿Quiere que te mate? –susurro aferrándome a su cuerpo.

- Él no lo hará, es tiempo de que regresemos a casa – murmura agarrando mi rostro entre sus manos.

- Está bien –digo derrotada porque ya no me queda nada que me ate a este lugar.

- Encárguense de recoger todo lo que nos pertenece y una vez nos vallamos quemen todo –les dice a las esclavas y estas asienten para cumplir con su orden.

Me ayuda a levantarme y el cuchillo se clava más haciendo que me duela todo el cuerpo, el al notar que me desangró me revisa, veo como me arranca el cuchillo de mi espalda.

- No me dirías que ese maldito te entrego esta mierda –me grita mientras rompe ese estúpido cuchillo.

- Estoy asustada, no sé qué hacer, ¿dime para ti ya no he sufrido bastante? –le pregunto alejándome de él, para tratar de cerrar esa herida, la cual no desea sanar –mierda –murmuro mientras lloro.

Me doy una ducha rápida para que salga todo lo que quiera de mí y una vez más calmada me coloco un vestido negro con unos tenis del mismo color, salgo buscando a mi bebe la cual me recibe gustosa.

Veo que toda la casa está vacía y ya me hago a la idea de que nos vamos, veo como el me espera y toma en brazos a nuestra hija.

- Regresemos a casa –murmura viéndome fijamente – ¿se cerró la herida? –pregunta, pero no respondo para seguir mi camino –hablemos –pide, pero no le hago caso.

Desaparezco para ir por mi propio camino, pero alguien me lleva a su propio espacio; veo como el sonríe y yo me alegro de ver al causante de mi sufrimiento.

- Veo que conoces a mi otro hijo Amber el dios de las mentiras –dice este al ver que observo al moreno con el cual me chocaba a cada rato en la playa.

- Tuviste otro hijo con mi tia o es de una de tus amantes –murmuro y este ríe negando.

- De una de mis concubinas, pero hubiera preferido tenerlo contigo –murmura sincero.

- Nunca te daría el placer de estar contigo, lamento que mi tía haya tenido ese horrible destino –grito ganándome una mala mirada de su parte.

- Padre, ella es una insolente, déjeme matarla –dice este tratando de acercarse a mí.

- No puedes con ella, ni Anubis pudo mientras crecían juntos –murmura acercándose a mí –esta es la daga de Anubis hundirá a tu esposo en un sueño profundo, sácale su corazón y jamás volverá a nacer–agrega una vez me muestra esa daga que en su empuñadura tiene un pico de ave bañada en oro.

- Estás loco, ya no tienes nada que ame y porque luche –digo antes de desaparecer, pero este impide que me valla agarrando mi mano.

- Como que no tengo nada, tu hija está cerca de mis esclavos, tu esposo es muy crédulo y puede ser que un día de estos 'se ahogue o sea alérgica a algo' –en lo último hace comilla.

- Dígame seños Seth que desea de mí para que deje en paz a mi hija –susurro como una niña pequeña.

- Así me gusta, mi hijo se ira contigo para ver que cumplas, te doy tres días como en los viejos tiempos, ¿recuerdas? –susurra y asiento recibiendo la daga –esta no se romperá como la otra, tráeme su corazón –agrega antes de desaparecer.

Dioses De Egipto (saga Faraón) IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora