CAPÍTULO 18. La Visita.

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Voy a dar un breve resumen de todo lo que pasó está semana, primero, el almuerzo con Enrique no fue tan malo, osea, sí fue incómodo pero no lo clasificaría como un desastre, reconozco que lo bombardearon con preguntas como: ¿De a dónde se conocen? ¿Como se conocieron? ¿Son solo amigos? ¿Cómo dices que era tu nombre? ¿Donde vives? ¿Cuántos años tienes? ¿En qué trabajas? ¿tienes novia? ¿Seguro que ustedes no son novios?... sí, pregunta super incómodas las que Esteban le hacia, hasta yo me sentí incómoda aunque era Enrique quien contestaba todas las preguntas, a veces me pedía ayuda discretamente así que yo como buena novia y "amiga" lo hacía.

Segundo, bueno no es algo tan importante pero aún así lo voy a decir... Frank, trato de explicarme lo que pasó con la tipa esa que lo arrastró a su habitación pero la verdad no me interesaba además él no me debe explicaciones, él puede hacer con su vida lo que quiera al igual que yo, no soy su novia ni nada por el estilo así que, le dije que dejara las cosas así aunque él insiste en mencionar lo sucedido y además de que me dijo que le pidió a ella que no lo volviera a visitar y miles de cosas más lo único que le dije fue "es tu vida y haz lo que quieras".

Tercero, Enrique y yo le presentamos a Camila el mejor amigo de Enrique, al principio fue incómodo entre ellos dos pero luego fueron tomando confianza y ya son amigos, yo sabía que ellos se llevarían bien son tan parecidos que me da hasta miedo.

Cuarto, esta es una de las mejores cosas que me han pasado hasta el momento, ¡ya puedo visitar a Enrique a su casa!, lo sé es genial, ya lo e visitado unas tres veces, ya conozco a su madre también, ella es muy amigable y atenta, me cae bien y sé que se preguntarán "Oh, ¿Ella ya sabe que ustedes son pareja?" pues... ¡Sí! ya lo sabe.

Salgo de la casa y me dirijo a la de él, pero antes de eso tuve una pequeña pelea con mi armario no sabía que ponerme osea, si tenía cosas que escoger pero eran demasiadas, quería verme bien para él aunque me dijera siempre que todo lo que me ponía se me veía bien, según él hasta un salmón en la cabeza me quedaría bien, así que me decidí por un vestido azul marino simple nada llamativo, aunque muy bonito.

Tocó el timbre de su casa y espero a que abra, ya e venido algunas veces y ya debería sentirme en confianza pero no, los nervios siempre llegan a mí cuando tocó el timbre.

La puerta se abre dejándome ver a mi hermoso chico y su típica sonrisa traviesa.

– Hola hermosa.

– Hola.

Se hace a un lado para que yo entre y lo hago, luego cierra la puerta detrás de él.

Sin que me dé cuenta se acerca y estampa sus suaves labios en los míos, sus labios se mueve tan bien que me roba un pequeño suspiro.

Escucho como alguien se aclara la garganta y yo me separo rápidamente de Enrique quien no reacciona.

– Hola Emma ¿Cómo estás?.– dice Karen la madre de Enrique.

– Muy bien, ¿Y usted?.

– Bien, aunque me tengo que ir ya sabes, a trabajar.

Esperen un momento... Oh por Dios, osea que quedaré a solas con él, ok ahora sí estoy nerviosa, y sé que no debería estarlo pero nunca es buena idea quedarte a solas con tu novio, aunque... ¡No! es una muy mala idea, y más que en estos días las muestras de afecto como besos y caricias se han intensificado más de lo que quiero admitir.

¡Mierda!.

– Bueno me tengo que ir.– se despide de Enrique y de mí.– ah y se me olvidaba, recuerden que tienen que comportarse bien, y ya saben nada de hacer cosas sucias mientras no estoy.

CONFUSIÓN AL NACER. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora