U N O

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Aún estando en el lugar no lo podía creer.

"¿Estás hablando en serio?" había repetido por enésima vez al teléfono "¿por qué yo?"

"Porque eres buena en esto, Tania" me respondió Alan, al otro lado del teléfono "hablé hoy con Chava Iglesias y me dijo que te recibirían mañana mismo, le urge tener a alguien para hacerse cargo de la parte de redes sociales y Cuervos TV. De hecho Myr también está en esto, pero tú vas a estar encargada de fotografía y producción. Me dijo que te llamaría en breve para ponerse de acuerdo y enviarte el boleto de avión..."

Y sí, el boleto de avión había llegado apenas 30 minutos después de que hablara con Chava Iglesias, un vuelo a primera hora de la mañana. Así que ahora eran las 8:00 am, y un agradable y bastante gracioso sujeto llamado Hugo Sánchez había pasado por mi al aeropuerto para llevarme a las instalaciones del club.

-Así que usted es la señora Quintero...—me preguntó, mirándome por el retrovisor con una sonrisa apenada que al parecer era parte de su forma de ser.

-Tania—le corregí—digo, tú te ves como de 17 años, pero yo no soy tan señora

-Ay, como cree—se rió con pena—yo tengo 27 pero mi novia, que en paz descanse, me dejó muchas cremas rejuvenecedoras y esas cosas, es por eso que me veo más joven, hasta me piden el ID cuando voy a comprar cerveza y eso—aunque era bastante torpe también era bastante gracioso, así que lo acompañé con una pequeña e inevitable risa.

-¿Falta mucho para llegar?—le pregunté, percatándome que ya llevábamos un buen rato en la carretera.

-Para nada, de hecho mire, ahí están las instalaciones del club—me señaló una imponente entrada pintada a blanco con una enorme reja negra, y el escudo de los Cuervos Negros Salvajes de Nuevo Toledo en un costado de la fachada. El camión del club estaba estacionado en la entrada, por lo que por eso y, además de ser jueves, deduje que el equipo estaría listo para salir a concentración.

Después de que Hugo Sánchez estacionara el auto, me ayudó a bajar mi maleta y entramos a las oficinas.

-Jefe, ya está aquí la señora Quintero—Hugo Sánchez le habló a un tipo alto de cabello ondulado, que platicaba amenamente con una chica rubia muy linda.

-Tania, ¿cómo estás? Chava Iglesias, un placer—el tipo era el típico mirrey y mamador, pero buen pedo, no como los que te encuentras en Centrito creyéndose dueños de Monterrey—gracias por venir hasta acá tan rápido. Mira, ella es Paty, ella es la imagen de Cuervos TV—estreché la mano de la chica e intercambiamos sonrisas.

-Pues bueno Chava, tú me dices por dónde empezamos.

-Qué buen pedo que ya quieras trabajar, por eso me caen bien los pinches regios, se van en pedo a lo bueno—todos reímos levemente—sí mira, te cuento rápidamente: como sabes, estamos compitiendo por llegar a la liguilla, tenemos a las Tarántulas y a las putas televisoras encima, y necesitamos movernos. Y se nos ocurrió utilizar a nuestros jugadores como influencers. Aquí es donde entras tú y tu amiga Myr. Alan me contó que ustedes son buenas en redes sociales y eso, así que su trabajo va a ser seguir a los jugadores durante los entrenamientos, sacar material para sus cuentas personales y para alimentar Cuervos TV y hacer producciones originales, estas bajo la dirección de Paty.

-¿Y cuándo empezamos?

-Pues ya mismo, ya mismo... a ver, ¡Hugo Sánchez!—chasqueó los dedos—baja con Tania a los vestidores, dale una cámara y la lista de jugadores que tiene que seguir. Preséntala con todos y que no se le escape grabar ninguno, ¿okay? También consíguele un depa bonito y asígnale cita con RH para que firme contrato y la den de alta en la nómina.

-Claro que sí, señor. Sígame, Tania—Hugo dejó mi maleta en una orilla me guió por los pasillos hasta lo que parecía ser una pequeña bodega. De ahí sacó un maletín grande de cámara y lo abrió para enseñarme una Canon profesional y 3 lentes. Lo tomé y nos dirigimos hacia las canchas de entrenamiento.

-¿Hay algo de lo que me tenga que cuidar, Hugo Sánchez?—cuestioné mientras caminábamos por los jardines.

-Bueno este... no señora, no. Los jugadores son muy buenos, a veces tienen sus momentos pero todos le ponen corazón a esto. Todos quieren salir campeones.

-Me imagino—concordé—¿entonces no hay ninguno "especialito"?

-Bueno... tal vez tenga que tener cuidado con el señor Aitor. A veces puede ser un poco... él—Hugo se encogió de hombros—algo extravagante y excéntrico, pero no es mala persona. A pesar de que el señor Emaíl diga lo contrario.

Asentí con una leve sonrisa a Hugo mientras llegábamos a la última parte de los jardines antes de alcanzar las canchas.

-¡Señora Isabel! Señora...—Hugo alcanzó a una chica de mediana estatura y cabello ondulado, enfundada en ropa deportiva. Al girarse le pude encontrar el excesivo parecido con Chava, por lo que claramente ella era Isabel Iglesias—mire, ella es la señora Tania Quintero, ella viene para...

-Si sí Hugo Sánchez, Chava me contó—se acercó a mi y me sonrió, tendiéndome su mano—mucho gusto Tania, gracias por venir hasta acá, me dijo Chava que tiene mucha esperanza en ti y en tu amiga así que espero que nos ayudes—vaya, al parecer Alan Sunderland nos había vendido como lo mejor del mundo.

-Gracias a ustedes por recibirme, Isabel. Y pues sí, estoy aquí para echarles la mano, así que vamos a darle.

-¡Eso! Esa es la actitud. Pues veo que ya te dieron la cámara así que ¿por qué no vas tomando fotos del entrenamiento? En cuanto termine la práctica reúno a los chicos para presentártelos.

-Me parece perfecto—asentí, sonriendo—Hugo, muchas gracias por acompañarme hasta acá—el chico sonrió.

-Ay señora, es un placer para mi. Me voy a regresar a la oficina por si el señor Chava me necesita, pero luego nos vamos por un café o a comer, ya sabe, como en la oficina...—era por demás gracioso ver cómo iba hablando mientras caminaba en reversa y casi se mataba con la jardinera.

-¡A ver, muchachos! Vamos a entrenar tiros—gritó un hombre alto, el cual supuse era el entrenador. Mierda, me tenía que aprender todos los nombres si no quería quedar como pendeja. El entrenador le pasó el balón a un chico de cabello largo, rebelde y de color caramelo degradado. Saqué la cámara, cambié el lente y me puse en posición para tomar el mejor ángulo, mientras el portero iba a ponerse debajo del arco y el chico del cabello rebelde colocaba el esférico en el manchón penal. Se enderezó y, como si estuviera en una pasarela, al escuchar el silbatazo se perfiló para pegarle de zurda, colocado en la horquilla. El portero no lo pudo alcanzar. El chico sonrió altanero, haciéndome pensar que nunca había dudado de él mismo en su vida, y llevándose la mano al cabello para hacerlo hacia atrás me miró por primera vez.

Y sonrió.

Ese tenía que ser Aitor Cardoné. Más que por todo lo que ya he dicho, lo supe por esa sonrisa. Esa era la típica sonrisa de un chico que promete problemas, que sabe que se merece todo en el mundo...esa era la sonrisa de quien siempre piensa algo indebido y no le da pena mostrarlo.

C U A R T O  D E  H O T E L | Aitor Cardoné (Club de Cuervos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora