D I E C I N U E V E

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-Aitor-

-Por los cojones del Rey Felipe... Aitor se va a casar—fue lo primero que salió de mi boca cuando desperté al día siguiente y caí en cuenta que el día anterior, de una forma que iba total y absolutamente en contra de los jodidos escasos principios que tengo, había pedido matrimonio a una chica que tenía poco más de dos meses de conocer.

Debo decir que no me arrepiento, además de que claro, Aitor jamás se arrepiente de nada, yo supe que me quería casar con Tania desde el primer momento que la vi. Bueno, a decir verdad no sé si fue desde el primer momento que la vi, o al segundo o al tercero, pero lo que sí recuerdo es que cuando la vi, parecía que todo dejaba de existir alrededor y sólo era ella, ella y su cámara, tomando fotos aquí y allá. Ella sonriendo o carcajeándose de alguna estúpida broma secreta que compartía con la mini bestia (a quien tendría que dejar de llamar así porque ahora sería mi cuñada). Ella siendo ella y robándome el puñetero corazón de poco en poco. ¿Cómo te puedes enamorar de una persona en tan poco tiempo? No sabía cómo explicarlo exactamente, pero lo que sí sabía era que esa mujer se había convertido en todo lo que esperaba encontrar en alguien y no había logrado hacerlo en todo este tiempo.

Mi móvil comenzó a bailotear insistente sobre la cómoda. Estiré la mano para alcanzarlo.

-Aitor, te pasé que ayer no vinieras a entrenar por lo que pasó con Tania, ¿pero cuándo chingados vas a llegar? No mames, mañana es el partido de ida contra las Chivas—Isabel sonaba bastante hosca al otro lado de la bocina.

-Calma ya, Isabel. Llego en 20 minutos.

-Aquí te espero—y me colgó. Esta mujer necesitaba que le dieran una buena noche, pero tenía razón. Después de todo lo que habíamos pasado habíamos llegado a la final y necesitábamos ganar, si no, no tendría caso el esfuerzo, el sacrificio y que el gilipollas de Zombie casi se nos muere en el último partido.

Me puse de pie en un santiamén y apenas tuve tiempo de cambiarme en tiempo récord y tomar una puñetera fruta del bowl del comedor para salir casi corriendo hacia las instalaciones de Cuervos.

(...)

-¡Venga, chicos! ¡Hagan fuerza en el abdomen, pónganlo duro!—la voz de Isabel, aún en campo abierto, retumbaba como si estuviéramos dentro de una caja.

-¡Vamo' carajo, conchudos de mierda! ¡Pepe, doblá más las rodillas, te estoy viendo!—Potro la apoyaba supervisando que todos realizáramos la rutina de la forma correcta. Después de minutos que me parecieron una eternidad por fin Isabel sonó el jodido silbato y dio por finalizado el entreno.

-¡Muy bien, chicos!—gritó la mayor de los Iglesias—vayan por favor a las duchas y a comer algo. Los quiero aquí a las 5:00 pm, nuestro avión sale a las 7pm, así que no lleguen tarde—nos despidió con un ademán y comenzamos a dispersarnos rumbo a los vestidores. Pero antes de que lograra hacerlo un pequeño hobbit se me trepó a la espalda cual garrapata, casi haciéndome caer al césped.

-Pero que cojo...—en cuanto se bajó y me volteé para verla pude comprobar que se trataba de Myrna—hostia, que tenéis el apodo de la "mini bestia" bien ganado—ella rió sin enojo.

-Me vale madre, pinche españolete. Si oficialmente vas a ser mi cuñado te conviene acostumbrarte a mis abrazos y a mi skin ship—la miré sorprendido para luego enfocar mi vista en Tania, que había salido de quién sabe dónde.

-Vio el anillo antes de que pudiera decirle algo—se excusó mi chica, mirándome alarmada.

Suspiré dramáticamente.

-Bueno, supongo que es mucho pedir que dejes que Tania prepare la boda a su gusto, conociéndote vas a meter tu pequeña y mona nariz donde puedas.

C U A R T O  D E  H O T E L | Aitor Cardoné (Club de Cuervos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora