D I E C I O C H O

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Aitor tomó la salida rumbo a la carretera que daba a la Ciudad de México. No dijimos mucho durante el camino, porque, sorpresivamente con él los silencios eran la cosa más cómoda del mundo. Sólo íbamos viendo el camino, tarareando las canciones de su playlist personal en Spotify. Justo en ese momento recordé que mi teléfono estaba en modo avión, así que lo saqué de la bolsa para activarlo. Apenas un par de minutos después, "Cuando no me ves" de Love of Lesbian comenzó a sonar, indicando una llamada entrante, pero antes de que lograra responder me sacó el teléfono de las manos como la noche anterior, y atendió.

-¿Aló? Myri, cariño—el tonito con el que la saludó me hizo rodar los ojos—ahora estoy en una expedición rumbo a CDMX y secuestré a Tania para que me ayudara, ¿podéis informarles a Chava y a Isabel que nos tomaremos hoy el día?—el "¡¿QUÉ?" que soltó Myrna fue tan agudo que Aitor se tuvo que despegar el teléfono del oído, haciendo una mueca de disgusto—vamos cariño, si regañan a alguien será a mi, no os preocupéis—escuchó atentamente algunos segundos—dale, Tania y yo te mandamos besos, chau—le tronó un beso en la bocina y colgó, tendiéndome el aparato. Yo lo tomé y me crucé de brazos—¿Qué pasa, preciosa?

-Pasa que no me gusta que le hables así—murmuré, hundiéndome en el asiento. En respuesta, Aitor soltó una sonora carcajada.

-¿Estáis celosa de tu amiga?

-No, obvio no—meneé la cabeza—no tienes idea de cuántos crushes hemos compartido desde que nos conocemos—además de que Aitor no era para nada el tipo de Myr y ella estaba empelotadísima con Potro—pero siempre usas tus encantos para engatusar a la gente...

-Oye, oye—Aitor tomó mi mano y la acercó a sus labios para dejar un pequeño beso en ella—después de todo lo que ha pasado en estos días me sorprende que no sepáis que soy todo tuyo y nunca te dejaría por nadie. Digo, sé que no soy el hombre más romántico del mundo pero venga ya...

Solté una pequeña risa y asentí. Él dejó mi mano sobre mi pierna y volvió a concentrarse en el camino.

-Oye, hablando de...—rompí el silencio después de un rato, cuando ya estábamos entrando a la ciudad—te quiero preguntar algo.

-Soy todo oídos—me echó una mirada especulativa.

-Dices que no eres romántico pero el día del lago—él frunció ligeramente el ceño al recordar qué sucedió ese día, pero se recobró de inmediato—vi que traías una flor, azul si mal no recuerdo...

-Bueno, la encontré de camino a encontrarte, vi que estaba linda y dije "¿por qué no?"

-Como cuando Shrek se le declara a Fiona—hice una cara de estúpida, llena de ternura.

-Pero en lugar de encontrarte escondida en una torre abandonada te encontré siendo devorada por un "Zombie"—hizo las comillas en el aire y pude sentir que me puse seria al instante—vamos mi vida, que te estoy jodiendo—acarició mi barbilla—creo que si eso no hubiera pasado tal vez no estaríamos aquí.

Y tenía razón. Porque si todo hubiera sido fácil desde un principio tal vez no hubiera terminado con él en mi vida, siendo más feliz de que soñé nunca serlo.

(...)

-¿Y a dónde carajo vamos exactamente?—le pregunté después de que llevábamos ya rato en el tráfico.

-Ya verás—me guiñó un ojo coqueto y siguió conduciendo. Casi 15 minutos después caí en cuenta que estábamos entrando a Polanco. Aitor se estacionó en el edificio donde estaba Palacio de Hierro, y después de dejarle su auto al vale parking nos encaminamos dentro de la tienda.

-Acabas de superar todas mis expectativas al venirte de compras nomás porque sí hasta la Ciudad de México—le informé y él rió, tomándome la mano y entrelazando sus dedos con los míos.

C U A R T O  D E  H O T E L | Aitor Cardoné (Club de Cuervos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora