capítulo 10 sin excepciones.

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Reino Bajo Tierra.

NARRADO POR TRISTÁN.

Leía con mucho detalle las cartas y pergaminos que estaban esparcidos frente a mi escritorio. Este, era uno de los trabajos menos alentadores de ser rey, firmar tratados, permisos e incluso licencias para ciudiadanos. Estuve así durante horas, esos papeles se veían tan cómodos en filas ordenadas que sin querer me quede dormido en medio ellos. Me desperté con la voz de Filippo, que había entrado a mi habitación. El era el mi mano derecha, se preocupaba de todo en el reino. Juntos habíamos construido esto, pero como amigos que comparten todo, nosotros compartíamos mas que un reino, mas que una vida, compartíamos un pasado. Pasado que pensábamos tener controlado, sin saber que el pasado, estaba justo en nuestro hogar abriendo la puerta de nuestra vida nuevamente.
A duras penas traté de levantarme y despegar mi cara del papeleo del día anterior.
-Su desayuno mi señor. Dijo el dejandome una bandeja con bocadillos y jugo fresco de la mañana.

-Te he dicho durante siglos que aún amigo no se le trata de usted.
Me irritaba su desplace hacía a mi.

-Bueno amigo mío, entonces ya que amaneció de tan buen ánimo... te recomiendo que te tomes una ducha te vistas y muevas tu gordo trasero hasta la escuela. Hoy te toca hablar con los niños.

Mierda, lo había olvidado. Tantos compromisos me tenian exsauto.
-¡Hey! Mi trasero no es gordo.

Nos miramos y reímos mientras el salía de mi alcoba. Justo cuando me animaba a tomar el sabroso nectar que me había dejado, sentí como entraba nuevamente a esta.

-Que sucede ahora. Dije mas bien molesto por tanta interrupción.

-Mi señor.
Y hay nuevamente con su estúpida formalidad. Lo miré y me estremeci al ver su rostro palido.

-¿Que sucede? Me acerque a el preocupado.

-Es.. ta.. esta aquí.
Toque su hombro con mi mano, desocupada ya que en el otro tenía el nectar, ¿esta aquí? De que hablaba.

-Habla bien hombre.

-Ella, señor. Ella esta aquí.
Me miro a los ojos, y sin decir su nombre sabía de quien se trataba.
Me desperté de mi trance por el sonido del vaso quebrandose a mis pies. Solo reaccione a mirar el suelo con lo poco que me quedaba de cordura en ese momento, mire atontado como el jugo se esparcia por el suelo mientras que muchos pensamiento pasaban al rededor de mi mente. Ella estaba aquí.
Miré a Filippo sin saber que decir, el se veía tan aturdido como yo, me imaginé lo difícil después de todos estos años para el, poder verla al fin.

-¿Por qué? ¿cómo? ¿¡cuando!?
Empecé a retroceder con mis pies, formulandole una y otra pregunta, que salían a gritos de mi boca, choque con el barandal de mi balcón que tenía vista hacía el hermoso reino que tanto me había costado contruir. Me afirme al barandal con ambas manos, mientras que me giraba del hermoso paisaje hacía Filippo que seguía sin decir una palabra, lo miré para poder ver una chispa de vida en su rostro, pero este yacia tan blanco como el de un muerto. Se acercó a mi mirando hacia el piso y al fin después de largos minutos dijo:

-Que arreglen la alcoba de huespedes, ella se quedara aquí.
Compartía su decisión, ella se quedaría aquí. Sin mas se dio vuelta y antes de poder cerrar la puerta dijo.
-Esta inconsciente, Bemus dijo que en el momento que despertó y le dijo donde estaba se desplomo nuevamente.
Cerro la puerta dejando solo el sonido del eco esparcirse por toda la habitación.

Dos hora mas tarde.

Seguía aturdido en el balcón, parado mirando en dirección al reino y de lo ridículamente cambiado que se veía todo con la ilusión que colocaba cada vez que llegaba un miembro nuevo, hace años que no se hacía esto y me parecia tan extraño como la última vez que lo hice.
Sentía mi corazón latiendo a una velocidad anormal, mis manos sudaban y un nerviosismo increíble se apoderaba de mi. Si esa reacción tenía en mi estando a metros de distancia, no me imagino como seria tenerla frente a mi. Si bien muchas veces cuide de ella en la oscuridad del bosque, solo fueron dos veces que tuve que cuidar de ella a una distancia bastante corta, y había tenido la mismas sencacion. Mi mente se apodero de doloroso recuerdos, como la vez que tuve que tolerar ver la golpiza que le propinaba su hermano, sentí cada dolor que ese maldito bastardo le había producido a ella, la indignación me nublaba la vista, pero tenía que ser cuidadoso no podría ayudarla, si lo hacía tendría que a verme deshecho de su hermano y eso ella jamas me lo perdonaría. Así que tuve que esperar a que el maldito la abandonara en condiciones agonizantes para poder acercarme. Se veía tan vulnerable, era tan solo una niña. Después de ese día jure que jamás volvería a dejar que alguien la volvivera a lastimas de esa forma, aunque eso me costara mi propia vida.
El sonido de la puerta de mi habitación me saco de los amargos recuerdos. -Cobarde. Me dije mientras me dirijia a abrir. Cuando lo hice vi que mi mejor amigo, estaba detrás de esta.
-Tristan... Ya despertó.
Los dos nos quedamos durante unos minutos en silencio, sabiendo que al llegar a la planta baja nuestro futuro cambiaria totalmente.

-Hazla llegar a la entrada.

-Como ordene majestad.
El montaje había comenzado, odiaba su formalidad hacía a mi pero era lo correcto en estas sircunstancias. Cerré la puerta y deje que la ilusión se apoderara también de mi cuerpo. Mi pelo se volvió largo y quebradizo, mis dientes se volvieron filosos como cuchillas que están dispuesta a cotar cualquier cosa que se les atraviese, mis ojos se tornaron negros al igual que las sombras que brotaban desde mis pies, mi espalda de encorvo y como si fuera un anciano mi cara se arrugo. -Listo. Así era la bienvenida de todos y para ella no sería la excepción.

Trono de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora