Capítulo » 2

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Muy a lo lejos escuché una rápida melodía acompañada de un "Son las siete de la mañana, es hora de despertar"... Oh claro, era el nuevo timbre de despertador que Olive había configurado en mi teléfono hace una semana. Aún no lograba acostumbrarme a él.

Saqué fuera mi mano derecha desde el calentito edredón de mi cama para apagar la música, cuando sentí que ésta se congeló. ¡Dios mío, hacía un frío de mierda otra vez! 

Maldiciendo, me senté, refregué mis ojos con fuerza y me quedé mirando hacia la pared de mi pequeña habitación, repasando una y otra vez mí mañana: ducha, ropa, dientes, taxi, comisaría. Algo fácil de hacer.

Me di auto-ánimo y me levanté de la cama, sintiendo un escalofrío que me recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies. 

"Esto me pasa por no poder pagar una calefacción decente", me recordé. 

Fui hacia la cocina para prender el gas, cuando noté que Cuddles aún dormía; eso me hizo sentir bien. 


**


—¡Sargento Hetfield! —mi nombre fue pronunciado por una voz, aunque no pude decir con certeza a quién pertenecía.

—¿Dígame? —volteé rápidamente y me encontré con la cara de Louis—. Oh, eres tú.  ¿Qué quieres Louis?

—Veinte lagartijas —alzó sus gruesas cejas en señal de reprobación—. Estamos en horario de trabajo, Sargento. Está contra las reglas llamar a los oficiales por su nombre de pila, ¿O debería obligarla a leer nuestro reglamento una vez más?

—¿De verdad tengo que hacer las lagartijas, Subcomisario Tomlinson? —pregunté, estupefacta.


¿Cómo decirlo? 

Era demasiado incómodo tener que llamar a Louis, uno de mis mejores amigos, "Subcomisario Tomlinson". Me hacía pensar que éramos dos completos extraños. Además, y que me perdone quien creó la policía de Nueva York, yo no le tenía nada de respeto a Él, es decir, ¡Louis sólo era como mi hermano!

Al parecer la mierda iba en serio, porque no despegó sus azules ojos de los míos ni un solo segundo.


—¡Sargento Hetfield, he dicho que me dé veinte! —gritó a los cuatro vientos, atrayendo la atención de todo tipo de ser humano presente.

—Dios mío —solté en un susurro. Rodé los ojos y me agaché para empezar con mi mandato.


Esto era lo más ridículo que hice alguna vez en mi vida. 

¿Hacer veinte lagartijas frente a decenas de personas dentro de nuestro cuartel policial? Louis se había pasado de la raya. Esta de verdad me la pagaría.

Flexioné mis brazos al ritmo en que Tomlinson inició un conteo en reversa desde el veinte hasta el uno. Sentí que los chicos (que eran mis compañeros y debían apoyarme) se burlaban en silencio por mi inesperado castigo y que las chicas maldecían a nuestro jodido 'vice-jefe' por tomarse todo tan personal. 


—¡Sargento Hetfield! —gritó alguien de pronto, era una voz muy conocida por mí. Demoró unos segundos en agregar algo más, pero luego soltó un jadeo—: ¿¡Qué rayos está pasando aquí!? 


"Olive, si sigues gritando, tal vez Louis también te mande a hacer un castigo", pensé, "Y no estoy hablando de lagartijas; a Él le gustaría algo más íntimo". 

Eᴊᴇʀᴄᴇ ᴇʟ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟ sᴏʙʀᴇ ᴍí || Z.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora