El día que vino estaba atacada, llevaba dos meses sin verle y tenía miedo de que no fuera el mismo o el que yo me imaginaba y soñaba todas las noches, las sesenta noches sin el y sus correspondientes sesenta días.
Era domingo 18 de agosto pero en teoría llegó el 19 porque se supone que iba a llegar a las once de la noche pero al final llegó a la una de la madrugada. Yo ya estaba subiéndome por las paredes, ansiosa por verle y cuando le vi me di cuenta de que me esperaban las dos mejores semanas de mi vida.
Había viajado en la autocaravana, estaba yo sola en la calle cuando la vi aparecer y sentí cómo el corazón se me aceleraba. La caravana paró y un chico alto, moreno, con una camiseta negra con letras blancas y pantalón largo bajó corriendo a abrazarme, era él, el dueño de mi corazón, el protagonista de mis sueños.
Me llevó en brazos hasta entrar en el edificio, en la urba. Ahí saludó a todos los demas y ya se fueron a dormir mientras él y yo nos quedamos dando una vuelta, abrazándonos, recordando todo lo vivido en semana santa y todos los demás años en ese edificio, hay demasiados recuerdos ahí dentro.
A las dos y media de la madrugada llegué a mi casa pero no me podia dormir y él tampoco.
-No puedo dormir, ¿me voy a tu ventana? -me dijo por whatsapp.
-¿Enserio me lo dices?¿Puedes?
-Claro, enseguida estoy ahí.
Su casa estaba prácticamente al lado de la mía; la mía era el 11 y la suya el 13. De repente alguien llamó a mi ventana, subí la persiana y me lo encontré allí, con su sonrisa en la cara, siempre. Estuvimos hablando un buen rato. Yo ya tenía el pijama puesto pero me puse una chaqueta encima y me hice una coleta. Tenía unas ganas de abrazarle y de besarle tremendas pero en la ventana había barrotes y difícilmente me podía acercar a él.
-Vente aquí fuera conmigo- me dijo.
-Sabes que no puedo, mis padres están en la habitación de en frente durmiendo y me oirán salir- respondí.
-Venga, hazlo por mi que llevamos mucho tiempo separados...
Esas palabras me tocaron el alma y salí. Le abracé una y otra vez y estuvimos sentados y abrazados horas, hablando de todo, de nuestras cosas, riéndonos de las estupideces que nos habían pasado mientras estábamos distanciados. Esa noche fue todo muy hippie y con mucho amor, toda la noche en vela y hasta vimos el amanecer juntos pero a las siete de la mañana se despertó mi padre y salió fuera porque yo no estaba en la habitación y me encontró ahí, así que tuve que volver dentro. Ya entonces me dormí y hasta las once no me levanté, pero desperté con muchísima alegría y con unas ganas tremendas de ir a la playa, esta vez junto a él, junto a la persona que más quería en el mundo.
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La Fuerza del Destino
RomanceA veces es increíble como se solucionan las cosas. Cuando piensas que todo está mal y de repente aparece un poco de luz en algún rincón de tu alma…