Capítulo 2: La cuchilla envenenada.

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Dentro del sueño, estoy de pie en una roca haciendo diferentes movimientos de combate, como si se tratara de alguna disciplina profesional; lo extraño es que son movimientos muy fluidos y limpios, como si fuera un experto. ¿Por qué veo esto? Mi madre no quiere de ninguna manera que yo pelee ni que sea violento.

El paisaje se ha encendido en llamas, hay gritos y cosas rompiéndose. Escucho una voz, no logro entenderle muy bien y no reconozco la voz.

—D — dice la extraña voz.

—ED — repite.

—EEEEEED — repite con insistencia, creo reconocer la voz.

—¡ZED, DESPIERTA! ¡DESPIERTA, HIJO! — Grita mi padre.

Al instante abro los ojos y lo primero que veo es el rostro de mi padre muy preocupado, sudando y detrás de él, todo está en llamas.

—¡Tenemos que irnos hijo, ven conmigo!

Yo no logro entender lo que pasa, estoy como en un estado de shock.

Mi padre me levanta, me pone en su espalda y empieza a correr a la cocina. Cuando veo a la ventana, están muchos hombres totalmente de negros, solo se les distingue la silueta por esas grandes y anaranjadas llamaradas. Eran muy veloces, prácticamente no tenías visibilidad de sus movimientos, ¿serán ninjas? ¿por qué nos atacan?

Mi padre me pone en el suelo y me pide ayuda a mover la cocina para poder entrar al túnel. Ambos hacemos una gran fuerza para moverla, veo cómo hace ese gran esfuerzo para mover la cocina, sus venas marcadas en su cuello y sus brazos, sudando muchísimo. Creo que solo me pidió ayuda para mantenerme ocupado, realmente yo no tengo la fuerza suficiente para ayudarle a mover esta pesada y gran cocina.

—¡Entra, hijo! — Me dice con una voz apresurada y temblorosa.

Yo entro y él cierra la puerta del túnel.

—Iré por mamá — Continúa — Quédate aquí y no abras la puerta.

Y se fue. Inmediatamente, tembloroso y muy asustado, acerco mi oreja a la puerta del túnel para escuchar lo que pasaba. Luego escucho a mi madre gritar, un grito fuerte, como si de un parto se tratara, y posteriormente, escucho un grito de mi padre "¡NOOOOOO!". No pude evitar abrir la puerta del túnel lo suficiente para que me permitiera ver lo que pasaba... mi padre estaba de rodillas, con mi madre en sus brazos. Él lloraba mientras ella le acariciaba el rostro. Mi madre solo veía con ojos llorosos a mi padre y él le rogaba que lo perdonara. Tenía algo clavado en el pecho, el humo del incendio no me permitía distinguir el objeto con claridad.

—Salva... a ... Zed...— Dice mi madre con dificultad.

—No te vayas, quédate conmigo, ¡quédate conmigo! — Le responde mi padre desesperadamente.

—Salva... a nuestro... hijo... — Las manos de mi madre se debilitaron y caen del rostro de mi padre, mientras él apoya su cabeza en la frente de ella y grita de dolor. El nudo que siento en la garganta no me permite ni respirar, la piel de gallina, las piernas temblorosas; siento que algo muy malo está pasando, pero no puedo terminar de creerlo.

Mi padre voltea hacia el túnel y me ve a mí. Se levanta, corre hacia donde yo estoy, entra al túnel y cierra. Se da la vuelta, me toma el rostro y dice

—Estaremos bien, hijo — Me lo dice viéndome a los ojos, mientras yo veo en él, el dolor y lágrimas de haber perdido a su amada.

Me vuelve a cargar en su espalda mientras corre rápidamente.

—Papá, ¿qué sucede? — Pregunto todavía desconcertado.

—Tranquilo hijo, vamos a estar bien, vamos a estar bien. — Me lo dice de una manera muy cansada y cortada.

La oscuridad de un alma desgarrada.Where stories live. Discover now