Zed perdió el control total de sí. El miedo ha provocado un nuevo ataque de pánico en él. No tengo más remedio que dormirlo con mi técnica de deslumbramiento. Una técnica que produce una fuerte luz en la palma de mi mano, que provoca que, al contacto con los ojos de una persona, esta pierda la consciencia y caiga en un fuerte sueño. Zed cae en mis brazos y me quedo en el suelo junto a él.
Esto no está bien. El ataque que Zed me describe solo me recuerda a una fuerza oscura que vi hace mucho tiempo. En una misión contra los Magos Oscuros, secuestraron nuestro coronel Olaf, un subalterno mío y compañero de guerra, amante de los combates cuerpo a cuerpo. Evidentemente, no podía darme el lujo de perder a un gran soldado y amigo para mí. Así que preparé una tropa especial para una misión de rescate muy peligrosa, yo sabía que era arriesgado porque en esos terrenos se ocultan fuerzas extremadamente poderosas, fuerzas a las que mis guerreros no se habían enfrentado jamás.
Después de una pelea mortal con los Magos, todas mis tropas estaban muy lastimados, pero afortunadamente, pudimos rescatar al coronel Olaf. Creímos que ya estábamos a salvo y nos dirigíamos a Heikō, cuando una gran espada atravesó la cabeza de uno de mis guerreros. Dicha espada absorbió el alma de esa persona, salió del cadáver y regreso volando por donde vino. Jamás había visto un hechizo que hiciera eso, absorber almas de otras personas. Todos nos pusimos en posición defensiva, cubriendo a los más heridos.
A lo lejos, vimos la figura de un cuerpo caminando lentamente hacia nosotros, al acercarse, pudimos ver a lo que nos enfrentábamos. Alto, robusto, tenía múltiples protuberancias en su cuerpo; sobre sus piernas llevaba una armadura de metal que provocaba un fuerte y espeluznante sonido en cada paso que daba. Su piel era de color rojo, exceptuando su rostro beige con labios negros y unos intimidantes ojos rojos. Sobre su cabeza sobresalen 4 cuernos formando una especie de casco, desde los laterales de su frente salen dos grandes cuernos hacia arriba y de estos, salen otros dos con dirección descendente. En su mano derecha, llevaba arrastrando esa horrible arma, casi del tamaño del demonio, capaz de absorber el alma de todos y cada uno de nosotros. Detrás de él, dos enormes alas desgastadas que provocaban pavor en todos mis guerreros. Teníamos un demonio justo en frente y no sabíamos cómo iba a terminar nuestra batalla con él.
Sin importar la superioridad numérica, ese demonio iba matando y absorbiendo el alma de cada uno de nosotros y haciéndose cada vez más fuerte. Aunque él era muy bueno peleando, su verdadera fuerza provenía de esa arma maldita. Había que quitársela, para tal vez así, tener oportunidad alguna.
Después de un largo y sangriento combate, logramos despojar al demonio de su arma. Mis compañeros me hicieron el tiempo necesario para poder activar mi Prisión Rúnica y así atrapar a este demonio para que no siguiera sembrando el caos a donde quiera que fuera.
Aunque al regresar a Heikō, hubo celebración por el éxito de la misión (rescatar a Olaf), vi cómo muchas familias habían perdido a miembros suyos. Muy apenado me dirigí personalmente a cada familia a pedir disculpas por no haber sido lo suficientemente fuerte para salvar a todos, pero ellos entendían que eso era parte del trabajo.
La oscuridad de ese demonio es algo que jamás volví a ver, hasta que Zed me está contando lo sucedido...
—¡¿Qué pasa con Zed?! — Me dice Z.
—Tranquilo, Z. Es normal que tenga una reacción así, es apenas un niño. Ver morir a sus padres ha desgarrado su alma y sus sentimientos.
—¿Cómo podemos ayudarlo?
—Alejándolo de la muerte y de la guerra.
—¿Cómo? — Me dice Zauz. — Yo pensé que lo que quería es que entrara al programa para ser un ninja.
—Lo hará, pero seguramente la inestabilidad de su alma le impedirá ser un Ninja. Al menos, se lo impide ahora. Es un alma demasiado vulnerable que necesita ser tratada con mucho cuidado.
—Maestro, perdone mi atrevimiento, pero he visto mucho coraje y valentía en este niño. Él nos tendrá a nosotros en todo momento para apoyarle y que no se pierda por el camino del mal.
—La decisión no es tan fácil, Z. — Digo mientras toco el pecho de Zed, necesito ver lo que hay en su corazón.
—¿Quiere que lleve a Zed hasta su hogar?
—No. Llama a Gragas, dile que venga por el niño y que necesito conversar también con él.
—Está bien, maestro. Con su permiso. — Z hace reverencia a mi persona y se retira.
—Bien, ahora solo somos tú y yo, Zed. — Le digo en mi mente.
Me levanto y con un hechizo de levitación, me llevo el cuerpo de Zed hasta una habitación de reposo; lo acuesto y me siento a esperar a que despierte.
Necesito conversar de este tema con el Consejo Secreto de Ninjas; una organización creada por personas con mucha sabiduría que se dedican a guiar a todos los ninjas por el buen camino. Junto a la cama de Zed, me pongo en posición de meditación para poder conversar con ellos.
—Oh, sabios maestros, me encuentro aquí una vez más implorando que escuchen mis necesidades y que puedan una vez más, darme la guía que necesito...
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Termino de conversar con el Consejo y pasadas unas horas, escucho los pasos de Gragas en la sala principal del templo. Es hora de hablar con él.
—Maestro Kusho. — Me dice sin sorpresa alguna de verme.
—Gragas. — Contesté de manera rápida. — Me alegra mucho verte.
—Por favor maestro, no entremos en este tipo de conversación. Dígame qué es lo que necesita. — Me dice con un tono tajante. — Me dijeron que quería conversar conmigo y aquí estoy.
—Supongo que sabes por lo que te he llamado.
—Esta vez no estoy aquí por mí, estoy aquí porque Zed necesita un hogar para crecer. Necesita una familia.
—Tú sabes el acuerdo que teníamos, Gragas. Puedes entrar a Heikō para que puedas complacer tus insaciables deseos de beber, pero no te puedes quedar.
—Esta vez no he venido por bebida, he venido a quedarme.
—¿Sabes las condiciones que tenemos aquí para que una persona se quede, no?
—Sí, tengo que ofrecerle algún beneficio a la comunidad.
—Así es, Gragas. He visto que estos días has estado ayudando en el sector agricultor. Trayendo los cultivos desde los terrenos hasta el mercado.
—¿Cuál es el objetivo de esta conversación, Maestro?
—No necesitamos ayuda en el sector agricultor. Necesitamos guerreros, Gragas.
—No puedo unirme a sus tropas, Maestro. Yo jamás he estado en ningún ejército.
—Se te entrenará para ello.
—Lo siento, Maestro. Pero me quedaré en el sector agricultor.
—Si no eres tú, tomaremos a Zed. — Le digo forzándolo a unirse a mis tropas. No tiene elección.
—Espere, espere, él es solo un niño.
—Sabes que tenemos un programa para guiarlos desde pequeños, eso no es problema.
—No, Zed no puede pelear. Él no se encuentra bien para eso.
—Entonces creo que no tienes opción.
—¿Quién cuidará a Zed cuando yo no esté? — Me pregunta preocupado.
—Yo me encargaré de eso. Por ahora, llévate el cuerpo de Zed; inicias mañana con tus entrenamientos. No faltes, por favor. Puedes retirarte. — le digo mientras uno de mis sirvientes trae el cuerpo de Zed y se lo entregan a Gragas.
—Con su permiso, Maestro. — Hace una reverencia a mi persona y se va cargando a Zed.
Desde ahora, con Zed aquí, las cosas cambiarán.
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La oscuridad de un alma desgarrada.
Ficción GeneralZed es un niño que vive en una aldea pacífica llamada Kin. Todo es muy tranquilo, hasta que una noche un escuadrón desconocido devasta sin piedad a toda la aldea. Zed logra escapar gracias al sacrificio de su padre. Al ver el ataque, la aldea vecina...