Capítulo 18: Ruptura.

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—¿Qué es lo que te preocupa, cariño? — Dice Syndra, acariciándome el cabello.

—No ser lo suficientemente fuerte. — Digo mirando al suelo.

—¿No te has entrenando lo suficiente todo este tiempo para convertirte en el mejor?

—¿Y si no lo consigo?... ¿Y si es mejor, dar vuelta atrás e intentar olvidar todo lo que nos ha pasado? — Vuelvo a mirar sus ojos.

El hermoso y estructural cuerpo de Syndra, comienza a crecer y a volverse color negro, acompañado de un aura color rojo fuego que se dibuja alrededor de su piel. De sus hombros empiezan a salir huesos como afilados picos. En sus manos crecen unas horribles y grandes garras. Y su expresión corporal se encorva un poco.

—¡¿Acaso no quieres vengarme?! — Me grita con una demoniaca voz.

—Es todo lo que deseo...

—¡¿Entonces qué esperas?! — Grita otra figura oscura mientras golpea fuertemente la pared, hablando como Gragas, pero desfigurado de la misma forma que Syndra. Totalmente negro, con la misma aura roja y con espeluznantes alteraciones en su cuerpo. Cada vértebra de su espalda, es una afilada roca que rompe su piel. Colmillos enormes salen de su boca cubriéndole medio rostro. Tanto él, como sus puños han crecido al doble.

—Tienes miedo. — Dice mi padre Kenta, que se encuentra al otro lado de la habitación que los demonios. — Miedo de convertirte en lo que sabes que no eres.

—¡No tengo miedo. Ya no más! — Le grito.

—¿En qué te has convertido, pequeño? — Dice mi madre Aiyana, apareciendo justo al lado de mi padre, tomándole su mano. — ¿Es esto lo que tú querías llegar a ser?

—No lo sé... — Respondo mirando al suelo.

—¿Por qué les haces caso, Zed? ¡Tienes que vengarme! — Dice la horrible silueta alterada de Syndra. — ¡Demuéstrame que me amas!

—Hijo, yo no soy el padre de un monstruo. Sea lo que sea que estés planeando, tiene que parar. Tú sabes que este no es el camino. —Dice mi padre.

—Lo sé... — Digo y comienzo a caminar cabizbajo hacia mis padres, dándole la espalda a Gragas y a Syndra.

Pero la figura alterada de Gragas empieza a golpearse fuertemente el pecho, como si fuera un gorila, provocando que yo deje de avanzar hacia mis padres.

—¡Nosotros fuimos las víctimas, Zed! Nosotros fuimos asesinados sin piedad y todo por amarte. Todos merecen el mismo castigo. Nadie nunca se preocupó por ti tanto como nosotros lo hemos hecho. —Dice. — Kusho es el causante de tanto dolor y sufrimiento. Tú eres el único que puedes llegar a detenerlo.

La figura oscura de Kusho, aparece detrás de las horribles versiones de Gragas y Syndra.

—¿No es venganza lo que has buscando todos estos años, Zed? Sabes quién soy, porque ya lo has descubierto, pero todavía no quieres verme y mucho menos enfrentarme. ¡¿Qué te detiene?! — Me grita.

—¡CALLATE! — Le grito.

—Zed. — Dice Shen, detrás de mis padres. — Podemos ayudarte. Vuelve a nosotros. Vuelve a mí y te prometo que nadie volverá a lastimarte. ¡Vuelve con nosotros, Zed! Sé que en tu cabeza existe una confusión mortal, pero causar tanto dolor no te tranquilizará... Entiende que si tú atacas, nadie tendrá consideración de ti y llegarán a lastimarte. Que tu fuego interior no provoque el incendio en todo un reino. Todavía es tiempo para salvar tu alma.

—Tu momento de decidir ha llegado, Zed. — Dice Syndra, extendiéndome su mano y regresando a su forma humana, igual que Gragas y Kusho; pero los tres tienen ojos negros y sus venas oscuras marcadas por toda su piel. — ¿Serás tan fuerte como me prometiste que serías?

—Hijo, —Dice mi padre. — no lo hagas.

—Tú siempre fuiste mi mejor amigo. — Dice Gragas.

—Vuelve a mí, pequeño. — Dice mi madre, con lágrimas en los ojos. — Vuelve a mis brazos.

—Toma todo lo que te he arrebatado, Zed. Todo por lo que tanto has sufrido. — Dice Kusho.

—Todavía es tiempo, hermano... — Termina Shen.

—¡ELIGE, ZED! — Me grita Syndra.

La presión de todas las voces, el desconcierto de ya no poder diferenciar el bien y el mal, el profundo dolor que cargo en mi corazón y la insaciable sed de venganza, provocan que emita un fuerte grito. A medio grito, sin importar la traición que haga a mis padres... tomo la mano de Syndra... Mi madre abraza llorando a mi padre antes de desaparecer del lugar junto a Shen. Mi grito termina y la habitación queda en completo silencio. Al ver mis manos y mi cuerpo, mis venas se han vuelto oscuras y sobresalen de mi piel, teniendo también los ojos color negro, justo como Syndra, Gragas y Kusho están.

Ya no hay vuelta atrás. El momento que tanto he estado esperando, por fin ha llegado.

La oscuridad de un alma desgarrada.Where stories live. Discover now