—Que buen día ha sido este. Con mi barril, tomando este exquisito manjar con mis amigos imaginarios causados por mi borrachera y por estar viendo a Irelia, mi vecina tan hermosa, con gran... corazón. — Digo en mi mente.
—¡Gragas, ¿qué estás haciendo?! — Me dice la niña Moy.
—¿Ah? ¿De qué hablas? — Le contesto.
—¡Te estás comiendo los rábanos y zanahorias de mis cerdos! ¡Sal de ahí, gordo! — Me amenaza con pegarme con su escoba.
—Espere señora. Todo tiene una explicación. — Le digo convenciéndome de que en realidad la tiene. No me acuerdo ni cómo llegué aquí.
—¿Sí? A ver, dime. — Me lo dice con una voz dominante y sarcástica, ella sabe que no tengo explicaciones.
—Soy el nuevo departamento de calidad de Kin, pruebo la comida de sus cerdos para asegurarme que tienen una dieta saludable y un futuro prometedor. — Sí, suena muy convincente.
—No me jodas, Gragas. Sal de ahí, vete a tu casa. — Diablos, no se creyó nada.
—Al cabo que ni están buenas las zanahorias — Me dice el unicornio azul con alas verdes.
—Sí, Uni tiene razón, los rábanos tampoco están buenos. Mejor seguimos solo con tu cerveza, Gragas. — Me dice Rami, una cabra con caparazón de tortuga.
—¿Crees que compartiré mi cerveza contigo, Rami? No hermano, consíguete la tuya. — Le contesto, negándote rotundamente a darle de mi cerveza.
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Es de noche y el cielo termina de oscurecer, ya es un poco tarde para ir por más cerveza... ¿A quién engaño? Iré por más. La mejor cervecería la encuentro en Heikō, nuestra aldea vecina. Empiezo mi camino mientras sostengo mi gran barril bajo el brazo derecho. Es un camino de un par de kilómetros, pero solo pensar en esta bebida, vale totalmente la pena recorrer tanto, dulce manjar de dioses.
Es una noche helada, más de lo habitual; se siente mucha brisa, hay neblina y parece que una fuerte tormenta se asoma. No sé si regresarme a Kin... Voy a medio camino. El problema es que no tengo dónde pasar la noche en Heikō y traigo el oro justo para mi bebida... Bah, regresaré el día de mañana.
Me dirijo de regreso a Kin, cuando una sensación de escalofríos invade mi cuerpo. Algo no anda bien; a lo mejor es que ya pasé mucho tiempo sin beber. A medida me acerco más a Kin, esta sensación aumenta. Empiezo a tener un mal presentimiento. Escucho una gran explosión cerca, en Kin. Mi aldea está siendo atacada. Empiezo a correr a gran velocidad, no puede ser que mi problema con la bebida me haya alejado de mi aldea. Ahora las personas están en peligro y no puedo protegerlos.
Veo a lo lejos el incendio, me estoy acercando. El pánico de perder a todos es sorprendente. Mi aldea es todo lo que tengo, nunca nadie me ha aceptado de la forma en que los aldeanos de Kin me aceptan.
Cuando era niño, en mi aldea Xeric me molestaban por mi cuerpo; era siempre el más grande y gordo de todos los niños de mi edad. Intentaba acercarme y hacer amigos, pero ellos solo decían "Vámonos, ya viene el gordo este". No jugaban conmigo, no compartían conmigo. Con el paso del tiempo, me convertí en su objeto de bromas pesadas. Recuerdo esas risas falsas que hacía, solo para ser, al menos, motivo de sus conversaciones. Fingía diversión solo para estar con ellos, para sentir que pertenecía a un grupo. Pero cada palabra, cada golpe, cada escupida, dolían en el fondo de mi corazón... Hasta que un día llegó una niña nueva a la aldea, su nombre era Elizabeth; nos conocimos y me dio una verdadera amistad. Pasamos unos momentos inolvidables. Con ella me olvidaba de mis problemas, no me importaba lo que dijeran de mí y a ella tampoco le importaba que la molestaran por estar conmigo, sin duda, yo era feliz. Llegamos a adolescentes y conservábamos nuestra gran amistad. Mis padres murieron y ella estuvo conmigo para sostenerme y juntos logramos superar ese gran dolor. Me empecé a enamorar de ella y aunque ella nunca me lo dijo, sé que yo también le agradaba. Pero como todo empieza, así termina.
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La oscuridad de un alma desgarrada.
Ficción GeneralZed es un niño que vive en una aldea pacífica llamada Kin. Todo es muy tranquilo, hasta que una noche un escuadrón desconocido devasta sin piedad a toda la aldea. Zed logra escapar gracias al sacrificio de su padre. Al ver el ataque, la aldea vecina...