Corría con angustia, el pecho subía y bajaba más rápido de lo normal y sentía que en cualquier momento el corazón se me saldría de su lugar. Finalmente llegué a dónde había quedado con él un par de horas atrás.
― Has tardado. ― dijo él en vez de saludarme.
― No. ― intenté defenderme un poco.
― Sí. ― insistió.
― Que no... ― volví a negar.
― Si yo digo que sí, Luna, es que sí.
Bufé.
― Lo que tú digas.
― Ves. Lo que yo diga. ― dijo él sentándose en un banco de madera algo viejo.
Rodé los ojos.
― Eres insoportable.
― Así soy yo. ― reconoció él.
― ¿Siempre va a ser así? ― me atreví a preguntar con un hilo de voz.
El muchacho suspiró y se encogió de hombros.
― No creo; quizá en sesenta años, cuando sea un viejo canoso, esté con mi nieto en algún parque y hable contigo para recordarme lo capullo que era antes.
Me mordí las uñas nerviosa; básicamente era el sueño que había tenido unas semanas atrás. ¿Cómo podía haber tales coincidencias? ¿Era capaz de leer la mente o algo así?
― Luna. ― me llamó. ― Yo también lo soñé.
Y suspiramos a la vez.
Puso música en su teléfono y me tendió un casco, me lo puse y le dio al play a una preciosa canción que amaba.
― Es mi favorita. ― cofesé.
― Y la mía. ― dijo él sonriendo de lado. Miró la hora. ― Es tarde y he de irme a casa, mi padre me espera para irnos a cenar fuera.
Sonreí.
― ¿Tu padre?
Me sentí mal cuando se me escapó la pregunta. No sabía nada de él a pesar de que él sabía mucho sobre mi vida.
― El doctor que estuvo en tu casa era mi padre, Sandro.
Me encogí de hombros.
― Está bien, ― suspiré. ― yo me voy a quedar aquí un rato más.
Él asintió y se marchó.
Vi a lo lejos a Dani hablando con Almudena, quién parecía enfadada, y entonces le dio una bofetada.
Maldiciendo por lo bajo, Dani, se sentó en un banco y suspiró. Parecía de los nervios y pensé que quizá yo tenía algo de culpa. Me levanté y me acerqué a él. No dije nada, tan solo me senté a su lado en silencio.
Hacía casi una semana desde mi ruptura con él.
― Siempre te voy a querer, Luna. ― dijo. ― Te he visto con Bruno y quiero lo mejor para ti. Siempre me vas a tener, ¿vale? Siempre tendrás a una persona en la que confiar, un puerto seguro, un ancla. Siempre.
No sabía cómo reaccionar, ¿que pretendía decir con eso?
― ¿A qué viene todo esto, Dani?
― ¿Casualidad o destino? ― dijo mirando el vacío.
― Destino. ― respondí firmemente.
― ¿Recuerdas que hace un tiempo te hice la misma pregunta? ― preguntó aún con la mirada inexpresiva, vacía. Asentí. ― Dijiste que creías en ti misma.
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¿CASUALIDAD O DESTINO?
Novela JuvenilLuna es una joven de diecisiete años que vive feliz en el barrio de Triana. Allí conocerá a Dani, quién marcará un antes y un después en su vida. Por otro lado recordará quién fue realmente su primer amor además de aprender a distinguir entre los su...