Ya estaba oscureciendo por lo que decidí romper el silencio.
― ¿En qué piensas?
― En nada en especial. ― respondió mirando al vacío.
La verdad es que él me había preguntado mil y veces en que pensaba pero para ser sinceros yo a él ni una sola vez nunca, ni una sola.
― Tengo que irme a casa, hoy tengo que cenar con mi padre. ¿Te acompaño a casa?
― No, me quedo un rato más.
Y se marchó sin mirar atrás.
Me dio tiempo a pensar, antes de volver a casa, en que quizá podría darle una oportunidad a mi padre y a su novia. Después de todo, la culpa principal fue de mi madre al contarle esa milonga.
Y cuando me quise dar cuenta ya había oscurecido demasiado.
Sin darme cuenta llegué a casa en poco tiempo.
― Hola... ― dije sin entusiasmo.
― Hola mi arma. ― saludó mi madre.
― Canija...
Fulminé con la mirada a David, odiaba que me llamase así.
Subí a mi cuarto a cambiarme y ponerme el pijama.
Bajé y mi padre estaba viendo el partido del Barcelona contra el Atlético de Madrid junto mi hermano medio sobado y su novia aburrida viendo a tíos en pantalón corto dándole patadas a una pelota inflable.
― Esto... Eh... ― empecé desde la escalera. ― Quiero probar una convivencia con vosotros. ― me atreví a decir. ― Solo hasta el inicio de las clases.
Suspiré, quedaban dos semanas.
― ¡Claro! ― exclamó él, alegre, despertando a mi hermano. ― Mañana haz las maletas porque he hablado con Violeta y ha accedido a trasladarnos mañana. David ya ha conocido a mi pareja y hemos arreglado un poco más la casa. Te encantará, ya verás. Volveremos a ser una familia.
Familia... Repetí en mi mente.
Hacía muchísimo tiempo que no escuchaba esa palabra y lo evitaba.
― Está bien, mañana lo preparo todo. Buenas noches.
― Buenas noches, conejita.
Cuando subí el primer escalón las palabras de mi padre me hicieron sentir añoranza por esos tiempos.
― La felicidad consiste en dormir. ― sus palabras me hicieron llorar.
Esa era la frase que siempre me decía antes de irme a la cama.
Subí a mi cuarto sin cenar, para ser sinceros, el estómago se me había cerrado por completo. No tenía nada de hambre. Me metí en la cama y empecé a leer.
No leí mucho puesto a que no dejaba de mirar la bola de cristal que aquella señora de la tienda de antigüedades me había regalado. Era fantástica cómo la purpurina que simulaba los copos de nieve caían sobre las figuritas del interior del cristal. Lo bonito que se veía, el hecho de estar en un lugar aislado del mundo, sí, por una vez me hubiera gustado estar ahí dentro.
No pude más y caí en un sueño profundo.
***
Estaba en medio del Mediterráneo. Iba en una pequeña barca en la que solo cabían unas tres o quizá cuatro personas. No había remos, sólo había dos mantas y una enorme caja con tres bengalas de emergencia, un montón de comida de esa sosa y dos botellas de agua con dos embudos.
![](https://img.wattpad.com/cover/22215007-288-k565983.jpg)
ESTÁS LEYENDO
¿CASUALIDAD O DESTINO?
Novela JuvenilLuna es una joven de diecisiete años que vive feliz en el barrio de Triana. Allí conocerá a Dani, quién marcará un antes y un después en su vida. Por otro lado recordará quién fue realmente su primer amor además de aprender a distinguir entre los su...