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— ¡Esto está muy mal! —suspiró Minerva intentando calmarse mientras caminaba de un lado a otro en la habitación, Theo y Guillermo seguían sus pasos—. Ella puede decir algo y arruinarnos—miró a Theo—. Estamos muertos.

—Tranquila, ¿sí? —la tomó Theo de las manos—. Conozco a Sol, ella no se lo dirá a nadie. Además me hundo yo solo, a ti no te metí en esto. Tú no ibas a caer por mi culpa.

—Estamos muertos igual; si tú caes yo caigo—Guillermo los observó a ambos y negó.

—Minerva, quédate tranquila. Theo sabe cómo solucionar esto, sólo necesita pensar con claridad—le dijo Guillermo—. No te alteres que la situación se pone más complicada de esa forma.

— ¿Ya la fuiste a buscar? —preguntó mirando a Theo, él asintió.

—Lo intenté hacer en la mañana, pero ella no quería verme. Su abuela dijo que no estaba pero sé que sí se encontraba; no sé qué hacer ahora.

Minerva se sentó entre ambos y echó su espalda en la cama. Theo hizo lo mismo y Guillermo terminó siguiéndolos. Los tres permanecieron en silencio por unos minutos, sólo miraban el techo sin saber qué hacer o qué decir.

No era una situación difícil, pero necesitaban saber qué podían hacer para acomodar todo lo que se le había salido de las manos.

—No quería decir esto—habló Guillermo—, pero les dije que esto podía pasar—Minerva se sentó en la cama y lo miró seria.

—Tú no hables—se molestó—. Estás siempre quejándote de nuestra prueba porque dices que no tenemos la suficiente valentía de invitar a salir a alguien pero tú eres igual de cobarde. Tienes a muchas chicas buscándote y no haces nada, no le das la oportunidad a ninguna.

—Porque no quiero tener nada con ellas—se levantó Guillermo, Theo hizo lo mismo y se levantó se la cama para no estar metido en medio de su pelea—. Sólo quiero estar con una chica, sólo con una y no sabes lo molesto que es que ella no intente nada contigo porque seguramente haya salido en su tonta prueba que no tiene compatibilidad conmigo.

Minerva lo miró y supo al instante que se había referido a ella.

—Pero descuida, no seré cobarde entonces y te diré que me gustas—dijo alterado, Minerva se sonrojó y Guillermo se dio cuenta de lo que había hecho.

Se levantó de la cama y salió rápido de la habitación.

—Yo tú lo sigo—habló Theo mirando todo con una pequeña sonrisa en el rostro—. Le diría que a ti te sucede lo mismo, no sé.

Minerva permaneció un momento en silencio y luego se levantó de la cama para salir y seguir a Guillermo.

~•~

—Papá—habló Theo desde la entrada al estudio, Fabricio quitó la vista de la computadora y lo miró con interés—. ¿Puedo hablar contigo de algo?

—Pasa campeón—le dijo, se levantó de la silla y caminó hacia el sillón que estaba cerca de la biblioteca. Theo se sentó a su lado.

—Me gusta una chica—confesó—, e hice algo que posiblemente la haya lastimado.

— ¿Qué sucedió? —preguntó con calma.

—Minerva y yo tenemos desde hace ya un tiempo una prueba que mide el nivel de compatibilidad que tienes con una persona—Fabricio mostró un gesto de asombro—. Sé que suena estúpido pero la creamos al inicio de la secundaria y sabes cómo era de inseguro en ese tiempo. ¿Recuerdas que el psicólogo me pidió que buscara actividades o hiciera cosas que me sintieran seguro? —él asintió—. Pues pensé que una prueba que te dijera si las cosas podía salir bien o no con alguien era la mejor forma de sentirse bien.

—Entonces esta prueba te ayuda sentirte cómodo—dijo—. ¿Y qué sucedió con eso?

—Esa prueba lleva diciéndome desde que inició el año que no puedo salir con Sol porque no somos compatibles, y llegó un punto en donde no me importó y quise hablar con ella al menos como amigos, pero la verdad es que no la quería como una amiga. Ella me gusta, antes me llamaba mucho la atención pero desde que hablo con ella me di cuenta de que es realmente la chica que quiero.

—Theo, tienes catorce años y sé que mucha gente te dirá que eres muy joven para sentirte enamorado, pero la verdad es que están muy equivocados. El amor no se mide por la edad sino por cómo te sientes, es algo que uno sólo sabe, y a veces por mucho que a uno le guste alguien no va a poder darse—habló con tranquilidad—. Pero eres joven y cometerás errores, muchos peor muchos errores y está bien eso, porque te enseña a continuar y a crecer. Así que si te gusta esa chica, ¿por qué no se lo dices?

—Lo hice y ella se sintió de la misma forma pero continué con la prueba, quería que me dijera que entre ella y yo sí había compatibilidad, y le oculté ese hecho, más cuando se dio cuenta de que había alguien que subía los test al foro de la página y utilizaba las respuestas de las personas. Y cuando me preguntó le mentí y dije que no sabía nada.

—Pero eras tú.

—Tenía miedo de que pensara que era un niño inseguro—bajó la mirada—. He mejorado mucho con todo eso, sabes que hablo más con las chicas y he salido con ellas.

— ¿Y le dijiste esto a Sol?

—No quiere hablarme, me bloqueó ayer cuando se enteró de todo.

—Pues deberás buscar una forma de contarle la verdad y disculparte con ella. Dile lo que me estás contando, la verdad siempre la forma.

— ¿Y si no quiere hablarme igual?

—Al menos le contaste la verdad—apoyó su mano en el hombro de Theo—. Hijo, las chicas a tu edad son complicadas de entender, pasan por momentos que uno como hombre le toma muy poca importa, maduran mucho más rápido y dejan de gustarles cosas que a ti posiblemente te gustarán hasta los dieciséis, pero siempre van a querer que les digas la verdad. Y eso sucede con todas las edades, y si ella te gusta entonces ve y díselo. Quizás no dure para siempre o puede que sí lo haga, sólo hazlo que créeme que no te arrepentirás.

Theo asintió, sabía que su papá tenía razón pero tenía miedo a lo que Sol pudiese pensar. ¿Y si no lo quería escuchar? ¿Y si lo hacía pero no le creía? ¿O si no lo perdonaba? Debía dejar de ser un niño y pensar como alguien grande, debía luchar por la chica.

— ¿Puedes llevarme a su casa?

La primera vez que Theo besó a una chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora