R E M O L I N O

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TEMPLO SUBMARINO

Los ojos comenzaron a molestarle por lo que los abrió lentamente mirando confundida el techo sobre su cabeza. Con sus manos arrugó la tela que no reconoció como las sábanas de su cama, con dificultad y algo de fatiga se incorporó, miró hacia ambos lados.

— El templo submarino. . . -Susurró en cuanto notó que estaba en los dominios de Poseidon, su ahora esposo.

— Efectivamente, esta en el templo submarino.- Una voz que ella distinguió como Dragón Marino se acercó hasta ella hasta sentarse en la misma cama que ella. Ariandel subió su mirada hasta la del joven General que la miraba con preocupación.

Dragón Marino se quedó con ella las 2 noches que durmió sin ser molestada, logrando recuperar su fuerza, Poseidon de igual forma estuvo con ella pero cuando debía retirarse le ordenó a su General más fuerte cuidarla.

— Mis santos. . . ¿Dónde están mis caballeros? ¿El santuario? Debo regresar.- Llevó su diestra hasta su frente acusando un leve dolor de cabeza al recordar los acontecimientos en el santuario. Se incorporó rápido de pie buscando sus zapatos dispuesta a volver al Santuario, pero Dragón Marino se lo impidió.

— Tranquila mi señora, yo la llevaré hasta sus santos. Están aquí-. Le indicó él lo que sorprendió a Ariandel. ¿Entonces Poseidon los había traído a todos al Templo bajo el mar?. . .  realmente le debía mucho al Dios del Mar.

Sus pasos la llevaron hasta un salón donde pudo ver lo que necesitaba, sus caballeros estaban allí, esperándola como siempre. Los contó sin poder evitar sentir un alivió tan grande, estaban los 14, todos uno a uno ya recuperados aunque los más lastimados con algunos vendajes y heridas que aún no cerraban por completo.

— Muchas gracias por traerme Dragón Marino. . . ahora podrías dejarnos solos. . . necesito hablar con mis santos un momento.- Le pidió amablemente al general quién asintió retirándose dejándola segura con sus servidores.

El ambiente era tenso y triste, ninguno de los 14 santos habló, ni le dirigió la mirada. Ella, nerviosa,  pasó por cada uno revisando que  estuvieran bien, acarició con delicadeza el rostro de cada uno de ellos, temió tanto por su salud. Cuando llegó hasta Kai Kauz notó como este no la miró en ningún momento, no le dirigió ninguna palabra , como si estuviera molesto con ella, lo que le causo mucha inquietud a la castaña ¿Por qué estaría así?

Y por fin llegó a él.

Se puso frente a él, extendió su mano por el rostro de Dante.

Pero él se zafó de su caricia

La miró a los ojos, molesto.

Reprochandole algo

Y ella entendió

Entendió que les debía una explicación.

— Veo que ya saben. . . sobre mi unión con Poseidon. . . ¿Es eso lo que los tiene tan callados?- Ningún santo hablo, lo que le dio a entender a Ariandel lo molestos que estaban con la noticia. — Tienen que entenderme, no tenía otra opción, si no aceptaba aquel trato no podía defenderlos de Ares.- Decía ella alzando su voz angustiada ya que ninguno de los santos decía nada.— Por favor. . . tienen que entenderme, lo hice porque no me quedó otro remedio. . . -. Los miró a cada uno buscando sus miradas. — Kiki. . . ¿Tú me entiendes verdad?.- Le preguntó a su santo más sensato. El santo de Aries levantó su mirada y por un momento recordó a su maestro Mu, que jamás dudó de las decisiones que tomó Saori, y luego asintió sorprendiendo a alguna de sus compañeros y logrando un poco más de alivió en Athena, al menos alguien la entendía.

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2019 ⏰

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