03. Bonito lugar.
*Detroit - Míchigan, Estados Unidos.
El avión acababa de aterrizar después de varias horas de vuelo. Bajaban del avión con ganas de empezar, no solo ellas sino también el comisario que les había acompañado en todo el trayecto. Por suerte, ahora no estaban tan controladas por policías como en su pueblo. El comisario había dado la orden de dejar que ellas hicieran su marcha, que hicieran lo que quisieran, pero cumpliendo las reglas y el pacto que tenían para no ir a la cárcel.
Si la cagaban, era su problema. Los policías no iban a intervenir en ningún momento de la infiltración, a no ser que vieran que realmente estaban en peligro.
Al estar acompañadas de un importante comisario como era el Sr. Matthews, que así era como le conocían, no tuvieron que hacer cola para recoger sus maletas como hacía todo el mundo. En cuestión de segundos se las trajeron unos hombres de negro. Tuvieron que cargar con ellas hasta el coche que les esperaba en la salida del aeropuerto y se retrasaron un poco por quedarse viendo la ciudad desde la entrada, puesto que nunca antes habían ido a una ciudad como esta, aunque la verdad es que nunca habían ido a ninguna ciudad, se habían pasado toda la vida encerradas en su pueblo y por ello estaban sorprendidas.
— ¿Qué cojones hacéis ahí paradas? –se quejó el comisario bajando la ventanilla del coche para que lo escucharan. — Mover el culo y subir al coche, tenemos trabajo que hacer.
Delia suspiró al igual que su amiga y les dejaron las maletas al chico que estaba ocupándose de meterlas en el maletero. Se subieron en la parte de atrás y esperaron a llegar a su destino.
Westin Book Cadillac.
Así se llamaba el hotel en el que se iban a hospedar todo lo que durara la infiltración. Una infiltración como esta podía durar meses o incluso años. Todo dependiendo del trabajo de las chicas, lo que si era cierto, es que no tenían prisas. Ni ellas ni los policías. Por suerte, el hotel estaba cerca de todo tipo de casinos, clubs de alterne, discotecas, etc.
— ¿Cuál es nuestra habitación? –preguntó Scarlett bajando del coche.
— Ahora preguntaremos en recepción –respondió el comisario que se había olvidado por completo del número de las habitaciones que había reservado hacía un par de días.
Al llegar al hotel las mejores amigas se miraron sorprendidas. El chico de los botones, quién les había saludado nada más bajar, era increíblemente guapo. Y no solo eso, también estaba genial físicamente. El uniforme de empresa que llevaba no ocultaba sus músculos, de hecho, los marcaba todavía más. Delia se giró un momento con la excusa de cerrar la puerta y se acomodó el sujetador, mirándose en la ventanilla del coche parar observar como se le veía el escote. Perfecto, pensó.
— Hola –le devolvió el saludo minutos después de que este las saludara. El chico la miró extrañado pero le saludó de vuelta y le dedicó una amplia sonrisa. No estaba ligando con ella, ese era su trabajo aunque Delia pensara lo contrario. — A este me lo llevo a la cama –le susurró a su amiga por lo bajo para que el chico no pudiera escucharlo.
Scarlett empezó a reír, intentando olvidar el comentario de su amiga.
— Delia es su trabajo, ni siquiera sabes su nombre –replicó esta mirando como Delia hacía el rídiculo delante del chico, únicamente por llegar a gustarle. Gustarle físicamente, puesto que ni la conocía ni ella le conocía a él.
— Me llamo Marcus –dijo el chico cuando escuchó las palabras de aquella chica rubia que le había llamado la atención desde un principio. Se presentó disimuladamente mientras hacía su trabajo, ya que si le pillaban ignorando a un solo cliente que entrara o saliera del hotel, le podían llegar a despedir.
— Ya no nos interesa –respondió Delia cogiendo a su amiga del brazo para llevársela dentro del hotel. Se la había llevado porque sabía que la que le había gustado había sido Scarlett y no ella, y eso le enfadaba.
— ¡Quería seguir conociéndolo! –Scarlett, sabiendo que a su amiga siempre le había molestado que esta le quitara los chicos, le intentó picar.
— Muérete Scar... –murmuró.
— Aquí tienen –les dijo la chica de recepción interrumpiéndoles y entregándoles dos tarjetas que correspondían a las llaves de sus habitaciones. Al no saber cómo eran ni cual era más grande, lo echaron a suertes. La llave que le tocó a Scarlett era la de la habitación 144, y la de Delia era la 130. No entendían porque el comisario las había puesto tan separadas, porque aunque estuvieran en el mismo piso y en el mismo pasillo eso les molestaba. Querían estar la una junto a la otra.
Subieron en un ascensor con un señor que llevaban sus maletas y las acompañó a sus respectivas habitaciones. El comisario había desaparecido en cuanto bajó del coche y entró en el hotel. Las chicas no tenían ni idea de dónde se había metido, pero daban a suponer que estaría en su habitación ocupándose del caso. Y así era. Estaba planeando todo para esta noche. La primera noche que las chicas saldrían a investigar, y ni siquiera estaban nerviosas. De hecho, amaban salir de fiesta, fuera con el fin que fuera.
***
— Entonces... ¿lo habéis entendido?
Scarlett asintió mientras miraba el reloj de muñeca que le había prestado su amiga para que le hiciera conjunto con la ropa que llevaba. Eran las 12 de la noche pasadas y todavía no habían salido del hotel. Estaban en el comedor escuchando el plan que tenía el comisario. El cual, a ellas les parecía totalmente rídiculo. Consistía en ir cada una por su parte como si no se conocieran de nada, solo para atraer a diferentes traficantes. Eso era una locura para ellas. Y no estaban dispuestas a correr riesgos la primera noche. Necesitaban ganar terreno, conocer las zonas y a la gente. Después, todo iría según la marcha, y si tenían que correr algún tipo de peligro, lo correrían. Pero no ahora ni hoy.
— Le recuerdo que ha dicho que nosotras hiciéramos nuestro propio camino como nos diera la gana, así que con perdón, váyase a la mierda y deje de darnos ordenes –cansada de la charla, Scarlett se levantó y cogió a Delia del brazo. Esta le sonrió y le agradeció que le plantara cara, no lo hubiera soportado ni un solo minuto más.
Salieron del hotel y Marcus todavía estaba plantado en la entrada recibiendo y despidiendo a los clientes que pasaban. Delia lo ignoró por completo cuando este les dijo que tuvieran buena noche y se fueron del hotel en un taxi. No se habían quedado a escuchar el nombre del local al que tenían que ir así que Scarlett le dijo al taxista que les dejara en el local más famoso de la ciudad.
— Supongo que es este –habló Scarlett cuando el taxi paró en un local con unas luces de neón cegadoras y con treinta personas por los suelos. Treinta. No estaba exagerando, había chicas por toda la calle tiradas en el suelo, seguramente drogadas. Lo que no sabía es si estaban drogadas con su consentimiento o sin este.
— Cristal –mencionó Delia como si hubiera leído la mente de su amiga. El cristal era una droga química muy potente al igual que peligrosa e ilegal, era más conocida por metanfetamina. Uno de sus efectos fisiológicos inmediatos era el aumento del apetito sexual y lo más probable es que todas estas chicas exaltadas estuvieran bajo esa droga por una única razón: violación.
□□□
~no a las lectoras fantasmas, si lees vota & comenta, lo agradecería mucho de verdad, gracias por leer chicas xx~ dentro de nada se viene lo bueno :)
nota: si quieren que le dedique algún capítulo solo díganlo por comentario <3
ESTÁS LEYENDO
Amistad Infiltrada. (+16)
RomanceUna amistad. Un pacto. Unas reglas. Y una infiltración que lo cambiará todo. Esta obra esta registrada en Safe Creative bajo el código: 1409011876953. La copia o la adaptación de esta novela esta totalmente prohibida. Copyright © 2014 Stayinghopef...