Chapter 12

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                                                                        12. Pesadez parte 2.

*Las Afueras de Detroit.

Wes no dijo nada después de escuchar como Scarlett aceptaba a lo que él le había propuesto y sin más demora se dirigió hacía dónde había aparcado su coche, esperando que la chica estuviera siguiendo sus pasos. Escuchaba de fondo como arrastraba toda la arena que había en las sucias calles de ese barrio y enseguida supo que le estaba siguiendo más cerca de lo que se pensaba. Se paró en seco al llegar y los pies de Scarlett tropezaron consiguiendo que se diera un golpe con el duro cuerpo del chico.

 —  ¿Eres gilipollas? ¿Por qué te paras? –preguntó empujándolo desde atrás para que siguiera avanzando, pero no había conseguido ni que se moviera un solo centímetro. 

 —  Es este mi coche, muñeca –aseguró Wes mirándole por el rabillo del ojo y sonriéndole con diversión. Estaba ansioso por pasar la noche entera con ella, a pesar de saber que el cáracter de la chica iba a seguir siendo el mismo. Borde. Distante y enfadada.

Scarlett se quedó avergonzada en el sitio y asintió como si no le importara subirse al mismo coche que él, cuando en realidad era lo que menos quería. No sabía a dónde la iba a llevar y tampoco sabía si de verdad quería estar tan cerca de él, encerrados en un coche todo el camino. Los dos solos. Wes le abrió la puerta como todo un caballero pero Scarlett seguía sin mostrarse receptiva a sus intentos de ser "buena persona". No se creía ese papel de un jefe, de uno como él. Le miró asqueada y entró, cerrando la puerta antes de que él pudiera hacerlo. Wes se dirigió a su asiento y cuando entró se puso el cinturón.

 —  Buena chica, te has puesto el cinturón –le comentó recordando la escena que había vivido con Delia unas horas antes en el mismo lugar en el que ahora estaba Scarlett. 

 —  Arranca el coche de una vez –exigió tratando de ignorarlo por completo. Pero la idea de pasar tantas horas con él, todos los días, le provocaba un mal estar interno. ¿Podrían llevarse bien?

 —  A sus órdenes, señorita.

El camino fue algo incómodo para ambos, sin tema de conversión, sin música de fondo y por si fuera poco, con las calles desiertas no había nada con lo que entretenerse mientras Wes conducía y mientras Scarlett miraba por la ventana tratando de olvidar la compañía. Habían pasado 20 minutos (o eso ponía en el reloj del coche) y Scarlett ya se estaba temiendo lo peor. ¿Y si la estaba sacando de la ciudad para aprovecharse de ella? 

 —  ¿Tienes frío? –preguntó Wes al darse cuenta como su acompañante fruncía el ceño mientras se movía incómodamente en el asiento como si no estuviera en la postura correcta.

 —  No, solo me duele el culo –respondió.

 —  Oh... –rió sorprendido. —  Así que eres de las que les gusta que le den por ahí... –al no tener respuesta de la chica, continuó hablando. —   Entonces, ¿No te importa que pare el coche y te ponga a cuatro patas?

 —  ¡Cada día me das más asco! –gritó Scarlett pegándole fuerte en el hombro, un golpe que por primera vez tuvo efecto y consecuencias. 

Wes paró en el coche cogiendo el freno de mano, provocando que las ruedas marcaran las carretera como si hubiera derrapado. 

 —  Vuelve a pegarme de esa manera, vamos –propuso desafiando a la chica, quién no se lo pensó dos veces y lo volvió a hacer, esta segunda vez con más preparación y fuerza. —  ¡Bajate del coche! –inspiró enfadado quitándole el cinturón de malas maneras.

Amistad Infiltrada. (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora