Chapter 14

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                                                                  14. Crueldad a menos cero.

*Las afueras de Detroit.

No quería tener que hacerlo, quería irse a casa junto con Delia, que no veía desde hacía unas largas horas pero sabía que estaba bien y no estaba nada preocupada. Se aseguró de que Wes estuviera de espaldas y al ver que estaba cumpliendo su promesa empezó a desvestirse. Se quitó la camisa de lana y se encogió rápidamente por el frío que sentía al estar únicamente en sujetador, pero tuvo que seguir y lo siguiente que se quitó fueron las botas viejas y las medias rotas. 

Una vez en ropa interior no tuvo otra que meterse directamente en el jacuzzi antes de que Wes se girara, pero antes se ató el pelo con una goma para no mojarselo. 

 —  Ya puedes girarte, campeón –le avisó a regañadientes y miró hacía su propio cuerpo para asegurarse de que no se le veía nada.

 —  Te ha llevado tiempo, eh –entró en la cabaña y cerró la puerta para que el calor no se fuera, ya que hacía mucho frío y aunque no hubiera dicho nada se estaba congelando mientras esperaba a que Scarlett se quitara la ropa.  —Ese es mi sitio –dijo Wes señalando el lado en el que la chica se había sentado.

Scarlett se negó rotundamente a cambiar de sitio puesto que si se levantaba, Wes podría verle en ropa interior y no iba a darle ese privilegio por nada del mundo. El chico no volvió a quejarse por nada más y se sentó a justo a su lado, donde pudo pulsar un botón para que las burbujas comenzaran a salir a flote.

 —  ¿Confias en mí?

Negó con la cabeza sin necesidad de hablar para hacérselo saber al rubio y le miró atentamente, esperando que hiciera algo, pero el chico se quedó callado como si lo que hubiera dicho le hubiera sentado mal.

 —  Dentro de nada vamos a ser un equipo, tendremos que tenernos confianza, ¿no? –preguntó Wes cuando vio que Scarlett no se abría del todo a él, en ambos casos.

 —  ¿Para qué me necesitas? –insistió la chica ante esa pregunta tan inesperada. Sabía que ahora trabajaba para él, lo que no sabía es que trabajan juntos. Juntos. Sonaba tan raro para la cabeza de Scarlett que solo quería que cualquier pensamiento le inundara excepto ese.

 —  Quizás se me haya pasado comentarte que... Bueno, cada jefe tiene su destino, el mío es Detroit y hay más jefes en otras ciudades. Queremos hacernos con todos los Estados Unidos, Scarlett.

 —  ¡¿Estaís reclutando jefes?! ¿Estás de broma? 

Wes no estaba seguro de contarle todo el plan en tan poco tiempo pero ya que había empezado tenía que terminar de contarlo, sobre todo porque también quería que ella le contara cosas acerca de su pasado, el cual pensaba que se había borrado por completo ya que cada vez que había intentando averiguar algo sobre la chica, saltaban las alarmas. No había nada. Y seguía sin haber cada vez que volvía a buscar algo referente a ella.

 — Ya sabes que en toda manada de jefes, siempre hay uno que manda más... –se vió interrumpido por la voz de Scarlett y se esperó a escuchar lo que la chica le tenía que decir.

 — Y ese eres tú, por supuesto –habló nerviosa intentando que no se notara. Se había imaginado cualquier cosa acerca de esta mafia, de hecho, sabía que aún no había visto ni la mitad de lo que hacía esta mafia tan peligrosa pero que reclutara a gente como si fueran soldados, no tenía muy buena pinta. Si conseguían hacerse con el mando de Estados Unidos, la infiltración podría durar años hasta coger a todos los jefes. 

Amistad Infiltrada. (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora