Chapter 8

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                                                                                   08. Secretos.

*Detroit - Míchigan, Estados Unidos.

 —  Soy Owen –se presentó el chico con simpatía sin dejar de mirar los profundos ojos avellana de la rubia. —   Su hermanastro –terminó por decir, desviando la mirada a Wes que le estaba mirando con el ceño fruncido por lo cercano que estaba a Scarlett, la que ahora él consideraba de su propiedad tal y como le había dicho hace tan solo unas horas antes.

Era algo normal para Wes y para la gente de su alrededor apropiarse de la gente. Se podía apropiar de quién se le antojara, daba igual si era una prostituta cualquiera como si era alguien con mucho dinero. Si la quería, la chica siempre terminaba cediendo, por las buenas o por las malas.

Pero Scarlett era la de las que no lo quería cerca. Estaba segura de si misma con respecto a no ceder en ese tema.

Ella los estaba mirando con determinación después de haberse enterado que eran familia. Por una parte estaba Owen, con su rostro pálido y esos grandes ojos azules que le hacían verse como un niño pequeño sino fuera por esos tatuajes que asomaban por el cuello de su camisa. Y por otra parte estaba Wes, el único que jefe que había conocido hasta el momento, quién tenía unas facciones demasiado duras para un chico de su edad, sus ojos azul oscuro se sentían como el mismísimo infierno cada vez que Scarlett los miraba. Eran como un gran agujero negro formado en mitad del mar en el cual te podías ahogar con tan solo mirarlo.

Llegó a la conclusión de que no tenían nada en común, ni siquiera en el carácter.

Wes era despiadado, vacilón, arrogante y ante todo era un jefe, lo que significaba que había mucho más que no conocía de él.

Owen estaba por conocer, pero a pesar de eso sabía que era todo lo contrario a su hermanastro, o eso quería pensar ella.

 —  Vamos a lo que hemos venido –cogió Wes a la chica por el brazo y tiró de ella por el pasillo. — Tú quédate ahí, me puedo encargar solito –le dijo a Owen quién les estaba siguiendo hasta que las palabras de su hermanastro lo detuvieron en mitad del recorrido.

Scarlett lo siguió de cerca ante el agarre del que no se podía soltar y subió por unas escaleras. No sabía a dónde estaba yendo, lo único que sabía era que la casa le estaba encantando, a pesar de la compañía. A medida que iba avanzado por aquellas amplias habitación se iba fijando en las ventanas, intentando saber en que punto de la ciudad estaba. Pero las cortinas estaban demasiado oscuras como para ver algo más allá de la fina tela.

Wes la detuvo y la miró.

 —  Es por la derecha.

Le señaló una puerta blanca con detalles en dorado y ella asintió sin decir ni una sola palabra. La puerta estaba cerrada y al abrirla entrecerró los ojos con miedo de encontrarse con algo de mal gusto, pero para su sorpresa era un despacho como otro cualquiera. Nada de sangre y nada de gente secuestrada siendo torturada. Todo bien por ahora.

En mitad de la habitación había un escritorio con su portátil encima justo al lado de unos libros viejos apilados.

Al ver el portátil se le vino a la cabeza que todavía tenía el móvil en su bolsillo del pantalón, posiblemente apagado. 

Lo encendió y empezó a leer sus mensajes en lo que Wes venía.

De Delia para Scarlett.

Amistad Infiltrada. (+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora