09. Hogar, dulce... Muerte.
*Hamtramck - Michigan, Estados Unidos.
40 horas después.
— ¡Bienvenidas a Hamtramck! –comentó entusiasmado el comisario, Sr. Matthews, quién le había buscado una casa acogedora a las chicas en las afueras de Detroit para abstenerlas un poco del peligro. Aunque en realidad, el pueblo estaba a tan solo 6 kilómetros de Detroit, lo que significaba que si las mejores amigas andaban durante 10 minutos o incluso menos, llegarían al peligro por su propia cuenta.
Seguían sin estar a salvo.
— Esto es una mierda, ¿Qué hay de Detroit? –preguntó Delia cruzada de brazos mientras miraba a su amiga en busca de algo de apoyo.
— No seas quejica, a mí me gusta... –respondió Scarlett mientras miraba todas las casas pequeñas que había a su alrededor, intentando averiguar en cual iba a vivir a partir de ahora. Algunas le habían gustado más que otras pero la idea de ya no tener que vivir en una habitación de hotel (aunque hubiera estado solo unos días) le agradaba tanto que casi se olvidaba de que era el objetivo principal de un jefe que estaba completamente fuera de sus cabales. — ¿Crees que ellos invadirán nuestra privacidad? –preguntó a su amiga por lo bajo cuando el comisario echó a andar hacía delante.
— Oh, cariño –Delia se echó a reír, — Ten por seguro que sí, Wes está loquito por ti.
Scarlett sacudió la cabeza intentando quitarse la idea de ser molestada por Wes incluso en su propia casa, aunque en estos momentos él la había ignorado por completo, como si la muchacha rubia no existiera para él. Ella, como tonta, había aceptado que él le enseñara boxeo y después de llevarla al hotel, había desaparecido con el coche y aún no sabía nada de su paradero. Tampoco quería saberlo, había estado perfectamente estos días, descansando en el hotel junto con Delia después de haber vivido tantas emociones fuertes en tan poco tiempo.
En cambio, con Owen había sido al revés.
Él la buscaba, e incluso había conseguido su número de no-se-sabe-dónde.
Pero Scarlett todavía no había podido quedar con él, las constantes charlas con la policía para dar detalles de la infiltración les había tenido ocupadas a ambas. Y por supuesto, no podía irle con el chisme a Owen, así que constantemente le tenía que poner alguna excusa absurda que ni ella misma se creía.
— ¡Aquí es! –se volvió a escuchar al Sr. Matthews señalando una casa al final de la calle. Era la única casa que tenía decoración en el exterior, aunque no llamaba demasiado la atención. Su tamaño era normal. Y lo bueno es que estaba en buen estado. — ¿Os gusta? –preguntó mirando por primera vez en todo el camino a las chicas.
Delia tenía el ceño fruncido mientras miraba la estructura de la casa. Le gustaba, aunque estaba deseando que el interior no fuera igual de "cursi" que el exterior. Odiaba las flores y todo lo que tuviera el color rosa pastel. No obstante a Scarlett le encantaba, amaba que fuera pequeña porque eso solo significaba una cosa: que sería acogedora.
De nuevo el nombre de Wes nubló su mente. La palabra acogedora se esfumó y se reemplazó por otra: particular.
Siendo una casa particular sin estar en una urbanización solo era facilitar las cosas para Wes. Podía entrar perfectamente por la ventana si tenía un descuido, o incluso forzar la cerradura tanto como de la puerta principal como de la trasera que daba al patio. La rubia tragó saliva como si algo oprimiera su garganta e intentó tranquilizarse haciendo ejercicios de respiración.
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Amistad Infiltrada. (+16)
RomanceUna amistad. Un pacto. Unas reglas. Y una infiltración que lo cambiará todo. Esta obra esta registrada en Safe Creative bajo el código: 1409011876953. La copia o la adaptación de esta novela esta totalmente prohibida. Copyright © 2014 Stayinghopef...