Una oferta

239 24 9
                                    



La mañana había llegado, si bien le había costado despertarse no había sido igual que aquella primera vez. Estaba un poco cansado pero tenía suficiente energía para funcionar durante el día.

Cuando se vistió con el uniforme dio lentos pasos hasta el corredor, no solía desayunar en las mañanas por cuestiones prácticas pero ese día se sentía especialmente hambriento.

Tan ensimismado se encontraba que no notó que paso justo frente a las narices del delegado de la clase, Griffin.

—Ah. Eres tú—Keith lo miró con aplomo, frunciendo ligeramente el ceño.

*

—Espero que cualquiera que haya sido el inconveniente que tuviste ayer y el día anterior no vuelva a repetirse—comentó Griffin guardando la compostura sin dejar de mirarlo desde arriba.

*

— ¿A caso te dan créditos extras por ser así de pesado? —Preguntó ya sin un gramo de sutileza, se rascó el cuello con suavidad, dejando expuesta una de las marcas de aquellos besos que Shiro le había dado.

*

—Cumplo mi trabajo. Al menos podrías ser más consciente de tu estatus—Griffin comenzó sin ánimo de sermonearlo pero incapaz de evitar que sonara como uno—. Además-

En cuanto vio la marca en el cuello de Keith, después otra y otra su voz murió en el acto. No le quitó la vista de encima, haciendo cortocircuito en silencio.

*

— ¿Vas a reportarme o algo? Estoy llegando tarde a Matemáticas.

Cuando notó qué era lo que él estaba mirando se percató de aquellas marcas que aún no desaparecían. El muchacho apoyó su mano en el cuello y se acercó a Griffin, acorralándolo contra la pared, su cara estaba peligrosamente cerca de la del delegado.

—Oye... ¿Qué tanto estás mirándome?

*

Griffin parecía paralizado buscando las palabras correctas, antes de encontrar una respuesta estaba siendo acorralado por Kogane. Así, pudo ver cómo el tono amoratado y las marcas de dientes se extendían por su cuello debajo del uniforme en todas direcciones. Por dios.

Griffin recuperó la firmeza, se acercó también con severidad.

—Kogane, espero que entiendas que lo que haces no es sólo contra el reglamento interno, sino también ilegal. Te recomiendo tengas más cuidado.

Griffin lo apartó de encima, acomodó su propio uniforme y se alejó un par de pasos por el pasillo.

—No llegues tarde. Y esconde todo eso, es repulsivo.

Griffin dejó el pasillo, adelantándose a clase por su cuenta.

*

—Mojigato... —murmuró, frotándose el cuello con suavidad. Se abrochó la camisa hasta arriba (solía usarla con los primeros botones abiertos por comodidad) y caminó por el pasillo, directo a la primer clase de la mañana.

En el transcurso de día vagaba entre las lecciones y su lectura en internet acerca de los seres sobrenaturales a los que Shiro pertenecía. El ocultismo era algo intrigante, siempre se había sentido extraño con esas cuestiones, incluso desde que era niño había tenido una sensibilidad especial con lo paranormal.

Del latín "incubare"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora