Estamos vivos en este valle de muerte

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Sabiendo que Keith estaba protegido, Shiro no hizo más que observar a la mujer. Sin duda era súcubo, tal vez la que rondaba los sueños de Keith.

La marca en Keith le impedía reaccionar a ella, pero no podía hacer mucho contra su fuerza si se le ocurría algo. Shiro no se acercó pero no dejó su lugar tampoco. Vigilaba con su deseo de protegerlo.

*

— ¿Qué le hiciste? —Preguntó la mujer, su voz era hermosa pero no perdía autoridad por eso—. A ese chico, ¿qué le hiciste?

*

¿Eran los rumores lo que la había llevado a Keith? ¿Acaso había escuchado de su segunda caída y venía a comprobarlo? Shiro no esperaba que la súcubo hablara con él, pero no pensaba ocultarlo.

No pretendía amenazarla, Keith estaba seguro y tenía confianza en protegerlo. No tenía miedo. Podía ser honesto, estas cosas se sabrían después de todo.

—Lo marqué. Hace unos días. ¿Qué quieres de él?

*

— ¿Marcaste a un humano? ¿Uno que apenas es un niño?

La mujer se acercó a él sin miedo. Tenía la piel ligeramente purpura, su cabello era de color violeta, con secciones ligeramente rosadas, una larga coleta caía por su nuca.

Era bella, pero no de la misma manera que Allura u otras súcubos que hubiese visto.

Sus ojos estaban llenos de determinación.

— ¿Tienes idea de lo que hiciste?

*

Shiro la vio acercarse y aunque debía admitir que era muy diferente de tener a Allura cerca, no se sentía tan intimidado. Tan solo desvió la mirada, estaba cansado de esa cantaleta. Primero Lotor, luego Allura, ahora esta mujer...

—Sí. ¿Qué con eso?

Shiro era uno de los pocos demonios que se interesaba en los humanos, a veces incluso los demás íncubos convertidos preferían distanciarse de ellos pero era diferente para él. No podía. No pretendía que la mujer entendiera eso, nadie lo hacía.

Actuar como el resto de los demonios caprichosos era la mejor opción en ese momento.

*

—Vas a matarlo—afirmó, frunciendo el ceño—. El chico tiene energía pero has estado aprovechándote de él. Es lo mismo con todos los demonios convertidos, no tienen valor alguno por la vida.

La mujer se acercó a Shiro, era casi de su estatura.

—Deja de jugar con él.

*

—Puedo jugar con lo que quiera. No es asunto tuyo.

Está era la primera vez que realmente se había pasado un poco. Tomó a Keith tres veces... Aun así, había sido cuidadoso antes. Dejaba su energía abierta para él y buscaba siempre algo más para sostenerse, así cuando estuviera con él no debería tomar tanto. Esta mujer no debía meterse, no quería explicarle nada.

Lo más importante era que Shiro no jugaba en realidad. Quería a Keith. Había amor en esto.

*

—Realmente eres más ignorante de lo que pensé. Deja tranquilo a ese humano.

La mujer se acercó, intimidante.

Del latín "incubare"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora