Tan solo un ayer

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La noche transcurrió sin mayores sobresaltos. Keith había despertado cerca de las 7am. De algún modo se sentía cálido y cómodo, como no sucedía hace tiempo. Pestañeó con suavidad, encontrándose con la sensación de que no estaba solo y de que no le era nada desagradable.

— ¿Shiro?

*

Tenía bastante sin pasar tantas horas tan solo acostado en cama sin hacer realmente nada. Pasó la noche mirando a Keith cuando tenía oportunidad.

—Hola—murmuró detrás de él. Aún lo abrazaba de la cintura—. Peleamos mientras dormías. Estabas pateando y empujando... —Shiro comenzó a narrar—. Creo que luego me perdonaste porque te colgaste de mí. Seguiste dando vueltas, pero siempre te asegurabas de que siguiera tocándote.

Descubrió que el muchacho daba bastantes vueltas mientras dormía. Por supuesto, cuando se quedaba quieto, pudo aprovechar para observarlo como tanto disfrutaba.

*

—Es una sorpresa para ti como para mí, no suelo dormir acompañado...

Keith se aclaró la garganta, girándose para tenerlo de frente. Los primeros rayos del sol tocaron los cuernos de Shiro y parte de aquel mechón de pelo blanco. El mismo parecía relucir bajo la luz del sol.

Aquella visión hizo que su corazón palpitara como loco.

—Te quedaste...

*

Mantuvo su mano en la cintura de Keith, ya sabía cómo hacerlo cada vez que giraba en sueños.

—No quería irme—contestó Shiro mirándolo. Keith era de verdad hermoso, estando a contra luz con la ventana detrás de él seguían siendo claros sus rasgos—. ¿No se te hace tarde?

*

—Tengo clases a las 8, no pasa nada—Keith se acercó a él, besando su mentón—. ¿Tú duermes o descansas en algún momento?

*

—Descanso, no es exactamente dormir pero no puedo estar "despierto" o activo todo el tiempo.

Shiro cerró los ojos cuando Keith lo besó, concentrándose en la sensación que tenerlo cerca provocaba. Sin pensarlo, sus manos comenzaron a acercarlo lentamente, jalándolo de la cintura hasta que terminara pegado a él.

—Creo que me hacía falta parar como ahora. Muchas gracias, Keith.

*

—Fue un placer—susurró, mirándolo fijamente—. ¿Tienes apetito? —Murmuró casi pícaro.

*

Shiro contestó con una sonrisa igual, se aferró a Keith y lo hizo girar hasta hacer que su espalda tocara el colchón, colocándose encima. Su cabello caía cubriéndolos de la luz.

— ¿Por qué? ¿Quieres ir cojeando a clases? —Shiro se acercó a besarlo, uno de esos besos profundos y lentos que podrían alargarse por horas. Después se incorporó, quedándose casi sentado encima del regazo de Keith—. Estoy bien. Guardaré mi apetito para la cena.

*

—Ah. Claro... Debería preguntártelo cuando regreses, ¿no?

Keith lo miraba, sonriendo suavemente.

—"Bienvenido a casa, querido. ¿Quieres comer ahora? ¿Darte un baño? ¿O... a mí?" —Murmuró jugando con sus manos entrelazadas a las de Shiro.

Del latín "incubare"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora