Capítulo 17

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"Las realidades de Maddeline Fletcher (pt. 1)"


Al tener poderes mentales, la jaqueca es algo constante; una desventaja la cual todo portador debe soportar en su día a día, según lo que Luka me ha dicho. Estas no se producen por estrés o causas "normales", nuestras jaquecas las genera nuestro cerebro cuando usamos nuestro poder de forma continua sin descanso. Luka me dijo que ella sufría mucho de esos dolores porque su don es casi inevitable.

Honestamente, hace cinco años atrás yo también sufría bastante de jaquecas. A medida que aprendía a retenerme y controlar mis ojos, las jaquecas fueron disminuyendo. Ahora mi poder no me fastidia tanto como antes, aunque a veces siento punzadas fastidiosas.

Pero este dolor no es causado por mi poder. La jaqueca que me viene persiguiendo desde la mañana es consecuencia de mi falta de sueño, sumado a toneladas de ansiedad. Llevo al menos cuatro días con insomio y llegué al punto en que me cuesta mantener los ojos abiertos sin sentir mis párpados pesados.

Llevo al menos cuatro días comunicándome con Spencer por nada más que mensajes y correos (al parecer tiene fiebre y problemas estomacales, al menos eso es lo que me dijo el profesor de Biología cuando le pregunté). Hablamos únicamente del proyecto, como si hubiera una regla silenciosa de no romper la conversación casual. La verdad no quiero preguntarle la verdad sobre su "malestar" (ya tengo bastante en que pensar), y él no hace esfuerzo por traer el tema, así que así se queda. Lo bueno es ya tenemos medio proyecto terminado y puedo es un peso menos en mi espalda.

Respondo soñolientamente a los mensajes de mi madre que no había visto (tengo que re escribir cada palabra unas dos veces debido a mis dedos descuidados). No he visto a mi madre últimamente y lo menos que puedo hacer es tratar de mantener un chat casual, sin que se note todo lo que realmente ha pasado desde que llegué aquí.

Las puertas del elevador se abren y Savannah y yo nos dirigimos hacia la recepción, ella con una caja de cartas de UNO en su mano. Casi choco con una maceta de no ser porque Savannah me jala del codo hacia su lado.

— ¿Estás aquí?—dice con el intento de una sonrisa en los labios. Honestamente, Savannah está mejor desde 'lo que pasó'. Aún hay momentos en los que no puede evitar sentirse deprimida, pero incluso si no sabemos exactamente cómo se siente, siempre le mostramos apoyo y le demostramos que no está sola. Se puede decir que todas tratamos de enmendar nuestros errores con nuestras acciones.

—Sí, sí. Sólo estoy... con la mente en todos lados. —ella asiente, comprendiendo, luego añade:

—Eras igual de niña. La pequeña Olivia vivía en la luna.—trago en seco ante sus palabras.

¿Cómo le digo que para mí ya no existe "la pequeña Olivia"? ¿Cómo le digo que no podría decirle si es cierto o falso si no recuerdo casi nada de mi vida antes de los diez años? ¿Cómo le digo que para mí la empecé a conocer en el internado? La opción más fácil es callarse y hacer como si nada, y me siento una cobarde al tomarla.

La pequeña sala de estar del edificio está solitaria. Es una mañana de fin semana, lo que significa que los alumnos de ICC son libres por la tarde del sábado para deambular por el instituto. Resulta que hay un piso de áreas de descanso y recreación, y allí es donde la mayoría va en horas libres y en los fines de semana. Tal vez eso explique por qué Luka, Savannah, Helen y yo somos las únicas en la pequeña sala de recepción del edificio de las chicas. Savannah sugirió romper con la monotonía y bajar a jugar UNO, y como no había nada mejor que hacer (excepto los deberes, pero preferimos ignorarlos y disfrutar del Sábado.), todas aceptamos. Y como era de esperar, Helen no ha tardado mucho en perder los estribos con la rubia platinada.

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