Capítulo 18

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"Las realidades de Maddeline Fletcher (pt. 2)"

Curiosidad.

La curiosidad en mí me causa problemas la mayoría de las veces. El peor error fue el acercarme a esa tienda extraña en el bazar a los once años. Ese error por parte de la curiosidad me costó mucho, y no hace falta que lo cuente todo para darse cuenta de que, gracias a eso, mi vida dejó de ser como la conocía.

Para este entonces ya debería haber aprendido que la curiosidad no es más que algo peligroso que debe de ser tratado con cuidado. Y sin embargo, pierdo ante ella de nuevo, mientras sigo a Spencer por los pasillos hacia la sala de cámaras de seguridad.

Ni siquiera entiendo a qué se refiere con que Maddie fue la que me desmayó. Ella estuvo allí junto a mí, y hasta se enfureció con la persona que me dejó inconsciente. ¿Cómo rayos pudo haberme desmayado? Mi cabeza no deja de maquinar posibles escenarios en los que Maddie es la culpables. Sin embargo, cada uno parece más imposible que el anterior.

Spencer me guía por los pasillos desiertos, actuando lo más natural posible. Doblamos un esquina y más allá se logra ver la puerta negra, con un cartel de "Solo personal autorizado" pegado a ella. Spencer asoma la cabeza por la ventanilla antes de sacar un clip de su bolsillo, el metal ya está doblado irregularmente (seguramente lo usó cuando intentó entrar la primera vez). Spencer lo introduce en la cerradura y forcejea por unos segundos antes de que se oiga un 'clic' y la puerta ceda.

El cuarto es mucho más pequeño de lo que pensé, con un hedor a sudor presente en el aire. Empiezo a respirar por la boca, y una leve ola de pánico recorre mi cuerpo al ver cómo Spencer cierra la puerta tras de sí. El chico no pierde tiempo y se dirige hacia la computadora central, con varios monitores rodeándola, cada uno con diferentes cámaras.

— ¿Seguro que está en su descanso?—pregunto a Spencer en un susurro, a lo que él asiente sin despegar la vista de la pantalla.

Westwick no duda dos veces antes de ingresar la contraseña y buscar entre los registros.

— Un segundo... ¿Cómo sabes la contraseña? —inquiero mientras Spencer sigue buscando entre las carpetas de archivos.

—Ya te dije que vine aquí antes. Conseguí la contraseña husmeando por los cajones, el de seguridad la tenía anotada en un post-it.

— ¿Tu don...? Ya sabes, ¿Está mejor?—Spencer se queda callado un segundo antes de responder pesadamente.

—Podemos hablar de eso después de que veas las grabaciones. Te recuerdo que el de seguridad sólo tiene quince minutos de descanso. —sé que Spencer es cortante, pero eso fue innecesario. Decido ignorar su tosca respuesta y concentrarme en la pantalla. El chico se detiene en una carpeta de archivos, la cliquea dos veces y abre la grabación que buscamos. —Aquí está.

Sin más, me cede la única silla y dejo reproducir el video:

Los rizos de Maddeline Fletcher hacen aparición en el ambiente del jardín, sitio en el cual estaba yo junto al árbol. Maddie se acerca, tenemos la pequeña charla que recordaba, y luego ella me toma de la mano para demostrarme sus poderes. La gran diferencia con mi versión de los hechos (en la cual ella terminaba de usar su poder y luego alguien más me dejaba inconsciente), Maddeline nunca suelta mi mano.

Nunca dejó de utilizar su poder.

En la grabación se muestra cómo yo empiezo a hablarle a la nada, mientras Maddie mantiene sus ojos fuertemente cerrados. Unos segundos más pasan, y luego veo cómo caigo hacia un lado, inconsciente. Maddeline echó una última mirada a mi cuerpo antes de levantarse.

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