Capítulo 20

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"El camino dorado es inexistente, Olivia (pt.1)"


Maddeline no regresó hasta entrada la tarde del Domingo.

El cielo, antes azul, se había tornado gris con su llegada; la pesadez en el aire se podía respirar. A lo mejor esas cosas no pasaron literalmente, pero en mi cabeza, la llegada de Maddeline no significaba nada bueno. Tuve el resto del fin de semana para centrar mi cabeza y tomar una decisión:

Podría seguir atrapada en un limbo de informantes, confundida, crédula e insegura de no reconocer las mentiras que me echan a la cara; seguir en los cansinos juegos de Luka y Spencer, o bien podría ignorarlo todo. Podría seguir sobrellevando la vida en el instituto con mi maldición; haciendo oídos sordos a la magia. Pero luego está la otra parte de mí, la que creía ya muerta, la cual se inclina hacia el peligro. Ir con Maddie, conocer Golden Walls, y desenterrar los misterios detrás de mi maldición, es tentador. Es el fruto prohibido que podría destruirme o ayudarme; no hay intermediarios.

La noche previa al esperado Lunes es otra de aquellas en las que mi cerebro se niega a apagarse. Lo inundan olas de cuestionamientos, inseguridades, y otros pensamientos sombríos; los cuales me mantienen despierta, inútilmente contando ovejas en un intento desesperado por descansar. Es como si mente y mi cuerpo fueran piezas de distintos rompecabezas, en constante discordia.

Una discordia que le hacía honor a su nombre.

Todas las chicas duermen plácidamente a mi alrededor, y eso, de algún modo, me hace sentir sola. Ruedo sobre mí misma, mi rostro enterrado en mi almohada para estar cómoda, y para no tener que mirar fijamente a la oscuridad.

***

Conté 28.800 ovejas anoche. Exactamente ocho horas en las que, se suponía debería estar durmiendo, llegué a contar miles de ovinos. El sólo pensarlo es ridículo.

—Olivia, ¿Acaso dormiste? —la voz de Luka hace que levante la vista de mi plato, rápidamente desviándola antes de conectar miradas.

—Claro, como un bebé. —comento con una falsa sonrisa que salió sumamente forzada, y por supuesto que la rubia no se pierde ese detalle.

Luka no me ha cuestionado acerca de mi pregunta fuera de lugar sobre Maddeline, al menos por ahora. Aunque estoy cien por ciento segura de que una dos preguntas están rondando en su cabeza sobre el tema. Siento su mirada en mí por unos segundos más, hasta que por fin voltea a hablar con Helen, señal de que no tiene intenciones de traer el tema devuelta.

Paso el resto del desayuno comiendo desganadamente, tratando de tomar una decisión final.

***

La tarde llega, y con ella la montaña de deberes pendientes es imposible de ignorar, por lo que decido pasar unas horas en la biblioteca tratando de concentrarme. Normalmente estaría junto a las demás chicas, pero necesitaba tiempo para pensar por mí misma, siendo la biblioteca la opción más favorable para pasar el rato.

Elegí una mesa cerca de las repisas del fondo, lejana a los grupos de estudio. Desde acá, los murmullos quedan levemente silenciados por los gruesos libros en las estanterías y la distanci; ambientando el espacio con soledad. Sin embargo, el silencio no dura mucho:

Dos figuras femeninas se acercan por las hileras infinitas de estanterías, murmurando sobre alguna tarea pendiente, como todos en la biblioteca. Estoy a punto de volver mi concentración hacia el problema de matemáticas irresuelto en mi libro, cuando identifico las voces de las chicas: Maddeline y Géminis.

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