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En la biblioteca de Hogwarts Hermione estaba buscando significados de runas. Ya iba por la séptima plana, el trabajo que estaba elaborando consistían en reunir una cantidad significativa de interpretaciones célticas, soviéticas y nórdicas sobre las runas, en ejemplar de guerra. Era un poco complicado pero fascinante, tal vez hasta debería considarlo un poco adictivo el buscar información sobre esas culturas. Realmente apetitosas. El total de páginas que tendría que contener dicho trabajo era de unas 10 pero a Hermione de seguro le saldría más, eso estaba dado por hecho. Una hora más aproximadamente Hermione veía su trabajo completado en sus manos. Le había llevado mucho tiempo y hasta se había perdido el almuerzo pero valía el esfuerzo. Guardó los libros en sus respectivos lugares mientras varios pensamientos se arremolinaban en su cabeza. En los últimos días se veía a misma como una persona resentida, como una niña que trataba de hacer las cosas bien después de haber fallado y sido reprendida. En cierto modo se sentía así a diario, ya no veía su buen rendimiento como un logro, sino más bien como si intentara cubrir algo que claramente no era su culpa pero que su consciencia se empeñaba en que era su culpa. De hecho llegaba a ser tan absurda y tonta, además que patética que evitaba cualquier situación para no reír escandalosamente como lo hacía antes, temía sonar como ella, temía que sus amigos llegaran a encontrar similitudes con ella y la empezaran a juzgar. Siempre había temido al rechazo.

Una vez guardado todos los  libros y recogido todas sus cosas salió de la biblioteca rumbo al gran comedor para ser toda una narcisista y darle una última leída a su trabajo, también tenía hambre su estómago estaba pidiendo a gritos un aperitivo.

Caminó por los pasillos observando los sin fines de cuadros que acogía Hogwarts. Eso siempre pasaba, decidía observar a su alrededor para escapar de sus propios pensamientos, por eso es que no quería estar sola, era gracioso el hecho de que no quería estar sola pero cuando estaba con Harry y Ron se sentía incomoda, observada, intimidada y todo el ambiente se tensaba a pesar de que ante la vista de todos seguían de igual que en primer o tercer año, pero la triste realidad era que no, no se sentía así, por eso es que escapa en cierto modo. Y lo peor es que se odiaba a sí misma por sentirse así. Miró el gran comedor entero, no había muchos alumnos, Ravenclaw tenía un pequeño grupo de estudiantes que hablaban animadamente, Hufflepuff tenía a por lo menos 7 niños empeñados realizar un hechizo, Slytherin estaba con Parkinson y una chica que no llamaba mucho su atención. Y por último Gryffindor, tenía a Romilda sentada con una pluma desplazándose con rapidez en su pergamino, de seguro olvidó hacer un trabajo de alguna materia. Miró a todos, ninguno se había percatado de su presencia, sonrió para alentarse, ninguno se había levantado para señalarla y eso, el simple hecho de que nada había ocurrido le había subido el ánimo. Se sentó en la mesa de Gryffindor y empezó a sacar su trabajo, gracias a los elfos domésticos apareció un pie de limón en la mesa que Hermione recibió con una sonrisa y empezó a comer mientras ojeaba su trabajo.

Una voz captó su atención, más bien era un grito.

-¡Hermione! -Atrea venía arrastrando a su hermano por la corbata quien le decía algo para soltara su corbata.

Una chica de la misma casa de ellos les había regañado por el alboroto que estaban causando puesto que todo el comedor giró su vista para verlos.

-¡Tú callate Kristen! -le respondió Atrea sin parar su andar. -Andrew, camina más rápido por favor.

-¡Lo haría, si me dejaras respirar! -exclamó Andrew una vez que su su hermana le soltó, cambio su mirada de reproche a una más alegre. -Hola Hermione.

Atrea y Andrew tomaron asiento uno a cada lado de Hermione. Aquel acto le había traído a la mente el recuerdo de los gemelos Weasley. Ellos se sentaban a su lado de aquella misma forma.

¿Hermione Granger o Riddle? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora