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Al girar completamente y dar la cara al chico rubio que ahora estaba frente a ella, hizo una mueca de desagrado. La verdad es que cada vez que lo veía sentía nauseas, era tan desagradable toparse con él.

Draco Malfoy la miraba desconcertado. Como era de esperarse, Malfoy no portaba el uniforme, estaba más que claro que él faltó a clases no por un inconveniente, sino por su propio juicio... pero él era prefecto de Slytherin, que irresponsable, traía consigo ese traje oscuro con el que se lo veía de vez en cuando, con zapatos bien lustrados que bien podrías verte en ellos, el cabello muy bien peinado como siempre, su rostro se veía más pálido de lo normal, se podía ver ojeras más notorias que la imprudencia de Harry, pero aún así arrastraba ese aspecto de engreído.

Hermione echó una risa casi cínica, no sabía exactamente por qué lo había hecho, tal vez fue por los nervios o sólo fue un acto involuntario de su cansancio. Malfoy frunció aún más su rostro. De Todas formas no tenía ganas de pelear. Ingeniar algo, rápido ¡ya!

Claro, la idea llegó demasiado rápido. Hacerse a la despistada, argumentar siempre había sido su camino sin embargo ahora encajaban perfecto con ella la huida, ¡que descarada!

Cerró los ojos por un segundo, visualizando qué decir y cómo irse.

Se tocó la frente, se frotó la sien como si estuviera muy cansada, confundida, desorientada, como si se sintiera mal por culpa de un dolor de cabeza demasiado abrumador, era parte del plan.

-No... no lo sé, Malfoy. -habló medio adormilada, con los ojos adormilados muy notorios, evitando mirarlo a los ojos. -Creo que... m-me desvíe, me confundí... y llegué a este lugar sin salida... tengo que irme. Precisamente en este momento no estoy dispuesta y no quiero escuchar tus argumentos abusurdos.

Quiso avanzar y escabullirse lo más rápido posible de ese lugar, lejos de Malfoy. Esperaba que esa escusa acertase pero quedó claro que no cuando la mano derecha de Malfoy la detuvo tomandola del brazo.

-¿Crees que soy tonto, Granger? -río, a comparación de la sonrisa de Hermione, la de él sonó tan cínica y descarada cual protagonista de una tiranía. -

Hermione lo miró por sobre su hombro, con las cejas casi juntas, con la paciencia al límite de la corona. Era demasiado... imposible, un caso perdido. 

-Te escuché muy bien pronunciar la contraseña de Slytherin. Oh no, a McGonagall le dará un infarto cuando se lo diga al a profesor Snape. Dime, Granger ¿cómo es que sabes la contraseña de Slytherin? -

Hermione tenía el rostro serio. No esperaba que él la escuchase. Hizo lo posible para no delatarse ella misma.

-Escuchaste mal, suéltame Malfoy. -hizo fuerza y se liberó del agarre de Malfoy, pero sabía que él en realidad la escuchó y no la iba a dejar en paz. -Malfoy, te veo un poco mal, Debes de tomar un descanso, así no escuchas locuras.

Y como lo pensó, el rostro de Malfoy se tornó un poco más oscuro, se veía realmente que lo confundió.

-Claro, como digas, Granger. De todas formas, tu inteligencia no llega para tanto. -

Una de las cosas que más detestaba Hermione era la desvalorización de su esfuerzo, que menosprecien su conocimiento. Claro que después de todos los problemas que tenía, las palabras del rubio ya ni siquiera dolían como antes, eso sí, antes, en aquel entonces, por más que le cueste admitir, sí dolían, en el fondo, ahí en lo profundo arruinaba poco a poco su amor propio... sin embargo la hizo enfuerecer en ese momento.

¿Hermione Granger o Riddle? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora