33🌺 Agustín y Carolina

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Valentina respiró profundamente, y miró a través de los profundos ojos de Ian a lo que podía ser, una persona muy dulce y considerada. Se sintió aliviada, sin embargo bajó la vista a la mesa otra vez. Tomó un sobre de azúcar y lo vertió en su café expreso.

- ¿Me querías hablar de algo? - preguntó ella sin poder apartar su vista del mantel de diminutos cuadros. Ian refunfuñó y se acomodó en la silla, mirando con tristeza como esa bella castaña estaba siendo perturbada mentalmente por alguien que obviamente no valía la pena; nadie que te haga llorar la vale nunca.

- Me interesa tu talento, Valentina - Ian tomó un sorbo de su agua; miró con el rostro gacho y los ojos elevados la reacción de la castaña. Sus ojos se iluminaron de un modo que a él le causaba gracia, y sus pestañas, abundantes y negras de un intenso color noche, se abrían intensificando la mirada a un treinta por ciento más.

Valentina por poco escupía el café; ¿Interesado en su talento? ¿Qué clase de interés? Había pasado por tantas cosas que prácticamente se le había olvidado a ella, que él era una clase de reconocido empresario, que buscaba representar a una nueva imagen de la música.

El corazón de la chica latió de un modo desenfrenado, casi dolía. Sus dedos se entumieron y su respiración se entrecortó. ¿Sería esa la oportunidad que tanto había deseado?

- Mi talento. - repitió Valentina. - ¿Que tiene mi talento? - Ian sonrió; mínimo podría hacer que ese mal pensamiento que atacaba su cabeza desapareciera por un momento; más que nada, ese sería su objetivo. No podía perder a la alegre-sonriente- Valentina, ¿Cierto? Eso era justamente lo que lo había llevado a fijarse en ella y en su talento con la voz y guitarra, una chica diferente, fresca y renovada, lista para marcar tendencias. Ian tenía buen ojo en todo eso de "impresiones".

- Tú llenas el perfil de la persona que busco. - Valentina lo miró detenidamente. ¿Por qué yo?, pensó ella. ¿Por qué una simple chica que sabe mover las cuerdas sobre su guitarra? De repente, se sintió insuficiente. Ella no era uno de esos prototipos de estrellas que podrían ser moldeadas, y no estaba segura de querer entrar a un mundo tan superficial como era el de la fama, aunque su pasión era sin duda la música. Se encontraba con un dilema interno: Quería que las notas y melodías de su guitarra y voz la mantuvieran, y que ese fuera su trabajo mañana, tarde y noche; sin embargo, no quería tener que sufrir por todo eso que las celebridades usualmente sufría, o al menos lo que ella había visto que hacía. Bueno, de cualquier modo su cabeza estaba alejándose mucho del tiempo del ahora; no podía pensar a tanto futuro siendo que muy apenas sabía que haría esa mismísima tarde. Quizás estaba soñando mucho más de lo que merecía.

- ¿Por qué yo?

- Eres todo lo que no existe. - Valentina frunció el ceño, mirándolo con confusión, e Ian sonrió de oreja a oreja. - Eres original, eres tú misma. ¿Sabes cuantas personas hay ahora en la industria con tus características? Ninguna. - Ian suspiró, mientras que a Valentina le parecía un poco increíbles sus palabras. - Serías única, no te compararían con nadie, al resto lo compararía contigo.

Esas palabras, a oídos de la pequeña rubia, le resultaban melodías.

★☆★

El dulce sabor de Otoño comenzó a dejar sus estragos por sobre toda la ciudad. Valentina veía las hojas a tonos naranjos y marrones, caer de los infinitos arboles de aquel gran parque donde le gustaba pasar el rato. Con una bufanda ligera y una simple chaqueta se cubría del frío, y con sus ojos tristes, escribía en un insípido pedazo de papel.

Todo había cambiado; ni siquiera ella se sentía ella misma desde que todo ese embrollo con Michael sucedió apenas unas semanas antes. Habían pasado dos semanas ya desde la última vez que se hablaron, donde el, con tonos fríos e indiferencia inferior a "Nula", le dijo en pocas palabras que no lo buscara, que no le importaba, y que no pensaba que lo conocía. Eso la confundió mucho a ella.

¿Quién entiende a los hombres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora