¿Quién entiende a los hombres?

16🌺 "Sirena & Marinero"

Maratón 5/?

¿Era tan difícil el No conseguir esa mala popularidad? - se preguntaba Valentina mientras que colocaba ambas manos en el lavabo del baño de damas, recargándose totalmente en él, sin querer salir a la luz pública de nuevo... Más o menos nunca. - ¿Por qué no puedo ser invisible? ¡Dios!

- ¿Valentina? - Carolina entró entonces al baño, buscando a su mejor amiga. Una vez que la vio, tan vencida y desanimada, suspiró. - Tienes que salir del baño.

- No. - replicó inmediatamente la rubia. - No saldré hasta que toquen el timbre de entrada a clases, y después me iré a casa.

- ¿Así de fácil? - Carolina se cruzó de brazos, y refunfuño dos veces continuas. – Valentina Zenere, te ves Patética.

- Me siento Patética.

- Eres Patética.

Valentina levantó entonces la mirada, y dio media vuelta, recargándose en el lavabo del baño. Miró a su mejor amiga, la cual no tenía cara de buen humor, y miró hacia el suelo mientras hacía repetidos mohines llenos de coraje y chiflasón. ¿Por qué le tenía que ocurrir todo a ella? ¿Por qué se tuvo que involucrar con Michael Engreído Ronda?

- ¿Hablaste con Michael? - Valentina negó con el cráneo.

- Cuando estuve a punto de hacerlo, le llamaron de oficina.

- Cuando hables con él, todo se mejorará. Te lo aseguro. - Valentina miró a Carolina pidiendo con todas las fuerzas de su ser que así fuera, y que de hecho, todo ese rumor fuera tan ligero como la pluma de un colibrí, y que sin problemas ni obstrucciones, se la llevara lejos, muy lejos el viento.

Mientras que la pequeña Zenere lidiaba con sus problemas existenciales, el Joven Michael, el mismo Michael arrogante de siempre, sentía como si se le cayera la quijada. Y es que, si ésta última no formara parte de su estructura ósea, lo más probable es que ya hubiera caído al suelo. No era para menos, al ver a aquel extraño y agrandado hombre otra vez, en la puerta de entrada a la oficina, mientras que la Directora de la Academia lo recibía con un cálido beso en la mejilla, casi como si fuera un honor. ¿Qué tiene de Valioso Ian Ducasse que todo mundo le parece importar? Se preguntó Michael mientras que comenzaba a Hervir la sangre desde su esófago hasta su esternón.

Era Ian, el mismo arrogante con el que él y Valentina, junto el grupo de ocho niños, se toparon en el Museo. En resumen, Ian Era el dueño del museo.

- ¡Sr. Ducasse! - la directora habló muy felizmente mientras que salía de su oficina, mientras iba hacia la entrada a saludarlo. - Pase, lo estábamos esperando.

- Muchas gracias por la amabilidad. - Michael Bufó. Nadie de esta década dice "amabilidad" en una conversación común y corriente.

- El gusto que tenemos de tenerlo Aquí es grande, muchas gracias. - Ian asintió con una sonrisa, mientras que observó a Michael, erguido a la entrada de Dirección. Ian Sonrió; se había encontrado otra vez al inmaduro. Y muy posiblemente, se encontraría a Valentina.

- ¿Desea algo? ¿Un vaso con Agua? ¿Café?

- De hecho, me gustaría iniciar con la labor. - estiró sus brazos mientras acomodaba el dobladillo de su camisa blanca, mientras que, apresurada, la Directora giraba para buscar a Michael. Y lo encontró, con cara de pocos amigos, al fondo de la oficina.

- ¡Michael! ¡Ven, ven! - dijo emocionada. Desganado, Justin caminó hacia la Vieja y Oxidada señora, mientras que Ian tan solo lo miraba con índice de burla. Era tan divertido ver su cara de frustración. - Michael, él es el Señor Ian Ducasse. - ambos, Michael e Ian se miraron fijamente, Michael con cara de "No me agradas", e Ian con una pequeña sonrisa de "No Me Importa." - El viene a la institución para ver si puede encontrar talentos en muto. - sonrió y miró a Ian. - ¿Le podrías dar un recorrido por la Academia? - Michael levantó la mirada, viendo a su maestra. - Eres quizás la mejor ficha que tenemos, me encantaría que tú le dieras el recorrido. - Michael Carraspeó su garganta, mientras que no sabía si sentirse halagado por haber sido considerado "la mejor ficha", o enojado porque sería el jefe de tour de un arrogante hombre.