Penúltimo Capítulo
La neblina acogía todo el lugar en aquel sitio que parecía ser un bosque. No podría decir exactamente qué horas eran, pero se podía percibir que Era de madrugada. El ruido de algunos animales y del viento al rozar con las copas de los árboles la asustó de golpe.
¿Dónde estaba?- Esa estúpida pregunta fue la primera que cruzó su cabeza.
Se sentía perdida. Estaba perdida. Miró por todos los alrededores con cautela pero nada se le hacía familiar, y claro, Nada la hacía recordar el cómo había llegado allí. ¿Cómo? Ni siquiera recordaba que era lo que estaba haciendo antes de encontrarse en ese sitio. Sintió el miedo recorrerla como una oleada de aire cálido por todo el cuerpo y tragó gordo intentando calmarse. Había escuchado un grito. Grito fuerte pero distorsionado. No entendió nada. Pero esa voz… Cuándo lo volvió a escuchar, ahora más fuerte y claro, sintió palidecer.
- ¡No me dejes solo! – decían las palabras y ese tono grave, único ella lo conocía muy bien, era la voz de Michael, la voz de un Michael muy desesperado ¿¡Que rayos estaba pasando!? Su preocupación de donde se encontraba, cambió a la de “Donde se encontraba él” ¿Le estaba pasando algo malo? Lo buscó con la mirada entonces, mientras sentía la sangre helársele dentro del cuerpo y trató de caminar entre la oscuridad, pero no podía caminar. Al inspeccionar el lugar se dio cuenta de que estaba en alguna clase de pantano y de que por la espesa neblina no podía ver nada. Solo plantas, solo raíces de árboles y arbustos y lodo. Mucho lodo. Sus botas estaban hasta el tope. Todo negro, todo oscuro. Empezó a sentirse desesperada e intento poner su mente en blanco y mantener el control. Pero, demonios, Era difícil. No podía y sentía miedo ¿A qué venía todo eso? Michael… ¿Dónde estaba él?
-¡Estoy aquí! – Escuchó su gritó de nuevo como respuesta a su pregunta, pero ahora se escuchaba más desesperado - ¿Me vas a dejar? ¡Valentina! ¡Estoy aquí! - la castaña abrió los ojos como platos y la sangre le subió a las venas como un torrente desembocado, Sentía como si su Amor, el chico con el que había vivido tantas cosas, estuviera al borde de un peligro y la única que podía hacer algo para ayudarlo era ella. Tenía que hacer algo ¿Acaso no era la única que estaba allí y podía hacerlo? Intentó caminar hacía cualquier dirección de donde fuera que estuviese y salir de ahí, pero el lodo en el suelo le hacía todo más difícil, sus zapatos se pegaban en él a cada paso y este terminaban por succionar la asuela haciéndola tener un paso lento y pausado, desesperante, Había caminado un tramo que ella creía largo, pero al darse vuelta y ver entre la oscuridad, se encontró con que no había avanzado mucho. Y tampoco escuchaba la voz de Michael. O si, la escuchaba, pero a cada paso que daba, lejos de sentirlo cerca, su voz de iba distorsionando y llegando a hacerse inaudible, dispersa, La castaña tragó gordo… ¿Qué… significaba todo eso? ¿Acaso en vez de acercarse, o avanzar, lo único que hacía era alejarse de él? ¿Qué demonios estaba pasando ese día? Era como si de una u otra manera, sin quererlo, lo estuviera dejando solo. Se sentía como si lo estuviera abandonando ¡No, ella nunca haría eso!
-¡Michael, aquí estoy! - Gritó - ¿Dónde estás tú? - ahora el miedo, el temor, la desesperación era tangible en su voz. Lo único que pudo escuchar como respuesta a su llamado, fue el eco de su misma voz, y el grito de Michael, nuevamente a muchos, muchos metros de distancia diciendo:
“No me abandones”
– ¡Michael, Estoy aquí! – volvió a decir y en ese momento abrió sus ojos de golpe respirando aceleradamente y con el corazón casi detenido. De su frente caían algunas gotas de sudor que hacían que el cabello se le pegara a la cara. El cuarto estaba oscuro y la luz de la luna se escapaba por alguna hendija de la ventana, vio a Michael de frente, con un marcado gesto de preocupación en el rostro y las cejas fruncidas. ¿A que iba todo eso? Trató de calmar su respiración mientras asimilaba todas esas imágenes de sí misma perdida entre la neblina y la oscuridad abandonándolo a él allí, y pronto se descubrió sollozando. Extendió los brazos hacía él sin decirle nada y se aferró a su cuello. Estaba tan aliviada de no sentirlo lejísimos. De que no lo estuviera dejando. De poder sentir tan tangible el olor de su camiseta. Su olor.
-Aquí estoy, chiquita – le dijo con dulzura, su tono fue tan suave con el murmullo del viento. Le pasó las manos por la espalda para recibirle el abrazo y le besó el cabello - Tuviste una pesadilla, eso es todo - Valentina se quedó callada y respiro profundo mirándolo a los ojos. Si, él tenía razón, Todo había sido un maldito sueño, él estaba bien y con ella. Gracias al cielo solo había sido un sueño.
-Una terrible – le dijo y soltó el aire que sin darse cuenta había retenido en sus pulmones.
-Al parecer esto de ver películas hasta muy tarde no es una muy buena idea – Michael buscó con la mirada a Agustín y Carolina que estaban completamente dormidos en un sillón cama que Valentina tenía en su casa y dejó su mirada en ellos por un momento, pero Valentina no apartó los suyos de él. No quería. Lo único que agradeció fue que su grito no hubiera despertado a los chicos cerca de ella, estaban tan rendidos como piedras que si probablemente hubiera sido una explosión la que sucediera, tampoco hubieran reaccionado ¿pero qué hacer? Al parecer esos dos estaban hechos el uno para el otro. Aunque realmente, ella no podía pensar en eso ahora, no podía pensar en lo mal que había resultado esa noche de películas, ni en que faltaban pocas horas para el amanecer, ni siquiera podía pensar en las clases que tendría temprano, solo quería quedarse en silencio junto a él. Ella no era de las que tenía pesadillas, era por eso que se sentía muy extraña, además, se le erizaba la piel de solo recordar los gritos desesperados de Michael y su impotencia al no poder hacer nada para encontrarlo mientras se alejaba sin detenimiento. Sin opción. Respiro profundo y acomodo la cabeza en el pecho de él, No le gustaba pensar en la idea de estar lejos, de hecho, a estas alturas, no concebía la idea de que estuvieran separados. Michael le pasó las manos por los hombros y le sonrió.
-Todo está bien, mi vida – Su susurro cálido la llenó de tranquilidad – estoy aquí, estamos bien, solo fue un sueño ¿Vale? - Valentina hundió su rostro en el pecho de Michael de nuevo y asintió con quedo. Había sido un sueño, ella lo sabía, pero se había sentido tan real que tenía miedo. No se alejó de él. Quería escuchar el latido de su corazón y sentir el aire de su respiración sobre el cabello. Su olor a él. Eso la hacía sentir seguridad.
-Promete que no te alejaras de mí nunca - le pidió casi inaudiblemente.
Michael le buscó el rostro con las manos y la obligó a verlo. Sintió que el corazón se le ponía pequeño al observar esos ojos que normalmente parecían brillar, ahora Estaban apagados y casi llorosos.
-Lo prometo. – Le dijo y le acarició el cabello con cuidado – ahora promételo tú. – ella sonrió.
-Lo prometo.
Valentina se quedó rodeada por los brazos de Michael un momento más e intentó dormirse, pero no fue hasta que él tarareó una canción para ella que agarró el sueño y por supuesto, a la mañana siguiente, todos, incluidos Agus y Caro estaban atrasados para el instituto.
Acostarse a las 3 de la mañana seguro que no era un buen plan si tenías clases temprano al día siguiente. ¿Qué cabeza, eh?
Valen y Caro se habían gastado casi hora y media en el baño. Mike y Agus iban a enloquecer ¡Dios! Era un simple baño ¿Por qué cada una tenía que tomarse 45 minutos para entrar y salir? Con solo 10 minutos bastaba.
Ellas se echaron a reír mirándolos fríamente a la cara ¿Diez minutos? Claro ¿En qué mundo diez minutos eran suficientes si tenían que lavarse el cabello?
-Media hora tarde – murmuró Agus enfurunfuñado. La única ventaja que tenía la casa de Valentina era lo cerca que estaba del instituto. – increíble.
-Habla por ti – dijo Michael con serenidad – Yo voy retrasado 45 minutos – Agus volteó a verlo.
-Tú siempre llegas tarde a las clases, Michael, es normal en ti.
Caro sonrió al ver el entrecejo fruncido de su novio antes de que él pudiera decir otra palabra, le agarró de la mano y lo besó en los labios tan rápido que aunque hubiera querido, no lo habría visto venir. La castaña soltó una sonrisa coqueta mientras él se ponía tan rojo como un tomate.
-Te quiero – Le dijo ella y luego miró a Mike y a Valen - ¿Playa o finca? – Vociferó animada. La mirada de la rubia se quedó en ella por un buen tiempo y al darse cuenta de que, por más que lo pensara no tenía idea a que se refería levantó una ceja expectante. Nada, aun no sabía nada. Se sintió tranquila cuando vio en las expresiones los demás que no era la única perdida en la situación, Agus estaba igual de desconcertado y Mike… bueno, el siempre parecía estar en otro lado - ¿Qué? – Replicó Caro casi molesta y se cruzó de brazos frente a ellos – ¡No me digan que se olvidaron que hemos estado planeando hace muchos días una salida para este fin de semana! ¿Lo hicieron?
-No, no – dijo Agustín - ¿Verdad Mike? – Michael sonrió cuando sintió el codazo de su amigo en las costillas.
-No, Caro, no – respondió. La castaña volvió a su gesto de chica “Me gusta que sepan a qué atenerse” y sonrió.
-¿Entonces, Playa o finca? – Valentina pareció aliviada al recordar y la miró. Si tenía que elegir entre Playa o finca, En ese caso ella ya tenía su elección.
-Playa – no era que la idea de la finca no le agradara, era solo que prefería la brisa cálida y el olor del mar que las fincas.
-Pues yo prefiero la Finca – Michael no vaciló al momento de hablar ni tampoco pareció tener remordimientos por hacerlo, Valentina volteó a verlo con el ceño fruncido y una mirada. ¡Traición! Vil y malvada traición. ¡Se suponía que estarían de acuerdo! – Lo siento cariño – le dijo con una sonrisa pícara en los labios – la playa me trae malos recuerdos - la rubia sonrió también y supo al instante que se refería a ella.
-Finca – Dijo Agus también y Caro estuvo de acuerdo con él.
Perfecto.
3 contra 1.
Irían a la finca sí o sí.
El instituto estaba casi vacío cuando llegaron. Los normales grupos de chicas en la cafetería no estaban por allí como siempre, los chicos con guitarras de las clases superiores de música tampoco se veían por ningún y bueno, ni hablar de bailarinas, el grupo casi elite, del instituto. Ellas que de por si son pocas, no hacían presencia por ningún parte…
Es que, si no se contaba a los poco chicos de los pasillos, se podría decir que Dreams ese jueves era un desierto o, que esa solo era una de las señales que indicaban lo retrasados que estaban.
Valentina caminó hacía su clase de teatro cuando Caro, Agus y Mike, fueron a las suyas.
Había dos cosas que la tenían algo distraída. La primera. Su pesadilla. La segunda. El mensaje que Ian Ducasse, acababa de mandarle diciéndole que tenían que hablar.
No era que fuera a traerle problemas con Michael porque claramente ya él lo había superado y se mostraba más relajado cada vez que él la llamaba o algo, pero no sabía… había algo, algo que la hacía más que distraerse, sentir preocupación.
Dejó las paranoias a un lado y se mordió el labio. Apenas eran las 8:30. Demasiado temprano para alucinar. Y ¡Rayos! Tampoco tenía tiempo. Iba tarde a clase.
★☆★
Ian llevaba puesto suéter gris con unos Jeans negro y unos zapatos del mismo color.
Valentina abrió los ojos casi sorprendida de lo joven que se veía. Es decir, ella ya sabía que él era joven y fuertemente atractivo, pero solo hasta ahora, que no estaba usando toda esa pinta de “Soy un empresario” con sus camisas impecablemente blancas y sus chaquetas negras, era que se daba cuenta de lo profundo que era el color de sus ojos y de lo tonificado que tenía sus brazos. Esa vez, fue la Por primera, desde que lo conoció, en la que sintió que estaba en frente de un chico de 24 años. Tal y como los tenía él.
Ian sonreía y verlo sonreír le gustaba. La hacía sentir cómoda tal y como antes, ya que luego de haber ido con él a la reunión la noche en que peleó con Michael, sus pensamientos se habían confundido entre lo que “Creía” y lo que “Era verdad” y entre esas confusiones llegó a pensar que Ian sentía algo por ella. Solo confusiones, pensó con alivio, después de que Ian se comportara tan normal como siempre en sus siguientes encuentros, dejó la idea de lado, aunque ella sabía que ese no era el motivo por el cual él quería verla y bueno, el que se vistiera de ese modo tampoco lograba desviar la razón principal del porque se encontraba allí.
En los últimos días no había tenido muchas noticias de él y que apareciera de pronto, la hacía pensar. Además, él estaba sonriendo, y si estaba sonriendo debía significarse algo bueno ¿No?
-¿Ha pasado algo? – se atrevió hablar después de un rato. Ian le pasó un refresco “hit” de Salpicón que había comprado para ella y la miró.
-No ha pasado “Algo” – Aun en su tono, Valentina no pudo sospechar que era lo que él quería decirle – Ha pasado “Ese algo”.
-¿”Ese Algo”? – preguntó ahora insegura. No entendía. Estaba algo lenta ese día.
-¡Los Ángeles, Valentina! – Exclamó Ian ahora dejando ver que el brillo de sus ojos azules, era aún más fuerte cuando estaba emocionado por algo – Te quieren hacer una prueba de voz en el estudio de los Ángeles...
Alucinada. Sorprendida, Emocionada. Estúpidamente afortunada.
¿Cómo? ¿Cómo debía sentirse?
Una mirada de felicidad disimulada, para no gritar como una loca desenfrenada, se mostró en el rostro de Valentina y se abalanzó él ojos azules entre la mesa.
-¿De… verdad? – Logró articular aun incrédula, abrazándolo aun - ¿No... No es broma? – Ian sonrió aún más y aprovechó el momento para robarse su abrazo. El olor a manzana verde de Valentina lo hacía irse al mundo en el que ambos estaban hechos el uno para el otro. Inspiro sobre su cabello y la apretó entre su pecho haciéndola sentir lo ancho y fuerte que tenía el torso. Valentina tragó gordo. De pronto, se sintió rara.
-¿Crees que bromearía con esto? – le soltó con serenidad tratando de controlarse. Ella se separó de él con quedo y trató de olvidarse de su masculinidad por un momento, Además, ya se había percatado de lo extraño que se percibía desde afuera ese abrazo. Muy “Cercano” para una chica con novio ¿No?
-Yo… Dios mío – dijo después- ¡No me lo puedo creer! ¿Cuándo será?
-Este fin de semana – la respuesta de Ian le hizo apaciguar la sonrisa. ¿El fin de semana? “La finca” Eso seguramente le traería alguno que otro problema - Nos iremos el sábado en el vuelo de las 8 de la mañana. – Continuó Ian notando el cambio de expresión en el rostro de la castaña - ¿No te gusta la idea?
¿No gustarle? ¿Cómo siquiera podía pensarlo?
-Oh, no es eso – le dijo y volvió a sonreírle – La idea es estupenda, no prestes atención.
La noticia obviamente la había atrapado con la guardia baja. ¿Cómo se iba a imaginar que la oportunidad de los ángeles llegaría a ella tan pronto? Era... Increíble la sola idea, y se sentía de un modo extraño, mas entusiasmada de lo que pensó que estaría si alguna vez lograba conseguirlo.
No era la idea de irse a otro país lo que la hacía sentir ese nerviosismo en su estómago, eso lo tenía bastante claro, era el hecho de poder hacer a los demás escuchar su música y mostrarles por medio de sus letras todas aquellas emociones que muchas veces se hacían inexplicables, el poder hacer sentir a las personas identificadas con sus canciones, sin duda era eso lo que la llenaba de deseos y ganas de viajar a tal punto de hacerle erizar su piel.
Inspiro el aire frio de la tarde, casi noche, mientras caminaba a su casa y otra sonrisa tonta se le escapó de los labios. Hacía frio. Y vería a Michael a las 8.
Todo parecía ir de bien en mejor ese día. Y era simplemente perfecto.
Aunque aún no sabía cómo él se tomaría la noticia, sabía que se alegraría por ella y quizás ¿Por qué no? Viajarán los dos juntos. La playa, el clima cálido, la arena, definitivamente, todo eso le gustaría vivirlo con él. Estaba fantaseando el cómo sería estar dentro del agua salada cuando un mensaje llegó a su celular.
El frio de la ahora noche le pegó en la cara al volver a la realidad. Estúpida realidad.
“Estoy en el parque cerca de tu casa ¿Podrías venir?
Michael”
Frunció el ceño guardar el celular en el bolsillo trasero de sus pantalones y miró el reloj de inmediato, eran las 7:00 de la noche, todavía faltaba una hora para que se encontraran. ¿Habría pasado algo? Pensarlo no sería extraño. Pero dejó de lado esa suposición al darse cuenta de que si algo malo hubiera sucedido, Michael no le habría mandado un mensaje, simplemente la habría llamado. Aun así ¿Tantas ganas tenía de verla que no pudo esperar hasta las 8? Sonrió porque esa idea si le gustaba y suspiró.
Cuando llegó al parque lo vio sentado, meciéndose lenta y quedamente en un columpio color rojo que no estaba muchos metros sobre el piso, se veía tan calmado y tan silencioso que le fue imposible no permitirse un momento para observarlo desde lejos e imaginar en lo que se había convertido su vida desde que él apareció en ella. Una locura que se había convertido en algo más que eso. En una historia de amor.
Michael tenía la mirada fija en sus pies mientras se empujaba con estos quedadamente sin prestarle atención al tiempo o sin pensar siquiera en nada.
Valentina caminó hasta llegar hacía él y se sostuvo de pie a tan solo unos cuantos metros de distancia. Estaba sonriendo entusiasmada, sonriendo de oreja a oreja como nunca, hasta que Michael levantó su rostro y se dio cuenta de que su cara no mostraba precisamente esta alegría, estaba frio, su expresión era como la de un temprano de hielo. Dejó de reír entonces y Recobró el aire. Algo había pasado. Podía ver que en verdad algo había pasado.
Él solo se dignó a mirarla sin decirle nada guardando aquel silencio para sí mismo. Aunque realmente no había necesidad de que él dijera algo.
-¿Qué sucedió, Michael? – Le preguntó con la voz débil y se acercó un paso - ¿Por qué no me esperaste en la casa?
-No quería estar allí – le respondió al tiro, Y con esto, ella supo que no se equivocaba en cuanto a sus suposiciones de que algo había pasado, Y no solo eso, sabía además de que “ese algo” tenía que ver con ella. Su expresión, sus palabras filosas como cuchillos recién pasados por la piedra. Le dejaban clara la situación, no era tonta como para no darse cuenta.
-Yo…
-¿Dónde estuviste por la tarde? – la interrumpió, ella soltó un suspiro.
-Me encontré con Ian – un trago malditamente amargo. Michael hubiera preferido mil veces que dijera todo lo contrario.
-¿Y...? ¿Qué quería? - preguntó.
No podía ocultar el malestar que nuevamente le causaba ese maldito hombre, su solo nombre lo mareaba, su sola presencia cerca de ella lo volvía loco ¿Y cómo no después de lo que había visto? ¿Cómo? Valentina notó también la extraña actitud de Michael y se mordió labio mirándolo, no podía creerlo, ahora sabía que el problema allí era Ian, nadie más que él, otra vez..
-¿Es por él que estas así?
-¿Acaso debería estar así por él? – Michael tragó gordo mostrándose sereno, se mordió la lengua para no decir más y miró al suelo, Estaba tan enojado que podría decir cosas que simplemente no valían la pena, o de las que quizá se arrepentiría luego.
-No sé de qué hablas – replicó ella y se le acercó inspirando profundo – Tú sabes perfectamente que todo lo que yo trató con él no son más que asuntos importantes, en mi vida, mi futuro.
-¿Solo tu futuro? – Repitió con ironía - ¿Nada de emociones con él? – la rubia sintió un mar de agua caliente en medio del frio de la noche bajarle por el cuerpo al escucharlo hablar y quiso llorar de frustración, Todo, absolutamente toda su felicidad la había jodido con su maldita actitud.
-Eso es lo que te he dicho un montón de veces
-¿Entonces qué es esto?
¿Qué era qué? Ella se quedó quieta frente a él mientras él se sacaba el celular del bolsillo, buscaba algo en él y se lo ponía en las manos como si realmente ella no fuera nada.
Entonces, lo que vio en el aparato que sí que logró dejarla sin una palabra a mencionar.
Era una foto del maldito blog de Dreams, en donde ella se estaba abrazando con Ian en la cafetería esa tarde, Pero no solo era esa, había otra, en donde al momento de separase, por la posición de la persona que tomó la foto, la situación se tergiversaba para mal y parecía que en vez de separarse, se estuvieran besando. Un beso, eso parecía ¡Mierda no!
Valentina volteó a verlo casi pálida y… se quedó sin habla, sin poder decirle las cosas tal cual era por miedo a que no le creyera, porque ella sabía cómo era él enojado, él se estaba riendo, pero esa no era una sonrisa de las que la dejaban sin hablar y la llenaban de calma, esa era una sonrisa falsa, una sonrisa en la que le decía “Te has burlado de mi ¿verdad”
-Esto… no es lo que parece, Michael – dijo bajando la mirada y como por arte de magia, ya no podía estar feliz por las cosas buenas que estaban pasándole. – No puedes creer esto, no es cierto.
-¿No eres tú la persona que está en esa foto?
-Si soy yo, pero…
-¿No es ese Ian? – La voz del castaño sonaba tan hiriente como mil agujas punzándole el corazón.
-Es él, Michael, pero No...
-¿Me vas a decir que no se están besando?
-¡Eso mismo! – Gritó ella - ¡Nunca me he basado con él! ¿Qué no lo ves?
-Veo lo que veo – Renegó él herido también, sentía como si de pronto, todo se le hubiera venido encima y no lo podía detener, no lo podía controlar - ¿Cómo podría creerte luego de esto y de que todos me vieran como estúpido en la academia?
-¡Porque se supone que confías en mí, Maldita sea! – Valentina aventó le aventó el celular al piso y se le acercó sosteniéndole la mirada. Estaba enojada. Más con él que con nadie. - ¿Acaso no es eso lo que hacemos? ¿No te lo he demostrado? Michael te quiero.
-No puedo confiar en ti si estas cerca de él, Valentina - Arrancarse las pestañas. Seguramente eso dolía menos que sus palabras. No confiaba en ella. Demonios, debía estar bromeando – No puedo hacerlo.
-Michael… ¿Hablas enserio? - ella acortó la poco distancia que habían hecho e intento mirarlo a los ojos, pero él le apartó la mirada.
-Nunca antes había hablado más enserio.
-¿Estás poniendo tu orgullo encima de nosotros por lo que dijeron en la academia? ¿Ese es tu supuesto amor?
-No he dicho eso, Valentina - en ese instante se atrevió a mirarla. Inexpresivo e indiferente. Ya a ella se le había olvidado lo estúpidamente insensible que él podía ser. La miraba como la primera vez. Como si no fuera nada.
-No hace falta que lo digas para darme cuenta. – no le hacía falta cuando veía esos ojos tan distintos a los que ya se había acostumbrado a ver. Empezó a sentir sus piernas débiles y la respiración una dificultad cuando la idea de un “Terminamos” se le pasó por la cabeza. - ¿Para que querías verme entonces? – tuvo el valor de preguntarle con la garganta seca. Estaba asustada y ya se hacía a la idea de lo que le era su respuesta, Probablemente la mataría si se lo decía.
“Que no se lo dijera, que no se lo dijera”
-Tenía mucha curiosidad de saber que ibas a decirme cuando te contara esto. – ella sonrió con ironía.
-¿Para qué? – Le dijo - No vale la pena si no confías en mí.
-Tienes razón, no vale la pena si no confió en ti.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Me voy a casa – no le respondió.
-¿Me estas abandonando? – su voz salió tan quebrada como lo estaba su corazón y se odio por no poder ocultar lo inevitablemente débil que estaba. Michael la miró fijamente por un momento y luego, sin decirle nada otra vez, dio un paso para alejarse – Prometiste que no te alejarías de mí nunca – le gritó - ¿Lo recuerdas? – Michael No la miró pero se detuvo dándole la espalda – Parece que no.
-Esa promesa ya no importa, Valentina - las palabras salieron de su boca como dagas hechas para causar daño - No cuando no te costó nada besarte con alguien más. – y así como si nada, como si no le estuviera desgarrando el pecho se echó a caminar, dejando a la vista de Valentina su silueta perderse entre la lejanía de la calle.
Y así de simple también, una lágrima empezó a recorrerle la mejilla.
La soledad. La oscuridad. Un bosque extraño y pérdida entre la neblina y el fango.
Justo como su sueño. Pero ahora estaba perdida en su realidad.
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¿Quién entiende a los hombres?
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