-¡Ah! -gritó el duende, cuyas mejillas y garganta se habían vuelto transparentes, mientras se tragaba el contenido flamante-. ¡Verdaderamente esto calienta a cualquiera! Tráiganle una copa de lo mismo al señor Grub.
En vano protestó el infortunado enterrador diciendo que no estaba acostumbrado a tomar nada caliente por la noche; uno de los duendes lo sujetó mientras el otro derramaba por su garganta el líquido ardiente; la asamblea entera chilló de risa cuando él se puso a toser y a ahogarse y se limpió las lágrimas, que brotaron en abundancia de sus ojos, tras tragar la ardiente bebida.
-Y ahora -dijo el rey al tiempo que golpeaba el ojo de Gabriel con la punta esquinal del sombrero de pan de azúcar, ocasionándole con ello el dolor más exquisito-... y ahora mostrémosle al hombre de la tristeza y la desgracia unas cuantas imágenes de nuestro gran almacén.
Al decir aquello el duende, una nube espesa que oscurecía el extremo más remoto de la caverna desapareció gradualmente, revelando a gran distancia, un aposento pequeño y escasamente amueblado, pero pulcro y limpio. Había una multitud de niños pequeños reunidos alrededor de un fuego brillante, agarrados a la bata de su madre y dando brincos alrededor de su silla.
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Duendes en Navidad (CHARLES DICKENS)
Mystery / ThrillerLa historia de Los Duendes que Secuestraron a un Enterrador. Gabriel Grub era un enterrador solitario y triste que disfrutaba eliminando la felicidad de las personas. El día de Navidad, decidió ir al cementerio a cavar una tumba para el día de mañan...