V I S I O N E S

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Muchas veces la nube se fue y regresó, y enseñó muchas lecciones a Gabriel Grub, quien tenía los hombros adoloridos por las frecuentes aplicaciones de los pies de los duendes.

Vió a hombres que trabajaban con duro esfuerzo y se ganaban su escaso pan con una vida de trabajo, pero eran alegres y felices.

Vió a aquellos que habían sido delicadamente alimentados y tiernamente criados, alegres ante las privaciones y superiores ante el sufrimiento, quienes habían superado muchas situaciones duras porque llevaban dentro del pecho los materiales de la felicidad, el contento y la paz.

Vió que las mujeres, lo más hermoso y débil de todas la criaturas de Dios, eran a menudo capaces de superar la pena, la adversidad y la tristeza; y vió que era así porque en su corazón llevaban una inagotable fuente de afecto y devoción.

Pero ante todas esas imágenes, sobre todo... contempló que hombres como él mismo, que murmuraban con enojo, el gozo y la alegría de los demás, eran las peores hierbas en la hermosa superficie de la tierra; y poniendo todo el bien del mundo contra el mal, llegó a la conclusión de que al fin y al cabo era un mundo muy decente y respetable.

Nada más se volvió a formar, porque la nube ocultó el último cuadro y después pareció reposar... y con eso, él también; uno a uno los duendes fueron desapareciendo de su vista; y cuando el último de ellos no se le era visible, se quedó dormido.

Duendes en Navidad (CHARLES DICKENS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora