23: Insolente

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La idea de tener que alejar a Drew de mí me entristecía, pero sabía que era lo correcto, que era lo que debía hacer. Aún no le decía nada respecto a la foto, no sabía cómo sacar a flote el tema ni cuándo hacerlo. Durante días caminé por los pasillos y comí en la cafetería sintiéndome nerviosa cada vez que alguien me miraba.

Cada mirada que se posaba en mí me hacía sentir que toda la escuela sabía qué es lo que yo había hecho. Y la clase de literatura no era la hora más reconfortante del día tampoco.

Drew había comenzado a sospechar de mi actitud extraña, por lo que me hacía participar cada cinco minutos apropósito, para ver cómo me desenvolvía, por lo que yo optaba a responder con mi actitud de alumna insolente de los primeros días.

Claro que ser pesada con él no me salía con la misma naturalidad que hace unos meses. Me sentía más nerviosa y observada que uno de esos chihuahuas que tiemblan con el más simple toque.

—Plotkin —me llama— ¿Terminó de copiar?

Me reprende con la mirada.

—Eh... no —respondo.

—¿Y qué espera? —pregunta.

Debía quedarme callada y ponerme a escribir, pero no, debía seguir actuando como solía hacerlo. Con todo el dolor de mi corazón y un poco avergonzada suelto en tono confiado:

—¿Y si lo copia usted? —pregunto cruzándome de brazos y encarnando una ceja.

Mis compañeros emiten en conjunto un sonido de asombro para luego reír y meter candela.

Drew gira sobre sus talones y se acerca a mi mesa con la furia ardiente en sus ojos.

Mierda.

Se apoya en mi sitio, levanto la mirada.

—¿Qué fue lo que dijo? —pregunta, retándome a repetir lo que dije.

Me disculpo con la mirada.

Creo que eso fue mucho.

—Yo... —tartamudeo.

—Dirección —ordena en tono glacial, señalando la puerta.

Mierda. Esperaba que me dejara parada el resto de la clase, o que me mandara a la esquina a recapacitar por diez minutos, a que me gritara y me hiciera recitar poesía para pre-escolar... pero no la dirección.

—Señor Gallagher...

—¡Dirección! ¡Ahora! —exclama, provocando silencio sepulcral en la sala de clase.

Miro a Phoebe y ella me devuelve la mirada, asustada.

—¿Es sorda, señorita Plotkin?

Me levanto de mi asiento y recojo mis cosas rápidamente.

Salgo del salón sintiendo su mirada quemar contra mi espalda.

—Copien, lean la página doscientos treinta de su libro, volveré enseguida a tomar un examen de eso —dice cerrando la puerta del salón.

Inicio el recorrido a la dirección en silencio, aun siendo incapaz de creer lo sucedido.

Creo que debí aflojarle a la actitud insolente, eso fue mucho.

Drew camina a mi lado, de brazos cruzados y semblante serio.

—Lo siento —me disculpo en un hilo de voz—. Enserio, yo..

—¿Qué demonios te sucede, Madison? —pregunta sin dar crédito.

Su boca se mantiene entreabierta y sus ojos azules ven la extensión del pasillo con confusión, sin poder hallar una respuesta que le dé sentido a mi comportamiento.

—Lo siento —repito.

—Has actuado tan rara estos días, y ahora te comportas así... no entiendo qué te sucede —dice negando con la cabeza.

Debato en mi fuero interno. No sabía si decirle lo de la foto ahora o seguir guardándomelo.

Miro sus ojos. Me mira entre enojado y preocupado.

Cierro los ojos con fuerza. No puedo no decirlo.

—El otro día me enviaron una foto —suelto—, estábamos los dos de la mano en un restaurant.

Él deja de caminar, quedándose estoico en su lugar. Gira a verme, turbado.

—No, no es cierto.

—Es verdad, me mandaron la foto —digo—. Alguien me ha estado chantajeando con esa foto ¿Qué es lo que quiere? Aún no lo sé.

—Demonios, creo que estamos jodidos como la mierda —dice llevándose las manos a la cabeza.

—Es por eso que me he comportado tan mal contigo en estos días, tenía que hacerlo para poder despistar a todos. Antes era malcriada contigo, y te odiaba, quería volver a lo mismo, por lo menos ante los otros.

Drew asiente levemente.

—Ahora entiendo todo... —dice—. Debiste contarme lo de la foto antes.

—Es alguien de aquí, pero no sé quién —murmuro.

—Veremos cómo solucionarlo —dice.

—¿Aún iré a dirección? —pregunto.

—Lamentablemente sí —responde abriendo la puerta para mí.

La secretaria aparta sus lentes y me mira extrañada.

—¿Madison Plotkin? —dice sorprendida—. Una chica tan tranquila como tú... ¿En dirección?

Me encojo de hombros y le respondo con expresión afligida.

—No tan tranquila —dice Drew con expresión dura— ¿El director está desocupado?

—Pasen —dice despreocupada.

Entro a la oficina del director.

—Señorita Plotkin —dice a modo de saludo.

Me siento frente a él y bajo la cabeza.

—Director Hoffman —dice Drew parándose a mi lado—, le traigo a Madison, quien tiene algo que decirle.

—Le he faltado el respeto al profesor Gallagher en clase, yo no estaba prestando atención a la clase, él me retó y yo le respondí de manera insolente.

—¿Qué dijiste? —pregunta el director sorprendido.

—No estaba copiando la clase, me pidió que lo haga, y yo le dije que lo escriba él —respondo.

El director me dedica una mirada cargada de desaprobación, a lo que yo solo respondo con más miradas disculpándome.

—No puedo expulsarte por eso, tampoco puedo suspenderte —dice—, pero si te enviaré a detención al final de clases.

¡No! ¡No por favor!

El director saca un cartelito de su cajón y me lo entrega.

Me lo pongo de collar antes de que él me lo pida. Las letras "DETENCIÓN", se encuentran escritas en rojo.

—Pida disculpas al profesor y puede continuar con sus clases.

Me giro hacia Drew y me disculpo sincera.

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"sI n0 nAdAs tE hUndEs, pEr0 n0 tE mUevAs, cAriñ0" —She Looks So Perfect, 5 Seconds Of Summer.

¡Profe, No Borre El Pizarrón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora