Dejo mis cosas sobre el sofá crema de la sala. Mamá se encuentra sentada en la barra de la cocina, trabajando en su ordenador.
Al verme sonríe.
—Hace menos de diez minutos llegó esa caja para ti —dice señalando algo en la mesa del comedor.
Dirijo mi mirada hacia la mesa de vidrio templado, encontrándome con una caja preciosa, repleta de rosas blancas y rosa pálido. Me acerco a ella. La caja es hermosa, forrada de una tela preciosa, con detalles dorados con apariencia victoriana. Las rosas son hermosas y parecen ser costosas.
Saco la tarjeta.
"Puedo elegir quedarme y lo haría porque te quiero... pero también puedo elegir irme, y la razón seguiría siendo que es porque te quiero. Yo elijo no irme, incluso cuando tú ya te hayas ido".
La dedicatoria me arranca una sonrisa triste.
Son hermosas.
—Te veo triste —dice mamá a mis espaldas.
Me siento triste.
–Me siento así —gruño dejándome caer sobre el sofá.
Ella viene hacía mí sentándose a mi lado, pego mi cabeza a su hombro.
—¿Te rompió el corazón? —pregunta.
—¿Quién?
—Ese chico por el que llevas meses perdiendo los estribos —ríe—, el que te envió esas rosas tan hermosas.
—Mamá, yo...
—Puedo hacerme la tonta pero eso no significa que realmente lo sea —dice encarnando una ceja—. Dime cuál es el problema.
Y sin poder contenerlo más, me pongo a lagrimear como niña.
—Es complicado, mamá —digo.
—¿Y qué no lo es? —dice.
—Es que... se supone que no deberíamos estar juntos, pero no pude evitarlo mamá, de verdad lo quiero...y él de verdad me quiere a mí.
—¿Por qué no deberían estar juntos? —pregunta— ¿Está en primer año?
Me rio.
Ojalá fuese así.
—No, mamá —respondo.
—¿Entonces? —pregunta.
Aparto la mirada.
No puedo decirle la verdad, enloquecerá si le digo.
Se enojará, me prohibirá verlo, pedirá que lo echen de la escuela y haré sin querer de la vida de Drew una desdicha.
Si mi padre lo sabe será peor, él si cometería una locura.
—¿Maddie? ¿Quién es este chico? —insiste.
Niego.
—No es nadie —digo.
—Si no fuese nadie no estarías así de alterada, hija —dice—.Vamos, dime quién es.
No puedo decirle que es mi maestro de literatura. Moriría, sería un error contárselo a mi madre.
—No puedo, mamá —digo.
—¿Por qué no? —pregunta.
—Porque si te digo vas a enloquecer, y te enojarás y harás algo que no quieres —digo.
ESTÁS LEYENDO
¡Profe, No Borre El Pizarrón!
Teen FictionMadison Plotkin está por terminar el instituto, tiene calificaciones excelentes (a veces) y un grupo de amigos geniales (o quizá no). Pero como a todos, a ella le hace falta algo. Madison no esperaba encontrar amor en alguien como él, ni siquiera c...