Phoebe pone el ordenador sobre la mesa de centro se levanta con sus manos en sus caderas y con mirada severa.
-Lo haremos sufrir, se arrepentirá de esto -dice segura de sí misma-, descubriremos a la persona que se encuentra detrás de esto y la haremos pagar.
Su ojo izquierdo comienza a temblar con ira.
—Calma —le digo asustada por su rostro.
Drew toma asiento en el pequeño sofá de cuero negro al lado del estante lleno de libros. Su departamento siempre está sorprendentemente limpio y siempre mantiene este ambiente cálido, todo él lleno de madera acaramelada y plantas verdes.
—No entiendo —expresa Drew.
—Te lo repito una vez más, profesorcito... me contactaré con uno de mis primos, el cual trabaja para la policía, con suerte usando los mensajes que se le envían a Maddie encontraremos a la persona detrás de esto y le daremos un escarmiento ¿Ahora si me entiendes o necesitas una licenciatura para eso?
Drew le rueda los ojos.
—Ya entendí...
—¿Cuándo hablarás con tu primo? —pregunto—. No puedo dejar de pensar en eso, la persona firmó el primer mensaje como J, de ahí no lo volvió a hacer ¿Quién que conocemos tiene un J en su nombre?
—Ya le dejé un mensaje, pronto nos reuniremos con él —dice sonriente—. Respecto a J... Nadie.
—Bueno, en cuanto al escarmiento... ¿ideas? —digo.
—Hay que atar a esa persona de cabeza a una viga —propone Phoebe— hasta que toda su sangre quede en su cabeza...
—O podemos entrar a su casa —dice Drew— y dejar la escena de un secuestro, finjamos que nos llevamos a su madre o hermanos, si es que tiene.
—O podemos golpear a esa persona en las pelotas, o en su vagina en caso que sea mujer -dice Phoebe.
—Okay, se están poniendo extraños, después decidiremos qué hacer con eso —digo espantada ante semejantes ideas que les ocurren a este par.
—Nadie puede controlar mi maldad —sentencia Phoebe riendo malévola— ¿Tienes comida aquí o tu sueldo de profesor no te alcanza para llenar la despensa como se debe?
Reprocho a Phoebe en cuanto termina su comentario. Ella ríe y Drew la acompaña en su diversión. Este se levanta del sofá y se dirige a su pequeña pero moderna cocina, abre una de las alacenas sobre la mesada y juro que los ojos de Phoebe se salen de sus órbitas.
—¿Mediterráneas o clásicas? —pregunta él sacando dos enormes bolsas de papas fritas.
—Mediterráneas, por favor —dice ella como niña pequeña.
Él le lanza el paquete desde su sitio y ella le agradece.
Permanezco en el sofá mientras escucho como hacen planes contra la persona de los mensajes, sinceramente, empiezo a temer de sus mentes maquiavélicas. Mientras más ideas tienen más me sorprendo de lo retorcidos que son ambos.
Al final se deciden por una venganza que podría llevarnos a prisión.
—¡¿Qué?! ¡No pienso entrar a casa de nadie y cometer vandalismo! —exclamo cruzándome de brazos.
—¡Yo no pienso dejar que esas fotos sigan circulando hasta que tu reputación queda en el suelo y él vaya a prisión! —dice tomándome por los hombros—. Haremos esto.
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¡Profe, No Borre El Pizarrón!
Teen FictionMadison Plotkin está por terminar el instituto, tiene calificaciones excelentes (a veces) y un grupo de amigos geniales (o quizá no). Pero como a todos, a ella le hace falta algo. Madison no esperaba encontrar amor en alguien como él, ni siquiera c...