¡Profe, No Borre El Pizarrón!

42: El Baile

Observo el vestido colgado tras la puerta, no puedo dejar de imaginarme en él, llegando al baile.

Sonrío ante la imagen.

Iré al baile con el vestido de mis sueños, con los mejores amigos con los que pude haber soñado, pero no con Drew.

Niego con la cabeza sintiéndome estúpida.

Sabía que era imposible.

No sé cómo pude pensar por un momento que podríamos llegar juntos a ese baile, es obvio que no es su lugar, es obvio que será un escándalo de tamaño global.

-No estés tan triste, Maddie -dice depositando un beso en mi frente.

-Deseaba tenerte ahí -digo.

-Puedes tenerme donde quieras -sugiere.

Me rio.

Ruedo los ojos.

-No es momento de chistes, Gallagher -digo dándole un leve empujón.

-Es solo el baile -me anima-, estaré en la graduación y de ahí tenemos todo el tiempo que deseemos.

-Suena bien, profesor -digo.

Su mirada me reprende.

-Detesto que me llames así, ya lo dije -dice

-Lo olvidé -sonrío inocente.

Me sonríe.

-Bueno, tengo que irme -dice-. Vendré más tarde, para ver lo hermosa que te ves en ese vestido.

-¿Y para asegurarte de que Wade sea un buen reemplazo de ti? -pregunto.

-Eso no existe.

--Dejen su rivalidad -propongo.

Esta apunto de decirme algo, pero la presencia de mi mejor amigo interrumpe el habla de Drew.

-Dictador despiadado -dice Wade a modo de saludo.

-Alumno malagradecido -dice poniendo los ojos en blanco.

-Reina del baile -se dirige a mí.

Rio sarcástica.

-El único evento en el que sobresalí fue en la comunión -digo-, me caí en medio del pasillo mientras entrábamos a la iglesia, el obispo dijo que necesitaba lentes.

-Sí que eres positiva -dice.

-Bueno, tengo que irme, vengo mas tarde.

Se despide de mí con un casto beso.

-¿Y para mí? -pregunta Wade.

Hoy está con ganas de molestar a Drew.

-Olvídalo, Wade -le dice Drew.

-Claro, no soy su tipo de alumno.

Drew ríe y sale de mi habitación.

******

Mi cabello se encuentra perfectamente rizado y recogido. El vestido es perfecto, todo es perfecto.

Una lágrima se resbala por mí mejilla. La limpio de inmediato.

Los detalles dorados de la basta son simplemente hermosos. Me giro, apartando la mirada de mi reflejo.

Esta noche definitivamente marcará el final de una larga era. Y espero no olvidar nada de lo que viví.