39: Lo Prometo

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Me llevo las manos a la cabeza en cuanto abro los ojos y veo la luz del día entrar por las ventanas de mi habitación. En definitiva no se siente como una mañana gloriosa. Se siente más como el día en el que voy a la horca.

Gracias, papá.

Tomo una corta ducha de agua fría y me pongo lo primero que encuentro en mis cajones. Ni siquiera tengo ganas de ponerle esfuerzo a cómo me veré hoy, estoy muy cansada y ni pienso salir a ningún lado.

Mis padres están lo suficientemente molestos como para siquiera pensar en dejarme ir al jardín.

Puedo despedirme del baile de graduación también.

Ato mi cabello en una coleta despeinada y me pongo una vincha para evitar que el cabello me caiga en la cara. Sí, me veo de la mierda, pero poco me interesa.

Tomo mi teléfono y decido bajar a desayunar.

El festival de gritos va a comenzar... ¡Saquen sus entradas! ¡El primer premio será un castigo hasta el año dos mil cuarenta y dos!

Bajo las escaleras y voy arrastrando mis cansados pies hasta la cocina.

Salté por una ventana anoche, mi cuerpo está molido.

¡Salté por una maldita ventana! ¡Ni siquiera valió la pena porque se aguó la noche gracias a la policía!

Saco el pan de la alacena de mala gana y tomo el jamón y el queso del refrigerador. Me sirvo café de la cafetera e intento hacer un sándwich.

Me siento terrible hoy, mi humor está por los suelos, todo me irrita y siento unas incontrolables ganas de comenzar a lanzar los platos y toda la vajilla de la casa hacia una pared, mientras grito por lo frustrada que estoy.

Gruño al recordar que el microondas está descompuesto.

No hay queso fundido.

Me veo en el reflejo de la puertita del microondas, encontrándome con mi deprimente reflejo, mi cabello me hace parecer indigente -aunque mi ropa también-.

Carraspean a mis espaldas.

-Buenos días, Madison -escucho a mi padre- ¿No vas a saludar?

Ruedo los ojos y me giro hacia el comedor.

-Buenos días, papá y...

Mamá, Brendon y Drew.

Me congelo ante la imagen de estas cuatro personas sentadas en la misma mesa, mirándome fijamente, como si hubiesen estado hablando de mí. Un segundo, si estaban hablando de mí.

¿Cómo no? Si ayer fui el notición de la semana.

-Hola -digo apenada por mi aspecto.

Decido superarlo rápido, no es como si fuese la única persona en el mundo que se viste así en su casa.

Pongo mi taza de café en la mesa y en silencio me siento al lado de mi madre, obviando la conversación que tenían antes de que yo llegara.

-Maddie, Drew vino a visitarnos, creo que es momento de explicarle todo a tu padre antes de que se quede calvo -dice mamá.

-Apoyo la moción, estoy igual de confundido -dice Brendon masticando sus cereales.

Está comiendo froot loops con una cuchara de Peppa Pig...

¿Quién podría tomarse enserio a mi hermano?

Mi papá se deja caer sobre una de las sillas como adolescente malhumorado. Me mira con cara de indignando mientras espera una explicación de la situación, me gustaría explicárselo ahora, pero ni siquiera sé cómo hacerlo, así que simplemente decido decir todo de manera clara y puntual.

¡Profe, No Borre El Pizarrón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora