38: Dime Que No Es...

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Me acerco a la reja de la celda y me apoyo en los barrotes, rendida. No puedo llamar a mis padres y decirles que cometí acto de vandalismo en casa de los Chastain y que la policía me atrapó. Mis padres me matarían si se enteran de esto.

Llamar a Drew es la única opción.

—¿Es necesario llamar a mis padres? -le pregunto al oficial- Es decir, si no tengo papás...

-¡Señorita, llame a quien sea! ¡A sus padres, novio, tíos, primos! ¡Si quiere llame al payaso que tanto menciona su amiga, pero haga que deje de cantar! ¡Incomoda a toda la central!

Me giro hacia la celda donde está Phoebe, echada en el piso, agarrada de los barrotes de la celda como si de ello dependiera su vida mientras que un oficial intenta despegarla de la reja jalándola del pie.

-¡MI BARBA TIENE TRES PELOS! ¡TRES PELOS TIENE MI BARBA! ¡SI NO LLAMO A MI ABOGADO! ¡EL PAYASO A TODOS SE LOS CARGA! -canturrea- ¡MI BARBA TIENE...! ¡Ay! Tenga cuidado, que un poco más y me zafa la prótesis...

El oficial la mira exaltado.

-¡Ah, caíste, chiquitín! -le dice- ¡No tengo prótesis!

Sophie aguarda sentada dentro de la celda.

-¡Se van a arrepentir! -dice- ¡No tienen ni idea de quién soy!

El oficial tras el escritorio se gira hacia ella.

-Señorita Cordan, sabemos quién es -le dice encarnando una ceja-, en dos minutos se les permitirá hacer una llamada.

Aguardo dentro de la celda lo que parecen ser horas, en cuanto me dan la indicación de acercarme al teléfono voy de inmediato. Sin dudarlo un segundo marco al número de Drew, rogando porque conteste.

-¿Sí?

-Drew, soy Madison, estoy en la estación de policías -digo con un nudo en la garganta-. Ven por mí, por favor, no les digas a mis padres.

-¿Qué hiciste? -pregunta pasmado.

-Solo ven, por favor -digo-, rápido.

-Dame diez minutos.

Cuelgo la llamada bajo órdenes de una de las oficiales y regreso a mi puesto en la celda. Los chicos realizan sus llamadas y de repente esas actitudes rebeldes desaparecen, dándole paso a las lágrimas asustadas que bajan por sus rostros.

Hacen entrar a Phoebe en la celda conmigo, se acurruca en mi hombro.

-Tranquila -le digo.

De repente una sonrisa macabra se extiende por su rostro y ríe en voz baja, como temiendo que los policías la vean.

-Tenemos la foto -se ríe poniendo los ojos en blanco.

Abren la celda nuevamente, ambas nos ponemos de pie de inmediato.

-El joven Chastain está afuera, exige hablar con usted, señorita Plotkin -dice el oficial quitándome las esposas-. Todos ustedes tienen suerte, nos explicó de la broma y no piensa presentar cargos. Esperen a sus padres afuera para que firmen algunos papeles.

Salimos de la celda.

Christian se encuentra parado frente al escritorio, vistiendo pantalones cargo, botas y una camiseta básica color negro. Tiene los brazos cruzados y su mirada es de completa confusión.

Para mí, es casi como ver un fantasma, no habíamos cruzado palabra en mucho tiempo y tenerlo al frente después tanto es de cierta manera abrumador. Pero no puedo mostrarme intimidada ante su presencia, llegué aquí con un motivo - sin contar con que la policía nos atrapara-, y ese motivo es acabar con su absurdo chantaje.

¡Profe, No Borre El Pizarrón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora