Diamantes.
Brillantes, hermosos, costosos y por supuesto, como la canción de Marilyn Monroe dice: Los mejores amigos de las chicas.
Giro mi rostro de un lado al otro, contemplando las bellezas que yacen sobre los lóbulos de mis orejas.
Bendita mi abuela y estos pendientes que le heredó a mi madre.
Cepillo mi cabello, ahora lacio, una y otra vez mientras soy incapaz de apartar la vista de mi imagen en el espejo. Merezco decirme a mí misma que esta tarde me veo increíblemente bella.
La canción de Marilyn suena en mi cabeza, no me resisto y tomo mi móvil poniendo la canción en volumen moderado.
—Tiffany's... —susurro extendiendo mi mano de manera dramática.
Dejo el cepillo a un lado y me hecho sobre la cama, con la canción aún sonando.
Ha sido un día muy raro.
Cierro mis ojos.
Desde que entré a la oficina del señor Gallagher en la mañana, hasta que salí de ella cuando me llamó justo cuando estaba por desaparecer de la institución.
El sueño es lo más inquietante de todo, ese sueño que en mi fuero interno era más que delicioso.
No puedo creer que esté pensando en esto... ¡Se supone que lo odio!
Aunque no del todo.
Gruño con frustración e intento dormir un poco. La cena en el trabajo de mi padre sería más aburrida que la del año pasado y dormir antes de ir suena como la opción más viable para evitar caer dormida sobre la sopa.
Intento apartar todo de mi mente, pero por desgracia hay algo que se resiste a desaparecer.
Bajo los escalones uno por uno, sin dejar de cantar, con mi vestido plateado totalmente glamuroso y mi estola de piel blanca sacudiéndose con cada uno de mis movimientos.
Los reflectores apuntan hacia mí y a mis lados yacen unos guapos hombres en trajes a la medida de sus cuerpos.
—Times rolls on, and you can't straighten up when you bend... but stiff back, or stiff knees, you stand straight at Tiffany's...
Uno de los guapos hombres que me rodean me guiña uno de sus preciosos ojos azules.
Me parece conocido...
Me detengo en seco, las luces bajan y los hombres se arremolinan a mi alrededor.
—¡Diamonds...! —canto mientras el grupo de guapos hombres en traje me levantan— ¡Diamonds...! I don't mean rhinestones, but diamonds... ¡But diamonds are girl's best friend!
Caigo en los brazos del chico de los ojos azules mientras aún mantengo la última nota, las luces se apagan y un reflector tras nosotros nos alumbra mientras todo lo demás en el escenario desaparece.
Miro a sus ojos, me exalto al reconocer al hombre.
Tanta es la sorpresa que caigo de sus brazos y un grito deja mis labios.
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¡Profe, No Borre El Pizarrón!
Teen FictionMadison Plotkin está por terminar el instituto, tiene calificaciones excelentes (a veces) y un grupo de amigos geniales (o quizá no). Pero como a todos, a ella le hace falta algo. Madison no esperaba encontrar amor en alguien como él, ni siquiera c...