Capítulo 3

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El viernes antes del partido, su día libre, Gabriel Gallicchio comenzó su día corriendo y lo odió después de cinco minutos. Se sentía exhausto mientras corría alrededor de la manzana una vez, dos veces, tres veces, saludando al portero mientras pasaba.

─¿Querés que te tome el tiempo? ─le gritó en su segunda pasada.

─Ni loco─él respondió con dificultad.

De vuelta hacia su apartamento, él tropezó en la ducha y se paro allí, aturdido y dolorido. Solía estar en forma, vagamente recordaba eso. ¿No corría tras los criminales? ¿No subía andando muchos, muchos tramos de escaleras sin tener un ataque al corazón? ¿Eran esos recuerdos, productos de su imaginación?

Almorzó sentado en su sillón reclinable, se detuvo para descansar sus pies en la parte baja de la ventana y disfrutar las impresionantes vistas de la azotea del edificio vecino. Todo su apartamento abarcaba una gran habitación con una pequeña cocina y baño. Él pagó una miseria por ello, y al estar lo bastante cerca de su oficina, podía caminar con buen tiempo. También parecía una pocilga. No lo había pintado desde que se instaló, los muebles serían rechazados hasta por el Ejército de Salvación, y él actualmente limpiaba el apartamento de vez en cuando.

Después almorzar, Gabriel dio una vuelta por la habitación, haciendo balance. Quizás podía obtener un sofá cama. Reemplazar el sillón reclinable con algo que no necesitase la cinta aislante para mantener el relleno. Una mesa, algunas sillas. Platos que hicieran juego. Nuevas toallas. Eso estaría bien. Él tenía el dinero, asentado en el banco, recogiendo un interés de mierda y acumulando mucho polvo.

¿Por qué no gastar algo? La primera cosa que el apartamento necesitaba era una capa fresca de pintura.

Quizás Renato podía venir y ayudarle… sí, y quizás ellos podían ver películas de gladiadores y chapar en el sofá.

La puta madre. Él estaba perdiendo el control de la realidad. Gabriel necesitaba tener sexo tan pronto como humanamente fuera posible. Este celibato tenía que ser la razón de sus… extraños sueños.

«Pintar. Pensa en pintar. ¿Será el amarillo un buen color? ¿Color crema? Nunca conocí la diferencia entre los dos».

Gabriel se puso sus zapatillas, agarró su billetera y campera, y se dirigió hacia la puerta. Pintar. Él necesitaba pintura.

*****

Los planes de Renato para el fin de semana se fueron rápidamente a la mierda.

Se había comprometido al partido con Gabriel el domingo porque Camila se llevaba a los niños durante el día. Pero ella llamó el sábado por la noche, preguntando si estaría bien si cambiaba el viaje para la próxima semana. Un amigo necesitaba ayuda para mover… alguna que otra cosa. Los niños estaban decepcionados, y Renato no estaba seguro de qué hacer con el día. El pronóstico del Tiempo en las noticias mencionó lluvias severas así que sin convicción sugirió un divertido día de juegos de mesa y su cena favorita, el haría lo que pueda. Después de algunas miradas escépticas, porque papá no era por lo general divertido estos días, ellos estuvieron de acuerdo en que sonaba bien.

Entonces él comprendió que tendría que llamar a Gabriel y hacerle saber el cambio de planes. Acomodó a los niños, deseándoles buenas noches y tomó el teléfono.

Dejándolo sonar, sonar y sonar. Sin respuesta. Sin contestadora. El móvil fue directamente al buzón de voz.

─Mierda.─ Renato dejó el teléfono y caminó por la habitación. Le podría mandar un mensaje, pero era mejor hablarlo directamente. No quería que el hombre hiciera todo el camino a Torcuato para nada.

#1 F&F Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora