Fernán Mirás apretó las manos sobre la cubierta de cuero del volante y condujo la camioneta hacia el carril contrario.
La llamada telefónica la recibió ayer, sólo murmuró algunas palabras. Renato necesitaba a alguien que lo llevara a sus suegros para recoger a los niños. No se le permitía conducir todavía, y sólo les tomaría un par horas.
Por el rabillo del ojo veía a Renato acurrucado en el asiento del copiloto, con la mirada perdida por el parabrisas. Su piel era de un blanco enfermizo, sus ojos sin vida. No había dicho más de diez palabras desde que Fernán se había retirado de la casa Quattordio hacía tan sólo veinte minutos.
Por supuesto, habia algo que quería hacer, y era preguntarle a Renato: ¿Dónde está Gabriel? ¿Por qué no iba con Renato a buscar a los niños? Una mirada a la cara de su inspector, al abrir la puerta le dijo todo lo que necesitaba saber.
Gabriel tuvo que haber desaparecido.
Se moría de ganas de preguntarle qué ocurrió, pero las palabras «¿Rompiste con Gabriel?», simplemente, no podían encontrar la manera de salir de su garganta. No es que Fernán fuera homofóbico de ninguna manera, o forma. No le importaba lo que la gente hacía en la intimidad de sus propios hogares, y la puta madre, él había sido policía tiempo suficiente para saber qué era una perversión real y estaba seguro que no era ver a dos tipos, o dos mujeres ir a cenar tomados de las manos.
Admitió que estaba chapado a la antigua como para no querer ver a un tipo metiendo la lengua en la boca de otro en público, pero que en realidad, era cierto que las personas heterosexuales lo hacían también. La situación de Renato, bueno, eso era diferente. Fue sólo un susto. Le tomó algún tiempo acostumbrarse.
No parecía que aún fuese necesario preocuparse. Fernán pensó mientras disminuía la velocidad para incorporar el auto a través del tráfico y se dirigió hacia Florencio Varela. Había conseguido una dirección general del lugar de los padres de Agustina, pero esperaba que Renato se animara lo suficiente como para guiarlo por el barrio.
En cuanto a la situación con Renato, le preocupaba que Gabriel estuviera sintiéndose peor.
Renato se movió en el asiento de al lado. Fernán tomó la oportunidad, era ahora o nunca.
─Entonces, ¿dónde voy después de salir por esta calle?
Desconcertado, Renato se volvió para mirar a Fernán.
─¿Qué?
─¿El lugar donde viven tus suegros?
Hubo una larga pausa. Renato parpadeó un par de veces. Fernán esperó pacientemente.
─Hacia la izquierda.
─Bien. ─Fernán se aclaró la garganta, sin saber qué hacer ahora. Hablar de los niños podía ser una apuesta segura─. Seguro que tus hijos están encantados de volver a casa ─detectó una leve inclinación de cabeza del hombre alto a su lado.
─¿A dónde pasarán Navidad?
Renato se puso tenso.
─Tranquilos. En casa. No necesitan ninguna emoción más.
«Sí», pensó Fernán, «y vos tampoco». La monotonía de la voz de Renato le recordaba a Fernán a un sin número de víctimas en estado de shock que había visto sentados frente a él a lo largo de los años. La frustración iba en aumento. Parecía como si hubieran retrocedido en el tiempo a los días y semanas después de que Agustina fuese asesinada.
─Suena bien.
Renato gruñó en voz baja.
Fernán volvió a la conducción. Decidió llamar a Gabriel tan pronto como llegara a su casa. Alguien iba a decirle qué mierda estaba pasando.
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#1 F&F Quallicchio [Adaptación]
RomanceEl Oficial Inspector de la Policía de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas, Renato Quattordio, ha perdido a su esposa, la única persona que amó y la única mujer con la que durmió. Renato está intentando seguir adelante, construir -a partir...