Renato se quedó mirando por la ventana de su habitación de hospital mientras en el exterior estaba atardeciendo, su vista era borrosa debido a los calmantes que le habían inyectado horas antes. Después de la llamada telefónica de su suegra, Pamela lo había encontrado tenso y temblando en la cama, rechinando los dientes por la frustración. Ella lo tranquilizó por unos momentos con su voz suave y llamó al médico. Renato tenía que guardar reposo para darle a su cuerpo la oportunidad de sanar, después de aquel disparo en el pecho. Pasó el resto de la mañana entrando y saliendo de la inconsciencia, apenas capaz de reconocer a sus visitantes.
Sus compañeros se quedaron un rato con él. No podía ni recordar una palabra de la conversación. Nancy. Llegó a preguntarse si quizás estuviera viendo hasta a Minerva, pero a medio camino de la visita comenzó a irse a la deriva y para cuando despertó ya no estaba. Gabi estaba sentado en la silla, leyendo el diario. Entonces se durmió de nuevo.
Se despertó a horas de la tarde. No esperaba ninguna visita en las próximas horas, con Gabriel yendo a casa para bañarse y sus hijos no llegarían hasta por lo menos dos horas después. Así que eso significaba que tenía demasiado tiempo para preocuparse. Repasó mentalmente la conversación con Eva, hasta que sintió su sangre a toda velocidad.
─¿Cómo se atreve? ¿Cómo mierda se atreve?
Ni siquiera pudo formar un pensamiento coherente. No pudo sentir comprensión, ella había perdido a su hija. Pero la puta madre, él había perdido a su esposa. Y estaba criando a sus hijos solo. Eso no era fácil. Pero él estaba haciendo un buen trabajo y ella sólo tenía en mente sus propios asuntos.
El corazón le latía con fuerza. ¿Qué pasaría si...? No, él ni siquiera podía pensar en la posibilidad.
Un suave golpe en la puerta, lo distrajo de sus mórbidos pensamientos.
─Pase ─gruñó él, no muy seguro de que la persona al otro lado de la puerta pudiera escucharlo.
Oyó otro suave golpe al otro lado de la puerta, entonces se abrió. Se esforzó por ver quién era...
Minerva.
En una silla de ruedas, vestida con un pijama.
─¡Hola!
Renato no pudo evitarlo, sonrió. Se golpeó en la puerta mientras maniobraba en la habitación con su brazo izquierdo.
─¡Mierda!
─¿Necesitas ayuda?
─¡Callate!
─¿Llamo a una enfermera...?
─Salí sin permiso. Me dijeron que debería quedarme en la cama.
─¡Ah!
Se las arregló para pasar por la puerta, un mechón enrulado y rebelde encima de sus ojos. Renato podía ver que estaban un poco vidriosos, y que estaba apoyada cuidadosamente en la parte derecha de su cuerpo en el asiento.
Con un suspiro triunfal rodó su silla de ruedas con una sola mano hasta la cama de Renato, tropezando con las patas de una silla.
─¡Compañero! ─dijo con una amplia sonrisa─. ¿Cómo estás?
Renato le respondió con una sonrisa aún más grande, mientras con su mano llegaba hasta la mano de ella para agarrarla.
─¡Mejor! Es muy bueno verte, Mine. ¿Estás bien? ¿Cómo está tu hombro?
─Antes dislocado. En la actualidad... eh... ¿en su sitio? Tendrás que disculparme, estoy muy, muy rara, me han inyectado un montón de calmantes en el brazo.
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#1 F&F Quallicchio [Adaptación]
RomanceEl Oficial Inspector de la Policía de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas, Renato Quattordio, ha perdido a su esposa, la única persona que amó y la única mujer con la que durmió. Renato está intentando seguir adelante, construir -a partir...