Capítulo 8

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Renato nadó a través de la oscuridad, a través de parpadeos de sonido y luz. Un disparo. Gritos. Sus hijos. Gabriel.

Empezó a sentir un remolino de pánico en su pecho cuando sus ojos no se abrían al querer hacerlo. Le tomo largos y frustrantes minutos mover sus párpados, hasta que pudo ver un pequeño rayo de luz. Dolía cuando respiraba, su pecho, su garganta, su cabeza.

Estaba en el hospital. Recordaba el techo. Hablando con sus hijos y Fernán y el
doctor.

Minerva estaba bien. Gabriel se lo había dicho. Gabi.

Volvió a respirar dolorosamente. Abrió los ojos un poco más. La luz era diferente. Quizá era de mañana.

Volvió la cabeza ligeramente, mirando alrededor de la habitación. Sala común. No Terapia Intensiva. Menos máquinas que la última vez que despertó. Aquello probablemente significaba que iba a vivir.

La puerta se abrió y la cara sonriente de una mujer se asomó.

─¡Despertó! Buenos días, señor Quattordio.  ─la enfermera se adentró en la habitación cargando una pequeña canasta de plástico─. Mi nombre es Pamela y voy a tomar sus signos vitales rápido antes de que el doctor llegue.

Renato abrió la boca para responder pero lo único que pudo hacer fue un suspiro ronco.

Ella pareció notar su molestia.

─No se preocupe por eso. Aún se está recuperando de la cirugía. Tuvo un tubo bajando por su garganta muchas horas. Su voz volverá pronto.

Realizó su rutina con facilidad mientras Renato miraba el techo, frustrado y exhausto. Quería hacer preguntas, averiguar dónde estaban sus hijos, dónde estaba Minerva… quería que alguien llamara a Gabriel y le dijera que fuera ahí para que no estuviera solo.

Hubo un pequeño golpe en la puerta mientras ella reemplazaba el suero.

─Pase ─dijo Pamela mientras reordenaba la sábana sobre el cuerpo de Renato.

Un doctor, historia clínica en mano, entró, Renato lentamente buscó en su cerebro por su nombre, y se paró junto a la cama.

─Soy el doctor Ferreyra, ¿me recuerda de ayer?

Renato probó su voz otra vez, logrando un débil:

─Sssí.

El hombre parecía satisfecho. Echó un vistazo a la historia clínica por unos momentos más, asintiendo.

─Bien, señor Quattordio, es usted un hombre afortunado. Sin daño de órganos. Sin daño en los nervios. En el peor de los casos, tiene las siguientes semanas para leer los libros sin terminar, reposo en cama es lo que le espera.

Renato hizo una mueca.

─Valdrá la pena. Casi puedo garantizar que regresará al trabajo, si sigue mis instrucciones.

Renato asintió.

─¿Voz? ─dijo con voz áspera

─Dele algunas horas, hable lo menos posible. Estará de nuevo bien antes de que lo note.

Él asintió de nuevo.

─¿Los niños? ─logró decir, tosiendo levemente por el esfuerzo.

El doctor Ferreyra miró a la enfermera, obviamente desprevenido... Pamela sonrió alegremente a Renato.

─Algunas personas mayores vinieron y los recogieron de su amigo justo después de verlo. ¿Sus padres?

Renato tragó dolorosamente. Claro. Los padres de Agustina eran aún su notificación de emergencia. Debieron haber venido al hospital llevándose a los niños a la casa de ellos.

#1 F&F Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora