Renato se tomó su dulce tiempo para bajar a la planta baja. Se sentó con Emilia hasta que ella se durmió, y luego la observó mientras dormía. No había manera de que hubiera podido omitir la estampida del resto de los niños y sus voces mezcladas con las de Gabriel.
Eso dolió. Más de lo que alguna vez creyó posible.
Durante todo este tiempo solo, todas las excusas, y ahora Gabriel estaba allí, cayendo como antes en este lugar. Llenando un espacio en su vida, toda su vida. Y que difícil había sido omitir que con Gabriel no buscaba nada como lo que buscaba con Agustina…
Nunca se le ocurrió que un hombre podría encajar en ese papel para él.
Yendo a la deriva por sus pensamientos, Renato trató desesperadamente de recordar todos los motivos válidos y absolutamente razonables por los que había alejado a Gabriel. Realmente, esto tuvo sentido. ¿Por sus niños –abajo, riendo y hablando y de alguien gritando encima por algo relacionado con pizza– y su trabajo –Minerva y Fernán, los enormes partidarios de que él y Gabriel estuvieran juntos– y su reputación con la vecindad?
¿Estaba haciendo esto a causa de su reputación? ¿Tenía miedo de admitir que Gabriel lo hacía feliz, convirtiéndolo, llenando un espacio en su vida? Las consecuencias de tomar una decisión como esta... cuando lo que hizo fue decidir ser un miserable, y por lo tanto, haciendo a sus hijos miserables, ¿era eso aceptable?
Emilia se agitó en su sueño. El hecho de que ella se sentía tan protegida con Gabriel… no podía dejar de pensar en eso. Gabi, incluso después de todo este tiempo. Esto hizo volar su mente y tomó la decisión cuidadosamente.
Un golpe pequeño en la puerta le llamó la atención, Renato se volvió para ver a Isabella mirarlo con timidez vacilante.
─¡Gabi pidió pizza! ─susurró en voz alta, más emocionada de lo que la había visto en mucho tiempo.
Renato asintió, sonriendo a su vez.
─Voy en un minuto, bebé ─le susurró él.
Ella corrió a la planta baja, al centro de toda la actividad. Colocó la manta un poco más apretada alrededor de Emilia, respiró hondo y se dirigió hacia la escalera.
*****
─Tenemos la pizza, cuatro quesos, un par de hamburguesas, papas, una ensalada, ¿Hay algo más? ─Gabriel preguntó, mirando a los rostros hambrientos agrupados en la mesa donde estaban los alimentos.
─¿Necesitaremos té de boldo? ─la voz de Renato sonó a través de la algarabía y sus niños se las ingeniaron para hablar más fuerte, alejando su atención del humeante papel de los contenedores para saludar a su papá.
─Sí, buena idea ─audaz, Gabriel agachó la cabeza y empezó a abrir todo, Guillermina pasando platos y Bruno estuvo a cargo de los cubiertos.
─Servilletas ─dijo Isabella─. ¿Y quién quiere citric?
─¿Citric y pizza? ─Gabriel miró a la niña y tembló.
─¿Cerveza y pizza? ─Renato esquivó alrededor de la mesa, evitando por poco una colisión con Gabriel, cuando Bruno se inclinó para sacar alguna cosa de la heladera.
─Mucho mejor ─y Gabriel no pudo evitarlo, miró hacia arriba y encontró a Renato mirando, esperando. Desafiante. Esto sería mucho más fácil si el pecho no le estuviera doliendo tanto.
─Gracias por encargarte de la cena. ─Renato no se retractó de mirarlo, agarró la puerta de la heladera de Bruno y sacó dos cervezas─. Los chicos están contentos de verte.
─Por supuesto, él lo sabe ─dijo Guillermina, llenando su plato arrebatándolo de su hermano y hermana─. ¿Sabías que fue secuestrado por extraterrestres?
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#1 F&F Quallicchio [Adaptación]
RomanceEl Oficial Inspector de la Policía de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas, Renato Quattordio, ha perdido a su esposa, la única persona que amó y la única mujer con la que durmió. Renato está intentando seguir adelante, construir -a partir...