Capítulo 7[primera parte]

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El teléfono los despertó unas horas después, a las siete de la mañana. Los del flete estaban perdidos y entre sueños Gabriel les dio las indicaciones.

Colgando el teléfono, cayó nuevamente en la cama y se acurrucó contra la espalda de Renato.

─Tenemos cuarenta y cinco minutos antes de que lleguen ─le dijo Gabriel, dándole un fuerte mordisco en el hombro.

Renato pasó las frazadas sobre su cabeza.

─Estoy durmiendo. Sin manosearme.

Gabriel sonrió, siguiendo a Renato debajo de la frazada. Ir despacio estaba bien después de la noche pasada. Pero un besito estaría incluso mejor.

Los hombres del flete llegaron y en poco tiempo, los cuatro hombres habían subido casi todas las piezas hasta el apartamento. Cuando los dos empleados bajaron por la última caja, Gabriel acorraló a Renato contra la pared al lado de la puerta principal.

─Acomodemos el sillón primero ─dijo pasando los ojos rápidamente por el rostro de Renato.

Devolviéndole la mirada, Renato le respondió:

─Me tenés por otras... ─ojeó su reloj─... siete horas. Aprovechalo.

Gabriel sonrió y se alejó, al escuchar a los hombres subiendo por las escaleras, golpeando su cómoda contra las paredes. Estaba sintiéndose presumido en su andar esta mañana, embriagado de la atracción y el sentimiento de afecto que flotaba como un circuito entre ellos. Se imaginaba que después le golpearía, que Gabriel Gallicchio, el extraordinario mujeriego, ahora estaba concentrado en tener a Renato Quattordio, chico modelo de padre de familia normal, desnudo y sobre su espalda tan pronto como fuera posible.

Probablemente debería estar aterrorizado, como lo estuvo antes, pero era una sensación agradable estar a solas con Renato y no quería estropearlo por pensar mucho.

Unas pocas horas después Gabriel recobraba el equilibrio, parpadeando al techo. Sintió que Renato se movió a su lado, el colchón hundiéndose un poco cuando se levantó.

─¿A dónde vas?

Renato se estiró, deshaciendo los nudos en su espalda y brazos.

─A bañarme. Pronto me tendré que ir. El tráfico será una pesadilla, tengo que recoger a los chicos a las ocho.

─Baño, ¿eh?

Sonriendo, Renato meneó la cabeza.

─Sólo pensás en eso... no hay espacio, ¿te acordás? Saldré en minutos. Tenemos que hablar de algunas cosas.

Gabriel sintió un vacio en el estómago. Sonaba tan mal viniendo de Renato como de las incontables mujeres que le habían arrojado esas palabras a lo largo de los años.

─¿Estás bien?

─Bien. ─Renato no miraba a Gabriel mientras hablaba─. Quiero decir, esto... ─señaló hacia la cama─: Esto es... bueno... ¿pero, qué pasa en el mundo real? Ambos tenemos mucho que arriesgar.

Gabriel no creía que eso fuera cierto, los riesgos de Renato eran mucho mayores. Parpadeó algunas veces, tratando de organizar sus pensamientos. Su pecho se sentía pesado con el miedo. Completamente consiente de dos cosas. Número uno, que él era lo menos importante en la vida de Renato, y número dos, que sería lo primero en irse si tenía problemas.

─Bueno, para ser honesto, pensaba que mantendríamos esto entre nosotros... al menos por ahora. Hasta que... mmm... sepamos que es... esto.

Renato asintió, sus ojos fijos en el suelo.

#1 F&F Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora