Capítulo 10

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Gabriel caminó con dificultad escaleras arriba, sin mirar atrás. Sintió un gran peso presionando contra su pecho. El pasillo de arriba estaba oscuro y tranquilo. Se había estado quedando en la habitación de Renato desde aquella primera noche, sintiéndose ambas cosas, aturdido y cómodo, por la cama grande y los oscuros muebles de madera. Cuando había estado en el hospital, Gabriel esperaba hasta que casi no podía mantener sus ojos abiertos antes de arrastrarse arriba para irse a dormir. No quería yacer en la oscuridad de «su habitación»… de «su cama» y pensar sobre… ellos.

Rápidamente, se despojó de sus pantalones cortos y sacó una camiseta de su bolso. Antes de ir a buscar a Renato al hospital, había cambiado las sábanas y arreglado la cama, limpiando tanto como podía, bajo la aparente ilusión de que pasarían la noche ahí arriba. Tonto. Yaciendo allí en la oscuridad, Gabriel pensó en Renato abajo, solo. Pensó en cómo hábilmente él había esquivado pasar la noche arriba con Gabriel.

Eso fue comprensible, supuso, no sintiéndose cómodo sobre dormir en su vieja habitación con su nuevo… lo que sea.

Y quizás no sintió ganas de tener compañía toda la noche, quizás eso fue por lo que Renato no preguntó a Gabriel si quería quedarse con él. Pero toda la lógica en el mundo no era bastante para entender bien este momento. Lo que más dolió, lo que producía esa terrible presión contra el pecho de Gabriel, es que estaba floreciendo el miedo acerca de que él lo quería, de algún modo, más que Renato a él.

*****

Renato yacía en el sillón, mirando fijamente en la oscuridad de la sala. Escuchaba a Gabriel moviéndose arriba y se sintió como la mierda. Los sonidos eventualmente disminuyeron y pronto la casa se adaptó al silencio. Renato no se durmió por mucho tiempo, demasiado ocupado repitiendo mil escenas en su cabeza.

Primero fue Agus, desde la fiesta de egreso hasta cocinar el desayuno, desde meter a uno de los chicos en la cama, hasta entregarse y sonreírle  tan maravillosamente que él pensó que su corazón se rompería. Y entonces, él volvió al bar sentándose enfrente de Gabriel en esos primeros días, llorando, quejándose y enamorándose aunque él no lo supiera.

Cerró fuerte sus ojos, probando aún las imágenes. No quiso verse en los brazos del otro. O mirar sus ojos. ¿Por qué era tan difícil dejarse llevar? ¿Para actuar como se sentía? ¿Por qué no podía ir arriba, o pedirle a Gabi que se quedara? Ninguna de sus visiones podía darle una respuesta.

Finalmente se durmió horas después, con sus preguntas todavía rondándolo.

Gabriel bajó lentamente a las 8:30, por la desesperada necesidad de café. Quería pillar a Renato dormido, pero una rápida mirada al sillón resultó ser desacertada. Estaba vacío.

─Gabi ─llamó una voz desde la cocina.

Renato estaba sentado en la barra del desayunador, mirándolo pálido pero sonriendo. Gabriel caminó hasta la taza lleno de café colocado en la cafetera.

─Esto es lo mejor.

─Sabía que querrías.

─¿Qué estás haciendo levantado tan temprano?

─Ya no podía dormir. ─Renato no dijo nada más. Jugueteaba ociosamente con el vaso de agua delante de él.

─¿Tomaste tus pastillas?

─Sí, papá.

Gabriel rió, tomando su taza se apoyó en la mesada próxima a Renato.

─Hola ─dijo bajito.

Renato se inclinó hacia él y lo beso. Mucho y fuerte. Gabriel se soltó y arqueó una ceja.

─¿Te sentís mejor?

#1 F&F Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora