|Capítulo 11|

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A pesar de que Jimin se quedó toda la tarde haciéndole compañía a NamJoon en la cafetería, el tiempo se le pasó bastante rápido y cuando miró el reloj que adornaba la pared sobre la que tenían escrito el menú en unas pizarras bastante grandes, apenas faltaban veinte minutos para cerrar el establecimiento. Sólo entonces apartó la vista del último libro que había pedido prestado en la biblioteca de su instituto y observó a su alrededor, dándose cuenta de las dos únicas mesas ocupadas que quedaban –sin contar la suya propia-.

Buscó con la mirada al mayor a través del mostrador esperando hallarlo sirviendo algún pedido. Sin embargo la encimera estaba totalmente reluciente y en las ya lavadas vitrinas, sólo quedaban algunas porciones de pasteles y otros dulces que no se habían vendido a lo largo del día, perfectamente ordenadas en una esquina. Encontró al moreno terminando de limpiar las mesas desocupadas, cruzando sus miradas al levantar la vista. La sonrisa de NamJoon hizo aparecer sus característicos hoyuelos cerca de las mejillas, provocando que al instante Jimin también copiara su gesto. No podía evitar sonreír al verlos.

Antes de acercarse a su mesa avisó a los pocos clientes que en breves minutos el local estaría cerrado para que pudieran ir retirándose sin sonar maleducado. Luego simplemente se apoyó sobre su mesa, ladeando su cuerpo y mirándole desde una altura superior. 

— Cuando te dije que me hicieras compañía no esperaba que te quedaras toda la tarde aquí.

A Jimin se le escapó la risa y rodó sus ojos hasta toparse con la -ahora vacía- taza de café. — Sabes que en realidad el motivo es el café, ¿cierto? Siento que podría volverme adicto a las bebidas que preparáis aquí.

— Vaya y yo pensaba que lo hacías por pasar más tiempo conmigo. — Fingió estar dolido hasta que se contagió con la adorable risa del menor — ¿Debo sentirme alagado u ofendido por eso?

— Preferiría que te lo tomaras como un cumplido hyung.

NamJoon podría jurar que se derretiría cada vez que Jimin pronunciaba esa palabra, volviéndolo loco por momentos con la ternura que desprendía. 

— Está bien, deja que termine de recoger y hacer el recuento de la caja y nos vamos, ¿de acuerdo? — Propuso sin dejar de sonreír — Te acompañaré a casa.

— No hace falta que me acompañes, me sé el camino.

— Es lo mínimo que puedo hacer después de todas las horas que llevas aquí Jimin. — Por el tono de voz que estaba utilizando NamJoon, Jimin sabía que no aceptaría un no por respuesta, así que dejó de negarse — No hay nada qué discutir.

Aunque hacía pocos días que conocía a Kim NamJoon, el menor ya se había acostumbrado a su forma de ser. Entendía su manera de hablar, sus bromas y hasta cierto punto se sentía cómodo con su presencia, igual que cuando estaba con Hoseok. Era fácil adaptarse a su carácter, incluso parecía que sus personalidades encajaban bastante bien y eso en el fondo le producía un sentimiento de intriga que no comprendía del todo. No estaba acostumbrado a adaptarse con tanta facilidad a alguien, mucho menos a sentirse tranquilo y confiar en esa persona tan pronto. Para su sorpresa, le estaba pasando todo eso con NamJoon y no era capaz de entender el por qué, pero estaba dispuesto a descubrirlo.

Recogió sus cosas en silencio para no desconcentrar al moreno, que al parecer ya estaba terminando de contar el dinero de la caja con detenimiento. No pudo evitar fijarse en sus brazos, que al estar flexionados sobre la encimera marcaban todavía más la musculatura del bíceps. 

Demasiado atractivo

Mentiría si dijera que en ese instante no se sentía atraído por él. Admiraba su cuerpo y la facilidad con la que parecía mantenerlo en forma cuando parecía no tener ni tiempo para hacer ejercicio. ¿Irá NamJoon al gimnasio o será de esos que salen a correr por las mañanas?  Se imaginó al moreno con unas ajustadas mayas deportivas corriendo por el parque, marcando sus muslos y apretando sus abdominales por encima de la ropa interior. ¿Y si se quita los calzoncillos para hacer deporte?  No pudo evitar avergonzarse hasta la médula ante esa visión, maldiciéndose mentalmente al darse cuenta de las ideas que rondaban por su cabeza. 

Roto. » [NamMin] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora