Sentía los brazos de Jin rodeando su cuerpo, aprisionándolo entre sus brazos y estrujándolo contra su pecho como si le diera miedo que su presencia fuera irreal. Sus manos se agarraban a su camiseta fuertemente, aferrándose a ella y temblando por segundos.
Jimin quería tomar el control de la situación pero se veía incapaz de reaccionar coherentemente ante sus inesperadas acciones.
— Jimin de verdad, lo siento mucho. — Sabía que estaba luchando por mantener la compostura pero su voz se escuchaba totalmente inestable — Perdóname.
Conocía a SeokJin mejor que a nadie en el mundo y sabía que sus disculpas eran sinceras, que estaba realmente arrepentido. Sin embargo a Jimin le había dolido demasiado la ausencia de su amigo durante los últimos días como para ceder tan fácilmente ante su petición, sintiéndose todavía traicionado. Le dolía en el alma que Jin le hubiera dado la espalda cuando más lo necesitaba simplemente porque no sabía cómo sobrellevar la situación, optando por desaparecer de su mundo temporalmente y eligiendo la opción fácil de dejarlo solo.
Podía sentir como las lágrimas del mayor caían a borbotones sobre su hombro, empapándole la camiseta y también parte de la chaqueta que llevaba puesta encima. Notaba sus dedos clavados prácticamente sobre su piel, arrugando la tela que la cubría y despertándolo del trance en el que se había sumido durante los últimos minutos.
Con cuidado Jimin levantó su mano izquierda hacia la cabeza del castaño y comenzó a acariciarle el pelo suavemente, sabiendo que con esa acción conseguiría tranquilizarle. Tras varios segundos jugueteando con las hebras de su cabello sintió como la respiración de Jin volvía a regularse hasta recuperar la normalidad. Aunque no dejó de llorar su llanto cesó, transformándose en una especie de hipidos silenciosos que eran acallados contra su propio cuerpo.
— Está bien Jin, todo está bien. — Trató de tranquilizarle — Puedes llorar todo lo que quieras si así te sientes mejor. Estoy aquí contigo, no te voy a dejar solo.
Jin comprendió a través de esas palabras que tal vez esa era la respuesta que su amigo hubiese necesitado escuchar cuando pelearon, pero que por miedo e inseguridad no se atrevió a pronunciar. Con ese pensamiento, se aferró con más fuerza a sus brazos y volvió a llorar con fuerza.
Dejó fluir libremente sus lágrimas ante la aceptación de que le había defraudado, sin ser capaz de estar a la altura y sintiéndose el peor amigo del mundo.
Lloró por todas aquellas palabras que no dijo, por las que quiso decir y no supo cómo pronunciar y por los mensajes que dejó sin responder. Lloró por no haberlo acompañado durante todas las noches en las que probablemente Jimin no durmió por tener pensamientos de mierda que lo consumían, por no haber estado a su lado abrazándole y dándole ánimos para que siguiera adelante sin rendirse, enumerándole las cosas por las que valía la pena luchar. Lloró por todas las ocasiones en las que no se dio cuenta de que Jimin se dejaba gran parte de la comida en el plato, así como las veces que se negó a cenar y él ni si quiera sé cuestionó el motivo. Lloró por los cortes antiguos que adoraban sus muñecas, así como por la culpabilidad de las recientes marcas que trataba de ocultar inútilmente y que probablemente, no eran las únicas de su cuerpo.
Lloró durante minutos que le parecieron segundos.
— ¿Desde cuándo eres tú el que cuida de mí? — Fue capaz de decir Jin tras forzarse a detener sus lágrimas y limpiarse las mejillas con la manga del jersey que llevaba — En qué momento has crecido tanto, peque.
Jimin sonrió ante el apodo que SeokJin utilizaba con él desde primaria simplemente por molestarlo, ya que sólo era unos meses mayor y le gustaba presumir de ser su hyung ante los demás. Idiota. No podía estar enfadado, no quería perder jamás a alguien tan preciado como Kim SeokJin.
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Roto. » [NamMin] EN EDICIÓN
Teen FictionPark Jimin estaba roto y no era consciente del momento en que comenzó a quebrarse. Su vida se había convertido en el peor de los infiernos con apenas dieciocho años, siendo él mismo su propio y más peligroso enemigo. La única manera de aliviar su...